J.M. Álvarez * / Artículo de opinión.- Sabíamos de la deriva de la enfermedad de Hugo Chávez. Él mismo lo dio a entender en las pasadas elecciones donde vino a decir que de encontrarse mejor físicamente, habría conseguido una victoria mucho mayor.
En su reciente viaje a Cuba leímos (magnífico invento Internet) de qué se trataba la oxigenación hiperbárica, ello, unido a lo que se comentaba en los círculos donde nos movemos, no daba pie al optimismo. Fieles a nuestra línea de no dar cancha a los imperialistas, optamos por seguir la línea del gobierno de Caracas que hacía lo propio. Lo revolucionario es decir la verdad pero estamos en guerra y si al enemigo se le derriba un avión hay que decir que fueron tres.
En alguna ocasión hemos manifestado que si la radioterapia funcionaba, Chávez podría alcanzar algún mandato más aunque no muriera de viejo. Con esto no queremos decir que esté en las últimas, ni mucho menos, pero su anuncio es esclarecedor: el cáncer ha regresado y todo parece indicar que no pueda seguir al frente de la presidencia de la República.
Su relevo sería Nicolás Maduro un magnífico candidato, como también nos lo parece Roy Chaderton; sin embargo, el primero es mucho más joven; por tanto cuenta con mayor capacidad física. Afirmamos que en caso de nuevas elecciones ganará, sin duda, el chavismo a no ser que el oportunismo mine la cohesión de las fuerzas populares. Por desgracia, en España tuvimos, y tememos, ejemplos sobrados de ello.
Si finalmente, por las razones que el futuro determine, el presidente Chávez tiene que alejarse de la vida política, no duden- por suerte para el proceso que se desarrolla en Venezuela- que su sombra es, o será, muy alargada en el tiempo.
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