Ruben Ángel Vicco Gianetti / Artículo de opinión.- Los habitantes de los países más empobrecidos del llamado primer mundo, están contemplando con espanto, cómo su nivel de vida y derechos, se han ido deteriorando.
Se puede asegurar que el declive, es de una magnitud ya comparable a los países llamados del tercer mundo, aunque con más y mejores infraestructuras, debido a la brutal especulación y burbujas inmobiliarias practicadas, derivando en el tan hechizante cómo efímero estado de bienestar, pero con niveles de consumo, bajo mínimos, como resultado de la aplicación de las mismas recetas anteriormente impuestas en otros lugares, iniciadas hace ya más de 30 años, por las cuales aún persisten las miserables consecuencias de esas nefastas políticas; Exclusión y rompimiento del tejido social, (debido a la destrucción de fuentes de trabajo, para volver a crear pocos y muy mal remunerados); Decadencia en los servicios sociales, (edificios en mal estado e insalubres y profesionales mal pagados en sanidad y educación, inseguridad para el cobro de las pensiones, etc); Aumento de la inseguridad, (lucha de empobrecidos, contra empobrecidos); Evidente deterioro de las infraestructuras, (viviendas, vehículos, calles e instalaciones en general). Y lamentablemente podríamos seguir dejando ejemplos.
Ni al imperio, ni a los empresarios nativos, les interesa quién es el que gobierna, ni cómo lo hace para con su pueblo, sino cómo gobierna para ellos, por eso vemos como han aceptado y sostenido por años, a gobernantes enemigos de su propia gente, por el hecho de que son funcionales a sus intereses.
Las empresas extranjeras o multinacionales, con el eufemismo de “invertir” para crear puestos de trabajo, siempre han actuado con mentalidad colonizadora y una vez que logran instalarse en un país, no solo aplican el espolio, sino que llevan consigo el argumento, para que su país de origen y con la escusa de la defensa de sus intereses, lleve a la práctica el “fundado derecho” de ejercer la security para ellas, cuando se vean amenazadas por la razón y la dignidad; Eso sí, con previa preparación mental a los habitantes remotos y así obtener la tan necesaria aprobación, para redimir las almas de los que se han visto obligados a intervenir con la fuerza, para frenar al inventado y tan utilizado “terrorismo”, que se opone a la propiedad individual, que no entiende “tanta preocupación de los buenos” por la gente, a la que quiere repartir las riquezas del planeta desde petróleo, alimentos y también porque no, uranio convertido en “seguridad para sus amenazados compatriotas”.
Por encima de las leyes y el sentido común; Se llevan por delante a los verdaderos dueños de los recursos, los pueblos, víctimas directas de esas “compasivas” inversiones.
Todo esto, tristemente, es apoyado por muchos trabajadores honestos del “primer mundo” que no se informan, no usan la razón y repiten inocentemente, el discurso de las falsas izquierdas, que ejercen de herramientas del poder económico, sacando las uñas para defender a transnacionales y o multinacionales, solapando los perjuicios a los trabajadores que ocasionan éstas donde operan.
Se han apropiado de vocablos como “socialismo”, desgañitando su “compromiso ideológico” con las causas populares dentro de su país, pero a su vez, difamando y demonizando los intentos de emancipación de otros pueblos alejados de sus fronteras, poniendo a trabajar para esto a medios de prensa, afines a ésta causa, formadores de opinión, nunca mejor dicho y con resultado monumental, creándoles la idea de que aquella gente, está muy lejos de estar a la altura cultural del mundo desarrollado, trabajadores de segunda categoría, que han nacido para ser explotados y que por sí solos, no son capaces de explotar sus recursos, ni de convivir entre ellos pacíficamente y que cuando vienen a los países donde están las riquezas que les han arrebatado, hay que cuidarse de sus posibles malas costumbres insurrectas, resentidos por tantos años de colonialismo y matanzas, vicios, pestes, uso exagerado de los servicios sociales y usurpación de los puestos de trabajo; El pobre migrante, siempre es blanco de críticas por un sector de la población, si trabaja, le está quitando el puesto a un nativo y si está en paro, vive de los impuestos de éstos.
