Francisco Javier González / Artículo de opinión.- Ya Allende en su día intentó que Chile avanzara en un proceso revolucionario por medio de las ideas, el convencimiento y una verdadera democracia basada en la voluntad y la conciencia popular. Cipayos de la gran burguesía chilena, militares criminales y una curia eclesiástica proclive, llevaron al poder a la criminal dictadura pinochetista mediante una cuidada operación de desestabilización que implicó el desabastecimiento alimentario y energético de la población chilena, la paralización de los transportes y una huelga general en medio de ataques indiscriminados de sicarios que crearon el clima necesario para que los golpistas, con el apoyo y las bendiciones gringas, se hicieran con el poder. No habían podido lograrlo con Cuba pero triunfaron plenamente en Chile, como triunfaron en Santo Domingo, en Nicaragua, en Guatemala, en Panamá, en Granada…..en todo el “patio trasero” gringo tal y como preconizaba la Doctrina Monroe.
Venezuela era parte integrante de ese patio trasero. Sus burguesías tenían a “Maiami” y a “Niuyor” como lugares favoritos. Iban cargados de bolívares –más bien de fuertes– y los conocían como los “dame-dos”. (Chico ¿Cuanto vale ese carro?....¿Na´más? Pues dame dos) El fraude electoral era el pan nuestro de cada elección desde que Pérez Jiménez lo instaurara con el llamado “Frente Electoral Independiente” que arrebata el poder al verdadero ganador electoral, la Unión Republicana Democrática, todo ello con el entusiasta apoyo gringo que veía en el dictador una barrera contra el comunismo, como expresaron en la X Conferencia Interamericana que los gringos celebraron en Caracas en 1954. Recuerdo de esos años perezjimenistas las sátiras de la revista caraqueña “El Gallo Pelón” y de la clandestina “Tribuna Popular” que nos remitía a Canarias como aire fresco mi tío Ramón. El perezjimenismo –que propició las grandes migraciones de canarios hacia Venezuela empujados por el hambre y la represión fascista española– acaba con su derrocamiento tras una masiva huelga general, su exilio primero a USA y luego a España y la llegada del puntofijismo con los Larrazabal, Caldera y Betancourt. Probablemente es con la Cuarta República, la alternancia de adecos y copeyanos, los Herrera Campins, los Lusinchi y la pseudo-socialdemocracia de Carlos Andrés Pérez –y su amigo de negocios y correligionario español Felipe González– cuando la corrupción, el saqueo de las riquezas petroleras y el drenaje económico hacia los bancos gringos y españoles alcanza su mayor volumen, al tiempo que también llegan a los valores máximos la explotación, la miseria de las clases trabajadoras y el desprecio a las etnias indígenas. La sumisión absoluta a las directrices gringas y del FMI llevaron al pueblo venezolano a un grado tal de miseria y desesperación que reventó en Guarenas el 27 de febrero de 1989, explosión que llegó a Caracas el 28, sobre todo a las zonas populares como Catia, Coche, Antímano o El Valle. Resultado de la represión del “Caracazo” por el gobierno de Carlos Andrés fue la masacre perpetrada por la Policía Metropolitana, la Guardia Nacional y el Ejército siguiendo el llamado “Plan Ávila” que causó según cifras oficiales entre 300 a 400 muertos y más de mil heridos, aunque las cifras más reales contabilizan más de 3.500 asesinados en la represión fascista del gobierno Adeco. Carlos Andrés fue encausado por la Corte Suprema de Justicia venezolana por los cargos de malversación de fondos públicos y fraude a la nación, escándalo que, junto a lo que significaron los asesinatos del Caracazo, propician la fracasada rebelión militar del teniente coronel Hugo Chávez y los militares bolivarianos del 4 de febrero de 1992. El Congreso Nacional decretará el 21 de mayo de 1993 la separación de Carlos Andrés Pérez de su cargo por el robo probado de 250 millones de bolívares y los otros delitos cometidos contra el pueblo, único caso de un Presidente en ejercicio destituido por decisión judicial, mientras que Hugo Chávez, tras dos años de prisión en que funda el Movimiento Quinta República (MVR), es indultado durante la presidencia de Rafael Caldera.
Con el apoyo del MVR y frente a los desprestigiados Adecos y Copeyanos, Hugo Chávez se convierte en las elecciones de 1998 en el 41º Presidente de la República de Venezuela, con un programa basado en el llamado “Socialismo del Siglo XXI”, propugnando la Revolución Bolivariana y comprometiéndose al cambio de la legislación que había permitido el estado de postración de la nación. Consciente de las taras que arrastraba la república, impulsa una nueva Constitución, para lo que se celebra en abril de 1999 un “Referéndum Constituyente” en que se pide el SI al pueblo venezolano para cambiar la Constitución de 1961 y convocar elecciones para elegir, mediante voto universal y secreto, una Asamblea Nacional Constituyente cuyos miembros, mediante un proceso de debate y consulta popular, redactarían en los 6 meses siguientes una nueva Constitución. El Referéndum Consultivo fue aprobado con el 80% de los votos emitidos y, en diciembre de 1999, se aprueba, en un nuevo Referéndum, la “Constitución de la República Bolivariana de Venezuela” con el 71,78% de los votos emitidos, inaugurándose así la “Quinta República” que en su preámbulo establece a Venezuela como un “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia” y que, después de 189 años de independencia, es la primera en reconocer a los pueblos indígenas como sujetos políticos, sus lenguas como oficiales y sus derechos sobre sus territorios ancestrales.
