Francisco González Tejera / Artículo de opinión.- A un banquete se sientan los tiranos, pero cuando la mano ensangrentada hunden en el manjar, del mártir muerto surge una luz que les aterra, flores grandes como una cruz súbito surgen y huyen, rojo el hocico y pavoridos a sus negras entrañas los tiranos.
José Martí – Banquete de tiranos
Los que llaman “modelo económico para Canarias” a la miseria de nuestro pueblo lo tienen claro. No aprenden porque no quieren, prefieren vivir en la mierda, entre basura, siempre y cuando haya dinero, solo piensan en seguir chupando del bote, en seguir destruyendo nuestra tierra para llenar sus repletas cuentas corrientes.
Se vanaglorian en estos tiempos de bonanza exclusiva para bolsillos tramposos, pescando de altura en el río revuelto de la miseria y el hambre, humillando, explotando, masacrando a una clase trabajadora cada día con menos respuesta y capacidad de resistencia ante esta caterva, una calaña siniestra que inunda nuestras vidas de desesperación, terror e inmundicias.
Ahora se juntan todos/as para su particular y esperpéntico espectáculo en la Romería del Pino, cada 7 de septiembre convierten este bello pueblo en su pocilga de lucimiento personal, junto a policías, militares y tricornios, la flor y nata de la ralea oligárquica del pegajoso turrón fiestero. Empaquetados, vestidos de criollos del gofio caducado, luciendo ellos sus trajes caros, sus perfumes nauseabundos y ellas sus astronómicos modelitos sobrecogidos a lo Cospedal, horteras como nadie, a la última, tan demócratas, tan caducos como sus padrinos del yugo y las flechas.
Curas, obispos, falangistas, jueces, generales, señorones, señoronas con las billeteras repletas, se dan cita cada año en Teror, la fiesta del Pino, la patrona impuesta al pueblo guanche masacrado y esclavizado. Fiel superstición de una iglesia manchada de sangre indígena en Canarias y América, de sangre republicana, de patriotas canarios que dieron su vida defendiendo la democracia y la libertad, acabando asesinados por la mafia franquista, arrojados a simas, pozos, cunetas y fosas comunes, mientras la curia callaba, las sotanas celebraban, almorzaban y tomaban ron añejo con facciosos y milicos.
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