Michel Balivo / Artículo de opinión.- Nuestros sicólogos y filósofos que se dan el tupé de hablar de “ciencias sociales”, hasta nuestros físicos y químicos han definido de muchos modos el amor. Es algo así como un músculo, un apéndice cardíaco hoy renovable o una secreción cerebral, una inyección de alguna feromona que estimula no se que cosa en el sistema nervioso, y entonces sucede esto, lo otro y lo de más allá. Hasta hablamos de “hacer el amor”.
Pero todavía estamos esperando que salga al mercado una inyección, algo que untarnos, una especie de viagra emocional que tomar oralmente que nos permita disfrutar auque sea unos minutos de esa maravillosa alucinación, de enamorarnos “a voluntad”. Somos hombres muy modernos pero en eso no hemos superado mental o emocionalmente a nuestros antepasados que pedían filtros, brebajes o perfumes mágicos a los brujos de turno, para seducir a las personas amadas que no les correspondían.
Sin embargo, amanecimos el lunes 18 de febrero con las mejores noticias que pudieran esperarse. Como les anticipé en el artículo “Cuando el planeta todo está en oración” publicado el 26/12/2012, el presidente Chávez ya volvió sonriente a Venezuela y el país, la nueva sensibilidad del planeta todo está de fiesta. Por allí anda la en muchos sentidos pobre gente de la oposición, haciendo inútiles esfuerzos para contener el desbordado río de la vida.Y es que por muy buen artista que seas, por muchos escenarios mediáticos que construyas no puedes imitar las poderosas fuerzas emocionales de las vida.
Seguramente la oposición debe andar buscando una especie de milagro, un alqumista como el de la novela del alemán Patrick Suskind “El perfume”, que les sintetice un filtro mágico con el cual untar sus candidatos para producir similares alucinaciones colectivas de amor por un líder. Les resulta muy difícil discernir que hemos “entrado” en nuevos tiempos y la truculenta politiquería en la que se educaron, en la que se formaron, a la que se habituaron, ya está herida de muerte.
Hoy en día es la voluntad política concretada en hechos sociales, la que nos orienta y abre las puertas hacia una distribución equitativa de los ingresos, lo cual comprendemos como el único modo da acercarnos al menos a poner los cimientos de la justicia y la paz social. Si eso es lo que realmente deseas y estás dispuesto a correr el riesgo de intentarlo, no necesitas analistas de discursos que midan las reacciones populares, el consabido rating.
Hay gente bien intencionada que ingenuamente intenta evaluar los pasos dados en Venezuela en esa dirección. Pero aún no hemos caído en cuenta de que todo lo que disponemos en cuanto a desencadenar y direccionar acontecimientos sociales, al igual que en los temas del amor son solo teorías, ideologías, especulaciones que nadie, ninguna revolución ha logrado comprobarnos con hechos. Y entonces una vez más, tenemos mil explicaciones para los motivos de su fracaso.
Pero explicaciones mediante o no, seguimos sin haberlo logrado. En palabras más directas seguimos infelices, frustrados, esperando que algo suceda, que alguien lo haga suceder, que el tiempo nos traiga momentos más agradables. Porque más allá del palabrerío dándonos cuenta o no, eso es lo que deseamos. ¿Qué otro móvil que la insatisfacción con un modelo social ya agotado en sus posibilidades y/o superado por la conciencia, podria haber para desear cambiar nuestras formas de vida, para comprometernos con una revolución?
A quien aún acepta sin mucha reflexión que los pensamientos y sentimientos son una especie de excreción cerebral o cardíaca, una simple y mecánica reacción a estímulos del medio, debe parecerle totalmente normal por asociación o contigüidad pensar que las enormes torres de los centros comerciales que florecen hoy en día por doquier, son una manifestación de los nuevos tiempos y las revoluciones de los pueblos, de los modernos esclavos, una antigüedad pasada de moda. Pero no debe ser fácil para esa mentalidad ingenua o poco reflexiva explicar, si es que acaso se lo pregunta, cómo en esa parcela de realidad tan ordenadita, tan “decente”, irrumpen hechos inesperados, inéditos históricamente. Como la rebelión cívico militar que trajo de nuevo al presidente Chávez secuestrado o derrotó el sabotaje petrolero planificado al detalle por la inteligencia internacional, que pretendía hacerse de nuevo con el petróleo venezolano paralizando la economía, hambreando al pueblo, derrotando la inexperta revolución aún en pañales.