Ni la derecha caciquil y ultramontana venezolana ni sus patrones gringos estaban dispuestos a aceptar la nueva situación de avance hacia el socialismo en su patio trasero. Desde que Chávez anunciara las “49 Leyes Habilitantes” y sobre todo la “Ley de Tierras y Desarrollo Agrario” que pretendía poner coto a los latifundios y obligar a los grandes terratenientes a mostrar los títulos de propiedad de sus tierras – menos del 5% de los terratenientes tenían esos títulos, el 95% restante eran producto de ocupaciones o usurpaciones– y a poner en producción los terrenos balutos, la poderosa patronal Fedecámaras y la agraria Fedenaga se oponen frontalmente al presidente Chávez, al que incluso el presidente de Fedecámaras, Carmona Estanga, amenaza con “un choque de trenes”. Aplicando de forma total el modelo pinochetista de resultados comprobados, los agregados militares de la embajada USA se mueven activamente y encuentran eco en algunos militares como el contralmirante Molina Tamayo y el general Gómez Ruiz. Por su parte Carmona Estanga entra en conversaciones con el recién elegido secretario general de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) Carlos Ortega –en una elección amañada, apoyado por los adecos en alternancia con COPEI– con el rector Ugalde de la Universidad Católica Andrés Bello, con el presidente de la Conferencia Episcopal venezolana, el obispo reaccionario Baltazar Porras que ya se había distinguido por su virulenta oposición a la Constitución y con el Cardenal Ignacio Velasco, contando con el apoyo del partido “Primero Justicia” y de los adecos que pedían que una junta médica certificara la incapacidad mental del presidente Chávez.
La CTV, Fedecámaras, Fedenaga, y los directivos de PDVSA convocan a una huelga general indefinida para el 9 de abril hasta lograr la renuncia de Chávez. En medio de los llamados a la huelga de la prensa escrita y de las televisiones privadas, todas en manos de los reaccionarios -tanto que emisoras como RCTV, Venevisión, Globovisión y Televen dividieron incluso la pantalla en dos partes para poner reclamos a la huelga junto a los remitidos por el gobierno que llamaban a la calma- el general de brigada Néstor González se dirige a Chávez a través de los medios de comunicación diciéndole, entre otras lindezas “Somos un país digno de ser gobernado por algo mejor que usted... Usted negocia para alcanzar sus objetivos comunistas y vende y traiciona a su patria y pueblo... al señor presidente le interesa más su relación con Fidel Castro y el comunismo". El entonces Ministro de Defensa, José Vicente Rangel, anunció la denuncia de los generales González y Bustillo ante los tribunales castrenses y advirtió que más allá de las justificaciones sociales y económicas, la huelga formaba parte de un plan conspirador para sacar del poder a Chávez y denunció que, además , "existe un propósito de llevar al país a una confrontación", al tiempo que el vicepresidente Diosdado Cabello declaraba que “La constitución venezolana tiene mecanismos muy claros para que los ciudadanos puedan en un momento dado, ejercer la capacidad revocatoria de un mandato de elección popular”.
El 11 de abril, tercer día de la huelga general, con los medios de la derecha llamando a la insurrección y a una marcha propuesta por Pedro Carmona sobre la sede presidencial en Miraflores, se produce el choque con los sectores populares que trataban de defender el palacio presidencial en los alrededores del viaducto elevado que cruza la Avenida Urdaneta conocido como “Puente Llaguno”. La Policía Metropolitana desde la Avenida Baralt y otros francotiradores –alguno de los cuales fue detenido y puesto en libertad al día siguiente por orden del espurio “Presidente” Carmona Estanga- disparan de forma indiscriminada sobre manifestantes y defensores causando 19 muertos y 72 heridos. La publicación por Venevisión de un vídeo sobre los sucesos de Puente Llaguno en que presentaba a los chavistas disparando sobre los manifestantes y proclamando que todos los muertos eran opositores a Chávez recorrió el país y el mundo rápidamente. El impacto fue brutal. El gobierno español a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Agencia EFE otorgaron al autor del reportaje, el periodista de la cadena Capriles Luis Alonso Fernández, el “Premio Rey de España de Periodismo”. Menos mal que el prestigio del Rey de España no podía disminuir mucho más porque el “periodista” Luis Alonso Fernández, ante las pruebas presentadas en el largo juicio por aquellos asesinatos –entre ellas el vídeo real grabado por “Radio Telefis Éireann” de Irlanda que estos días hemos tenido la oportunidad de ver en Telesur– declaró que el vídeo de Venevisión ue manipulado para dar a entender que así habían ocurrido los hechos”, pero toda la oposición, con todos los medios de comunicación –incluyendo el español “El País” y los gringos CNN y Washington Post– apoyándolos, culparon al gobierno de los asesinatos y declararon la existencia de un “vacío de poder”.
