José López Sánchez * / Libros.- Sinopsis. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. La teoría revolucionaria del siglo XXI se nutrirá en parte del anarquismo, de las ideas de la Ilustración, pero sobre todo del marxismo, el cual será el epicentro de dicha teoría. Ésta no será sólo el marxismo del siglo XXI, pero girará en gran parte en torno a él. Por esto es imprescindible, en primer lugar, pero no en último, comprender bien las bases del marxismo, para a continuación criticarlo de manera constructiva, lo cual significa retomar sus aciertos e intentar corregir sus errores. Practicando el librepensamiento podemos redescubrir y repensar el marxismo. Aplicando el método marxista podemos despojar al marxismo de sus principales errores. El marxismo es ante todo ciencia. A pesar de sus carencias y contradicciones, nos abre las puertas de la comprensión de la sociedad humana y, por tanto, de su transformación consciente.
Este libro (de libre distribución, como todos mis libros y artículos, disponibles todos ellos en mi blog) recopila las ideas relacionadas con el marxismo que he ido desarrollando a lo largo de mis diversos escritos. Básicamente he retomado material de mis anteriores libros ¿Reforma o Revolución? Democracia y Manual de resistencia anticapitalista, así como de mis artículos Relativizando el relativismo y Democracia vs. Oligocracia. El objetivo es doble: por un lado divulgar el marxismo (según mi visión, que yo creo que es la correcta, pero reconozco que no es la única), y por otro, criticarlo constructivamente para intentar hacerlo avanzar.
Prólogo. Y es que quien desea cambiar profundamente la sociedad actual, si practica el librepensamiento (práctica imprescindible para buscar la verdad y transformarla), inevitablemente, debe toparse tarde o pronto con el marxismo. Y esto es así porque el marxismo, a pesar de sus carencias y contradicciones, a pesar de sus aplicaciones prácticas distorsionadas (a las cuales también contribuyeron sus errores teóricos), es la mejor teoría revolucionaria desarrollada hasta la fecha. Y lo es porque para transformar la sociedad en primer lugar hay que comprenderla bien. Una vez que uno descubre o redescubre el marxismo comprende mucho mejor la sociedad humana porque el marxismo es la ciencia aplicada a la sociedad humana. Marxismo es ante todo librepensamiento y método científico. Cuando uno tiene ocasión de contrastar entre sí las distintas teorías que intentan explicar el funcionamiento de nuestra sociedad, uno puede comprobar que la teoría marxista supera con mucho a sus rivales. Concuerda mucho más con lo que uno vive en el día a día.
Cuando yo empecé a escribir, allá por el año 2007, tras el famoso incidente verbal entre el Rey Juan Carlos I de España y el ya desparecido líder bolivariano Hugo Chávez, el famoso “¿Por qué no te callas?”, yo sólo conocía de lejos al marxismo, tenía la típica imagen de él que tiene la mayor parte de la gente. Pero ese famoso incidente verbal a mí me despertó, me indignó hasta tal punto la manera en que fue tratado en los medios de “comunicación” de masas de mi país (España), que no pude evitar empezar a investigar por Internet. Supongo que tarde o pronto habría despertado de una u otra forma. A mí me pasó tras ver cómo trataba el Borbón a un jefe de Estado en una reunión internacional. En determinado momento, me topé con un libro que me disparó hasta el infinito esa ansia (que permanecía en estado de hibernación) por saber, por comprender, por conocer mejor la realidad que vivía. Ese libro se titula “Un Rey golpe a golpe” y es de libre distribución. Así, poco a poco, o no tan poco a poco, pues en unos pocos años he leído más que en toda mi vida, fui indagando, leyendo por aquí, por allá, hasta toparme con el marxismo. Empecé, por fin, a conocerlo de primera mano, en vez de por lo que se decía de él. Me leí muchos de los escritos originales (en español, obviamente, pues yo no sé alemán). Es decir, acudí a las fuentes originales del marxismo, además de leer a algunos de sus magníficos divulgadores. Fui descubriendo lo que era en verdad el marxismo. Pero no sólo esto, no me conformé con leer pasivamente todo lo que descargaba de Internet, sino que me propuse hacerlo de manera activa, de manera crítica. Yo, un simple trabajador (aunque con cierta formación), un ciudadano corriente, se propuso, modestamente, humildemente, pero sin complejos, intentar aportar algo al marxismo, intentar ver qué podía ser válido de él en la actualidad y qué había que desechar de él. No me conformé con repetir como un loro lo que ya se dijo hace más de un siglo. No me conformé con ser un “espectador” más de las ideas que se cuecen en pos de una sociedad más libre y justa, sino que me propuse participar en dicho proceso, aportar mi granito de arena. No sólo leía y leía sino que empecé a hacer anotaciones y a escribir. A medida que leía escribía, y a medida que escribía leía. Yo viví en primera persona el proceso dialéctico mediante el cual la lectura y la escritura se realimentan mutuamente, yo sufrí en mis propias carnes (en mi propia mente, mejor dicho) la conversión de la cantidad en calidad, mi conciencia se disparó en muy poco tiempo.