Una vez más, explicación mediante o no la revolución continúa su marcha mientras otros modelos se desmoronan y van quedando atrás. Los tiempos han cambiado, la televisión nos bombardea en tiempo real con noticias nacionales e internacionales marcando nuestros ritmos mentales con una variedad de estímulos intensos, cargados de dramatismo que somos incapaces de asimilar. Pero al día siguiente ya todo eso es noticia vieja y otros escenarios vienen a desplazarlas. Así paseamos como sonámbulos masticando información que no tenemos como metabolizar, indigestándonos, saturando nuestros sentidos hasta que solo deseamos apagar la TV, enterrar la cabeza como el avestruz, no saber nada, huir al campo a ver si cuando regresemos ya todo eso pasó como una pesadilla de la que despertamos aliviados. Vivimos tiempos acelerados de desgaste de los viejos modelos y no es fácil encontrar referencias orientadoras que los sustituyan.
¿De qué carece, qué es lo que más le hace falta a nuestra época, a nuestra siquis colectiva? Coherencia. Y la definición más simple y neta de coherencia es ser fiel en los hechos a lo que expresan tus palabras. Si le preguntas a cualquier humilde venezolano en la calle que piensa de la coherencia de su presidente te responderá sin dudarlo, “si el presidente Chávez lo dijo es porque lo va a hacer o ya lo está haciendo”. Y por asociación lo mismo piensa de su equipo de gobierno cuando le informa sobre la salud de su presidente.
¿Y qué dice el presidente de la oposición? Que necesita una oposición seria, políticos de verdad con quien se pueda dialogar, debatir. El partido Primero Justicia por ejemplo se fundó con fondos ilícitos que la madre de uno de sus participantes sustrajo ilegalmente de PDVSA. Así operaba la vieja guardia política, muchos padres adinerados compraban puestos de diputados para sus muchachos. El candidato presidencial de la oposición fue uno de ellos.
¿Y qué dice la oposición del presidente Chávez? Que es dictatorial, impositivo. Es su modo de decir que no negocia al viejo estilo de “cuanto hay pa´mí”. No soportan, no les entra en la cabezota que la justicia y los derechos sean iguales para todos como lo establece la constitución. A ellos les gusta la “flexibilidad”. Por ejemplo, cuando se trata de estafar los ahorros de la gente llevándoselos del país, dando quiebra y pidiendo que el gobierno se los reponga con fondos púbilcos.
Eso sucede ahora en EEUU y Europa. Pero en Vezuela por el contrario, el gobierno le repuso sus ahorros a la gente y llevó a juicio a los banqueros que en complicidad con jueces se escaparon del país. Ahora los banqueros y jueces viven en Miami, son tratados como perseguidos políticos y se pretende juzgar al gobierno venezolano por irrespetar o violar sus derechos humanos. De hecho se lo condenó a pagar reivindicaciones a terroristas que pusieron bombas en las embajadas de España y Cuba.
Filósofos y pensadores de todas las épocas se han devanado los sesos y han llenado libros cuando disponían de ellos, preguntándose y tratando de responder por qué la experiencia de vida siempre resulta frustrante, insatisfactoria. ¿Cómo ha llegado el mundo y la humanidad a la presente y lamentable condición? Marx fue uno de los relativamente modernos pensadores que preocupado por su época realizó este ejercicio reflexivo y sacó sus particulares conclusiones.
Más allá del pecado original, el hombre como el peor de los predadores y nuestra especialidad de culpar siempre a los demás, hoy podríamos preguntarnos con sencillez, ¿cuál puede ser la experiencia, el mundo resultante de una conducta incoherente? ¿Que tipo de mundo podemos construir pensando una cosa, sintiendo otra y haciendo lo contrario? ¿O acaso no educamos a nuestros hijos diciéndoles que hagan lo que les decimos más no lo que hacemos?
Tal vez de aquí en adelante y mientras desarrollamos los circuitos de una mayor conciencia de sí, de nosotros mismos, debiéramos andar por la calle siempre con un espejo delante para poder observarnos en acción. Tampoco sería mala idea aunque tal vez todavía un poco cara, el filmarnos. Sobre todo en los momentos de mayor intensidad y automatismo, para observar luego el “repit replay” en intimidad y ver si aún nos reconocemos con agrado, sin sobresaltarnos.
En todo caso y más allá de las bromas estamos felices, exultantes con el regreso de nuestro presidente. Se prendió la fiesta y no habrá aves de mal augurio que la puedan detener ni acallar. Bienvenido a tu casa presidente, tu pueblo te acoge y protege. Gracias Fidel, gracias Cuba por cuidar a nuestro presidente con tanta dedicación esmero y amor. Si de algún modo se tejen lazos indestructibles, el sincero y profundo agradecimiento debe ser uno de ellos.
Michel Balivo
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