En esa madrugada del 12 de abril todos recordamos las escenas en televisión. En TVE aparecía el general Lucas Rincón Romero –del que nunca se supo su implicación real– anunciando que el Alto Mando Militar había solicitado la renuncia a Chávez y que el presidente había aceptado, comunicado que no era respaldado por documento alguno. Inmediatamente, y en contra de lo que prevenía la Constitución de que, caso de falta absoluta del Presidente/a se haría cargo interinamente el Vicepresidente/a –en este caso Diosdado Cabello- con la obligación de convocar elecciones en el plazo de 30 días –artículo 233 de la Constitución que tras la muerte de Chávez hemos escuchado hasta la saciedad– es el Presidente de Fedecámaras quien se proclama Presidente de la República. El “Decreto Carmona” (Acta de constitución del Gobierno de Transición Democrática y Unidad Nacional) cambia el nombre del país al antiguo de “República de Venezuela” suprimiendo lo de Bolivariana, suspende la Constitución, anula las Leyes Habilitantes, disuelve el Poder Legislativo destituyendo a todos los diputados al Congreso Nacional, al tiempo que destituye a todos los que ostentaban los poderes del estado (Tribunal Supremo, Fiscalía General, Contraloría General, Defensor del Pueblo y Consejo Nacional Electoral) dando al Presidente autonombrado poderes para designar a los nuevos integrantes de todas las instituciones. Los presentes en al acto en el Salón Ayacucho de Miraflores firman de conformidad el Acta del “Decreto Carmona”, empezando por el Cardenal Velasco en nombre de la Iglesia Católica; el vicepresidente de Fedecámaras, Carlos Fernández; el representante de los medios privados de comunicación –promotores indispensables del Golpe de Estado– Miguel Angel Capriles; el secretario general de COPEI, José Curiel, a nombre de los partidos opositores; el presidente de la Asociación Bancaria, Ignacio Salvatierra; el presidente del Consejo Empresarial Venezuela-EE.UU, Luis Henrique Ball; el gobernador de Zulia... y así hasta 400 conjurados de la derecha ultramontana y la burguesía venezolana.
Los gobiernos español y gringo de Aznar y Bush no tardan segundos en expresar su solidaridad y apoyo al golpe de estado. Emiten el siguiente comunicado conjunto "Los gobiernos de Estados Unidos y de España, en el marco de su diálogo político reforzado, siguen los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela con gran interés y preocupación, y en contacto continuo". Ambos gobiernos "declaran su rechazo a los actos de violencia que han causado una cantidad de víctimas "expresan su pleno respaldo y solidaridad con el pueblo de Venezuela "expresan su deseo de que la excepcional situación que experimenta Venezuela conduzca en el plazo más breve a la normalización democrática plena.
Contaban también con el apoyo de la Unión Europea y con sus satélites del patio trasero, en especial El Salvador y Colombia, mientras Argentina y Cuba expresaban su rechazo enérgico. Por supuesto que se referían a “su” democracia que permitiera seguir en comandita con la burguesía criolla, la expoliación y el control del país.
Ese 12 de abril, ante los rumores de que Diosdado Cabello y Nicolás Maduro estaban refugiados en la embajada cubana, las turbas fascistas cercaron la misma, destrozaron los coches oficiales, cortaron el agua y la luz y no la asaltaron por la contundente respuesta que el embajador cubano le dio al alcalde de Baruta –el hoy “demócrata” Henrique Capriles Radonski– que se presentó allí a las tres de la tarde para “comprobar que no habían refugiados chavistas” de que defenderían la embajada como parte del territorio nacional cubano. Chávez fue detenido y llevado a Fuerte Tiuna y en la madrugada del 13 trasladado a la base naval de Turiamo donde logró emitir una nota aclarando que nunca había dimitido de sus poderes como Presidente. La presión popular a lo largo de toda Venezuela y la intervención del general Raúl Isaías Baduel, que se pronunció por el regreso a la normalidad constitucional y la proclamación como presidente temporal hasta el regreso de Chávez del vicepresidente Diosdado Cabello realizada en la retomada por el pueblo Venezolana de Televisión, logran que el 14 de abril de 2002 Hugo Chávez fuese liberado de la prisión militar en la isla de Orchilla y repuesto en su función constitucional como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Gomera a 18 de abril de 2013
Francisco Javier González
Comentarios