Yo pienso que el marxismo no sólo puede revitalizarse enormemente con las aportaciones de ciertos intelectuales, sino que también, quizás más, con las aportaciones de los trabajadores, los cuales estamos ahora más formados que nunca (este “problema” ya están intentando corregirlo las élites) y tenemos, por primera vez en la historia, acceso fácil a cualquier tipo de escrito a través de Internet (este “problema” también intentarán corregirlo las élites, aunque no se ve muy bien cómo pueden lograrlo). No sólo puede aportar al marxismo el catedrático desde su cátedra, sino, incluso más, el trabajador que sufre a diario la explotación capitalista. Este obrero mental que escribe estas líneas así lo ha intentado. La verdad no sólo está en los libros, está sobre todo en la realidad que se vive. La mejor fuente de conocimientos, que no la única (pues la lectura es también esencial), es la práctica. Ésta es la juez suprema de toda teoría. El método científico podemos, debemos, practicarlo cada ciudadano, cada trabajador, en nuestra vida cotidiana. No es patrimonio de ningún sesudo científico encerrado en su laboratorio, es patrimonio de la humanidad entera. El mejor “laboratorio” es la calle, la empresa. Quienes conocemos mejor cómo funciona el capitalismo somos los trabajadores, quienes lo sufrimos cada día, cuya “cátedra” es la empresa capitalista. Si complementamos las diversas fuentes de conocimiento, recordando siempre que la realidad práctica es la que manda (pero que es interpretable, que podemos estar equivocados en su interpretación), si adoptamos una mente abierta, inquieta, que huya de sectarismos, de dogmatismos, de simplismos, si juzgamos a las ideas por sí mismas, si prescindimos de los prejuicios, si somos insistentes en la difícil búsqueda de la verdad, si…., poco a poco las puertas de la verdad se nos van abriendo, vamos comprendiendo realmente el mundo en el que vivimos y por tanto vamos viendo de manera concreta cómo puede irse transformando.
Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria decía Lenin muy acertadamente (lo cual no le eximió de cometer también grandes errores). Yo estoy convencido de que la teoría revolucionaria del siglo XXI se nutrirá en parte del anarquismo, de las ideas de la Ilustración, pero sobre todo del marxismo, el cual será el epicentro de dicha teoría. Ésta no será sólo el marxismo del siglo XXI, pero girará en gran parte en torno a él. Por esto es imprescindible, en primer lugar, pero no en último, comprender bien las bases del marxismo, para a continuación criticarlo de manera constructiva, lo cual significa retomar sus aciertos e intentar corregir sus errores, sus contradicciones. Nada (ni nadie) es perfecto, pero debemos aspirar a la perfección. Ésta nunca la alcanzaremos, pero cuanto más la busquemos, más avanzaremos. Parafraseando a Eduardo Galeano: La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar. Cámbiese la palabra “utopía” por “perfección” y esta hermosa cita seguirá siendo válida. El camino en busca de la utopía deberemos recorrerlo en el mundo de la práctica al mismo tiempo que en el de la teoría. La Revolución habrá que irla pensando a medida que la vayamos practicando y viceversa. Pero, antes de partir (tal vez el camino ya lo hayamos comenzado a recorrer, aunque tímidamente todavía en los principios de este siglo XXI), como mínimo, debemos tener claro el gran objetivo a largo plazo, los objetivos a más corto y medio plazo, como etapas intermedias en el largo camino de la transformación social, y deberemos proveernos de cierto vehículo para recorrer dicho sendero hacia la utopía. El objetivo a largo plazo no puede ser otro que una sociedad más libre, más justa, donde todos los seres humanos tengan las mismas oportunidades de sobrevivir con dignidad, de ser felices, de realizarse con todo el potencial que tienen. Una sociedad así debe superar el sistema capitalista. Como he dicho ya en muchos de mis escritos, el vehículo no puede ser otro que la auténtica democracia, la más amplia y profunda posible, la cual deberá evolucionar continuamente. Para recorrer dicho camino no nos debe preocupar si tal o cual idea es “marxista” o no, sino si es correcta o no. Para ello deberemos aplicar el método científico, retocando la teoría en base a los resultados prácticos. La práctica se nutre de la teoría y al mismo tiempo la realimenta.
