Eloy Cuadra Pedrini / Artículo de opinión.- Pregunta que me asalta desde este pasado lunes, cuando fuimos algunos ciudadanos preocupados, en total seis, cuatro mujeres y dos hombres, al Parlamento de Canarias a presentar un escrito a nuestros "representantes" políticos para que hagan algo por la Educación en Canarias, y pedirles entre otras cosas que se vayan terminando los conciertos educativos y mientras tanto protejan a las familias frente al ansia de beneficio desmedido que muestran muchos colegios concertados de las Islas, sangrando a los padres por un lado y al Erario Público por el otro, exentos de pagar el IBI, tributando a Hacienda como si fueran fundaciones benéficas cuando no están también exentos por ser de la Iglesia, sin olvidarnos de la segregación de los extranjeros y la progresiva elitización a la que tienden. Todo esto, como es lógico, con pruebas y datos variados, en un escrito que podía sumar hasta casi 100 folios de documentación. Nada de pancartas, ni megáfonos, ni tambores, ni algarada, ni folklore, como viene siendo habitual en las acciones de ese colectivo al que pertenezco, la Plataforma por la Dignidad. Igual que cuando denunciamos a varias multinacionales Eléctricas por cortes de luz y cobros indebidos a familias precarias, algo que también hicimos con el Servicio Canario de Salud cuando quiso dejar morir agonizante a una anciana chilena por no tener papeles, o con el por entonces Concejal de Asuntos Sociales de Santa Cruz de Tenerife por dejar morir a los sin techo en plena calle. También me acuerdo de aquella campaña con la que llevamos varios miles de firmas al Parlamento pidiendo a sus señorías que renunciaran a su paga extra de Navidad para destinarla a las partidas de la PCI, cosa que no hicieron por cierto, o de cuando denunciamos el descontrol y los chanchullos constantes en el reparto de comida a familias precarias en el área metropolitana. Y así un largo expediente de acciones, denuncias y reivindicaciones a cual más justa, siempre del lado de los que menos tienen de esta tierra, y nunca, que yo recuerde, con un incidente, un altercado o una alteración mínima del orden público. Entonces, ¿de qué tienen miedo? ¿A qué venía ese despliegue, con una decena de policías nacionales, dos furgonetas blindadas y la calle del Parlamento cortada por ambos lados, para cuatro mujeres y dos hombres de lo más pacífico? ¿Qué clase de democracia es esta?
Y por primera vez en un artículo la pregunta no es retórica, es que no tengo claro a qué se debió. No sé si se trataba de meter miedo con la policía uniformada para que nos achantáramos la próxima vez, o es que sus señorías están tan alejados de la realidad que vive la gente, andan tan al margen y lo están haciendo tan rematadamente mal, que en esta ocasión les traicionó su mala conciencia y conociendo la información que traíamos tan grave, sobre el elitismo, la segregación y la vista gorda que hay con los colegios concertados en unas Islas que son básicamente pobres, temieron que fueran muchos los ciudadanos que acudirían indignados a su guarida a increparlos, como de hecho se merecen. Dicho en lenguaje más coloquial: se pusieron la tirita antes de hacerse la herida, lloraron antes de que les pegaran y acabaron retratados como lo que son..., y dejo al lector el calificativo.
Lo triste, para ellos y sobre todo para los que estamos a este otro lado, es que tal vez tampoco han caído, o tal vez sí, en que algo sí han hecho bien en todos estos años que llevan gobernando Canarias. Porque sí, una cosa al menos han hecho bien, han conseguido anestesiar totalmente al canario hasta hacerlo incapaz de rebelarse ante nada ni ante nadie, por mucho que nos meen y nos caguen, con perdón por la expresión. En fin, es lo que hay y con estos mimbres hemos de seguir, sin miedo, hasta que nos dejen. Este lunes el policía que estaba al mando del operativo charló amigablemente con nosotros, puede que la próxima vez no sea tan amigable el asunto.
Eloy Cuadra Pedrini, portavoz de la Plataforma por la Dignidad
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