José Luis Valdés* / Artículos de opinión.- Hace un tiempo fui a saludar a un amigo canario que conocí en el exilio de la emigración el cual ocupa actualmente un cargo de director en una empresa. Mi sorpresa fue enorme cuando vi que en su despacho colgaba la foto de los Reyes Españoles, ya que mi amigo hace años era un destacado comunista y antimonárquico, defensor de la Republica Española.
De vez en cuando discutíamos sobre Canarias, en particular sobre la Independencia. Él consideraba que mi postura independentistas era aventurera, chovinista y pequeño burguesa, según él, Canarias no era una colonia, ya que los canarios tenemos los mismos “derechos”, pasaporte y carné de identidad como los españoles.
Yo defendía mis postulados diciéndole que el hecho de disponer de una documentación española no significa que los canarios seamos españoles, o que haya dejado Canarias de ser una colonia.
Las colonias, como el caso de Canarias, son fruto de un proceso histórico de ocupación por una nación extranjera de un territorio no autóctono y de relaciones desiguales de dependencia, tanto político como económico, con respecto al estado que lo coloniza.
Las Islas Canarias fueron fruto de un proceso del expansionismo europeo, en la época medieval, dirigido en particular hacia África y América, en busca de riquezas y nuevos mercados. Acostumbraba decirle a mi amigo que era obligación de la gente de izquierdas y en particular de los comunistas, el asumir el ejemplo de Carlos Marx, con respecto a Irlanda, y de Lenin, en cuanto a la India y restos de países colonizados del Mundo.
Considero como obligación de los verdaderos demócratas, el asumir el respeto del derecho de los pueblos a la autodeterminación, y facilitar a éstos la posibilidad de ser partícipes libres y directos en el desarrollo, soberanía e Independencia de sus territorios.
Los socialistas y comunistas en las colonias tenemos la obligación de potenciar estos derechos, apoyando a los sectores más democráticos y avanzados de la sociedad autóctona de las naciones colonizadas.
Cuando le pregunté a mi amigo lo de su cambio de postura, se puso a la defensiva y me dijo que hoy en España hay un “régimen de libertades democráticas”, yo le pregunté ¿para quien? también le dije si le había preguntado a los millones de parados del Estado y en particular a los de Canarias, que ostenta el record de más de un 30% de la población sin trabajo, la mayoría, jóvenes sin posibilidad a acceder al primer empleo, o a esas 600.000 personas bajo el umbral de la pobreza. Se puso nervioso y continuó a la defensiva, diciendo que actualmente en España todo el mundo puede votar, le contesté, que para ser un país libre no basta con depositar una papeleta cada cuatro años en una urna, ni tan siquiera la multiplicación de partidos políticos y sindicatos.
Cuando un sistema limita o restringe el derecho y voz a los que menos tienen, cuando la insolidaridad permite que un tercio de la población pase hambre y necesidades sociales, educativas, sanitarias, etc., suprime el derecho de una persona, un voto, aplicando un sistema electoral injusto que favorece a los que más dinero tienen y sosteniendo el poder, este sistema sigue siendo dictatorial y antidemocrático.
El caso es que la actitud de mi amigo es aplicable a una gran parte de personas que en una época de su vida se llenaron la boca en definiciones izquierdistas descalificando a compañeros de izquierdas por defender posicionamientos y postulados ideológicos distintos a los de ellos, pero tan pronto esta persona, supuestamente de izquierdas, tiene la oportunidad de conseguir un cargo o una responsabilidad política, renuncia a sus ideales para acabar bajo las redes del capitalismo, llegando incluso a vender su alma al diablo por un puñado de monedas, como judas.
Con esto no quiero decir que todos los que llegan a ostentar puestos de relevancia en el actual sistema capitalista, sean iguales, pero, el capitalismo es un laberinto lleno de trampas, y para no caer en ellas es imprescindible la consciencia ideológica, unida al mantenimiento de la ética permanente durante el transcurso de nuestras vidas, defendiendo aquello que consideramos justo, y lo justo, se contrapone al arribismo, sea este tanto personal, como político.
Mi amigo, el defensor de la teoría adaptada a sus interés, enfermo del “síndrome de Estocolmo”, fruto de la colonización y del complejo del colonizado, en plan oportunista se ha vendido al sistema echando para atrás los años de ética y principios que mantuvo durante su militancia de izquierda, aún, oportunamente mal interpretada su ideología del pasado, su planteamiento teórico en la práctica, por aquellos tiempos, era más avanzados de los que actualmente mantiene.
No todo vale en la vida y es preferible morir con el placer de haber luchado en defensa de la solidaridad y el reparto de la riqueza, que traicionar las ideas que durante años pregonamos. ¿La pregunta está ¿era realmente mi amigo comunista y republicano, o era un arribista mas adaptado a la época y al lugar en que se encontraba?
Por cierto, “mi amigo en este momento sigue considerándose de izquierdas porque vota PSOE”.
El ejemplo es para demostrar que en el tema de las ideas no todo lo que se viste de rojo, es rojo, menos aún cuando no hay relación ni sentimientos de clase en las personas que pretenden ser representantes o portavoces de las ideas revolucionarias.
Por una Canarias libre y socialista
Independencia y socialismo
Fuente: http://simandos.blogspot.com
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