Si quisiéramos sintetizar en pocas palabras qué es el marxismo, en una simple “ecuación”, podríamos decir que es materialismo dialéctico, más determinismo débil, más relativismo relativo. Yo creo que estos tres conceptos (los cuales están relacionados entre sí) son los pilares en los que se sustenta, constituyen el “trípode” en el que se apoya, toda la teoría marxista. Todas sus ideas son una consecuencia de esta visión de la realidad que es en verdad el marxismo. Éste, incluso, no se limita a analizar la realidad humana, sino que la realidad general, el marxismo es también una concepción del mundo, una cosmovisión. Es más, el marxismo aspira a transformar la realidad humana. Su razón de ser es cambiar conscientemente la sociedad. De poco nos sirve conocer las leyes fundamentales de la historia humana si no intentamos también cambiarlas.
Este libro está dividido en cuatro capítulos. En el primero se habla del materialismo dialéctico y del materialismo histórico (el cual es la aplicación a la sociedad humana del primero). El marxismo es casi sinónimo de materialismo dialéctico. Si éste no se comprende no puede comprenderse el marxismo. La dialéctica (materialista) es el principal ingrediente de la teoría marxista. En el segundo capítulo se habla del determinismo y del voluntarismo. En el tercero del relativismo. En este tercer capítulo yo ya empiezo a criticar al marxismo, o al menos a cierta interpretación del mismo. Tanto el anarquismo como el marxismo, aunque por distintos motivos, cometieron errores de fondo en cuanto a la aplicación del relativismo. Errores que explican en parte la mala praxis. El fracaso de las experiencias prácticas de inspiración marxista o anarquista no puede explicarse satisfactoriamente tan sólo por errores estratégicos, tácticos, por traiciones personales o por el contexto, también existían errores ideológicos profundos en la teoría revolucionaria en la que se basaron dichas experiencias. Finalmente, en el cuarto capítulo, de manera muy resumida explico el principal error ideológico del marxismo, según mi opinión: el concepto de la dictadura del proletariado. Este concepto, además de tener una envoltura lingüística inadecuada, peligrosa, en verdad atentaba contra las bases del propio marxismo. Usando el método marxista, el cual es esencialmente válido, es posible despojar al marxismo de sus principales contradicciones, siendo la madre de todas ellas la idea de la dictadura del proletariado.
Te invito, lector, a que leas este libro de manera activa, crítica, a que contrastes suficientemente lo dicho por mí con las fuentes originales del marxismo así como con otras interpretaciones del mismo, pues yo no pretendo ser el guardián ideológico de ninguna ideología. Nada más lejos de mi intención. Te invito también a leer a sus críticos. Yo he intentado usar un lenguaje sencillo y claro, como en todos mis escritos. Yo no sé expresarme de otra manera. He procurado ser ameno en mis explicaciones, asentar bien las ideas, aun a costa de ser reiterativo. Lo más importante es que adoptemos una actitud sana de librepensamiento, de apertura de mente. No juzguemos a las ideas por sus etiquetas sino que por sus contenidos. No prejuzguemos. No nos dejemos impresionar por las autoridades intelectuales. Atrevámonos a leer directamente aquellos libros demonizados por las élites intelectuales. No pensemos que un simple trabajador, como quien escribe estas líneas, no puede aportar nada. Tú, lector, juzgarás si lo dicho en este libro aporta algo o no. Tal vez tú puedas retomar mi trabajo y mejorarlo, ampliarlo, corregirlo. Tal vez mi trabajo sea desechable. Por lo menos yo lo he intentado. Tan sólo te pido que des una oportunidad a este libro, que empieces a leerlo. La revolución social del siglo XXI, tan necesaria para revertir la involución que estamos viviendo, depende de cada uno de nosotros, los ciudadanos corrientes. La emancipación del proletariado debe ser obra (no sólo práctica sino que también teórica, individual y colectiva) del propio proletariado.