Quizá muchos de estos trabajadores, recién ahora y por los embates sufridos por los grupos económicos, debido a que el propio sistema está haciendo aguas (entre muchas causas, porque están siendo escupidos de sus colonias), empiecen a ser conscientes por experiencia propia, de lo que se les ha hecho padecer a sus hermanos de clase, (algo que veían tan lejano e imposible que les tocara a ellos) y de cómo se mueve el sistema capitalista cuando quiere acaparar hasta las migajas que repartía al populacho, para, por ejemplo, frenar influencias foráneas con legados marxistas y llevados a la práctica en países vecinos, con tanto beneficio para esos pueblos, al estar sustentado en el protagonismo pleno de los trabajadores y en la eliminación de las diferentes clases sociales.
Es totalmente incompatible gobernar para el pueblo y tener la amistad y el beneplácito de los poderes económicos, por la sencilla razón de que éstos, lo quieren todo para sí y no han estado nunca dispuestos a repartir ganancias.
Como ejemplos, podemos citar la presión que ejercen a los gobernantes, aupados por ellos mismos y enchufados a base de mentiras, como peones caros, para que el estado (que ellos moldean a su antojo), intervenga solamente en cuestiones puntuales como; Minimizar impuestos a sus empresas, aplicación de leyes para abaratar los costes de mano de obra, poner límites a los derechos de los trabajadores, suministrar dinero público para hacer obras, deteriorar los servicios sociales para ofrecer su “eficiencia” privada, “justicia” acorde con sus tropelías y con la mira torcida, así por ello, poder vivir sin agobios y poder incrementar sus ganancias; Para poder sustentar todo esto, necesitan los aparatos represivos, contra los trabajadores que “osen” cuestionar la explotación, pagados también como “no podría ser de otra manera” con dinero de los propios explotados.
Cada vez lo tienen más fácil, a saber: Antes no era difícil conocer quién era el patrón, el empresario; Hoy ya eso ha cambiado, las riquezas se concentran cada minuto en menos dueños, los cuales y sentados delante de un computador, se compran y se venden “sus” patrimonios entre ellos, lo que antes hacían con dinero en mano y desplazamientos físicos, hoy lo hacen por medio de acciones intangibles, en muchos casos, jamás pisarán el umbral de sus empresas adquiridas, por tanto al ser un grupo cada vez más reducido, les resulta menos tedioso ponerse de acuerdo en cómo imponer sus normas, basadas en la mezquindad salvaje.
EN POCAS PALABRAS, O SE GOBIERNA POR Y PARA EL PUEBLO O SE ES GOBERNADO POR LAS ÉLITES ECONÓMICAS, NO HAY MEDIAS TINTAS.
De esto, ya muchos pueblos se han dado cuenta.
La tachada delincuencia, (muchas veces analizada con demasiada ligereza), hija de la marginalidad, que ha sido creada durante años, por la élite de poder y algunos partidos políticos afines a ella, es una de las herencias mas malditas que ha heredado la izquierda en lugares como por ejemplo Latinoamérica y que a ésta altura, es casi imposible erradicar, sino se arrancan los privilegios de clase, para poder reordenar la sociedad con un sistema de distribución equitativa desde el poder popular.
Los que luchan por los cambios, están obligados a nadar entre cocodrilos, que para nada están dispuestos a compartir el cauce sin cobrar un descomunal peaje y de eso son conscientes los pueblos, que han tenido que admitir, que el camino es largo aunque se haya logrado obtener el gobierno, saben que el poder está en otro lado, que los verdaderos y de momento, “poderosos”, no se sientan en escaños políticos, no les interesa estar visibles, tienen peones para esa función. A pesar de eso, muchos siguen avanzando hacia los objetivos, involucrando a los trabajadores, para que sean ellos mismos los protagonistas de las transformaciones, acudiendo a los puestos de trabajo y a los barrios, con sindicatos y partidos de izquierda con fuerte convicción de clase.
Ese es el camino, el enemigo sabe que tiene el tiempo contado, los pueblos conscientes saben que el secreto está en sumar voluntades y como decía Zitarrosa: “No hay nada mas sin apuro, que un pueblo haciendo su historia”.
Ruben Ángel Vicco Gianetti
Muy buen artículo camarada, como tu dices con algunas diferencias ahora estamos entre los necesitados, es lo que devería salir en la prensa, lamentablemente en esta manda quien manda. felicidades, salud
Publicado por: Paco | 06/04/2013 en 09:30 p.m.