El marxismo del siglo XXI se nutrirá en portentosa cuantía del marxismo original, pues éste sentó las bases de la ciencia social, ¡pero no podrá obviar todo lo acontecido en el siglo XX! Como decía Rosa Luxemburgo, la autocrítica más despiadada, cruel y que llegue al fondo de las cosas, es el aire y la luz vital del movimiento proletario. La ciencia no puede evolucionar sin cuestionamiento, sin considerar lo ocurrido en la práctica. Redescubramos y repensemos el marxismo. ¡Pero de manera crítica, no dogmática! Seamos fieles al espíritu de sus padres. Pues Marx y Engels fueron ante todo librepensadores, científicos sociales. Científicos que no se conformaron con estudiar la sociedad humana fríamente, desde la lejanía, como hacen tantos y tantos intelectuales, sino que intentaron cambiarla, se implicaron en la práctica revolucionaria. La razón de ser del marxismo es la transformación de la realidad en busca de una sociedad mejor. El marxismo es por encima de todo una guía para la acción revolucionaria. Es a ese espíritu de los creadores del marxismo, sobre todo, al que debemos intentar ser fieles. Es en base a ese espíritu que debemos criticar constructivamente al marxismo para que pueda avanzar y resurgir con fuerza.
agosto 2013
José López Sánchez
► Descargar: El marxismo del siglo XXI [PDF 1.2MB]
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(*) José López es autor de los libros "Rumbo a la democracia", "Las falacias del capitalismo", "La causa republicana" y "Manual de resistencia anticapitalista". Publicados y destacados todos ellos en diversos medios de la prensa alternativa de Internet.
Blog oficial: http://joselopezsanchez.wordpress.com/
José López es un ciudadano normal, que trabaja y que tiene las mismas preocupaciones y problemas que la mayoría de sus conciudadanos. Empezó a escribir tras observar el famoso incidente del Rey de España en la cumbre iberoamericana de Chile de 2007, tras observar el tratamiento “informativo” del mismo. Harto ya de permanecer impasible, de tragar, de no ver, no pudo evitar abrir los ojos, no pudo evitar “despertar” del largo letargo en el que permanecía sumido. Empezó a escribir como simple ejercicio de poner por escrito lo que estaba viviendo, como si fuera un diario personal de un ciudadano, que por fin “despierta” y quiere dejar constancia por escrito de dicho “despertar”, de lo que observa, de lo que vive. El objetivo inicial era simplemente escribir lo que veía para no olvidarlo, para ordenar sus ideas, para compartir con sus allegados sus impresiones. Pero todo cambió cuando, animado por su esposa, decidió dar el siguiente paso: intentar publicar en la prensa alternativa alguno de sus artículos. No lo intentó en la prensa oficial porque tenía la certeza de que no lo iban a publicar. Cuál fue su sorpresa cuando el primer artículo que envió (aunque no fue el primero que escribió), titulado Los desafíos de la izquierda en el siglo XXI, fue publicado en todas las webs donde decidió enviarlo por correo electrónico. Y no sólo eso, sino que, según parece, por los comentarios que vio, por las opiniones que le expresaron diversos redactores, gustó bastante. Así pues se dio cuenta de que no se le daba del todo mal escribir (en este punto la crítica constructiva de su madre, lectora empedernida y escritora potencial dando sus primeros pasos, fue también decisiva) y de que no sirve de nada escribir si luego nadie le lee a uno (aparte de sus más inmediatos allegados). Se dio cuenta del poder de Internet, de la posibilidad de que un simple ciudadano medio pudiera emitir sus ideas (como si fuera un “mensaje en la botella”) para que otros ciudadanos pudieran leerlas, pudieran opinar sobre ellas, pudieran rebatirlas o criticarlas... José López es autor de los libros "Rumbo a la democracia", "Las falacias del capitalismo" y "La causa republicana". Publicados y destacados todos ellos en diversos medios de la prensa alternativa de Internet. [+ información]
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