José Enrique Centén Martín / Artículo de opinión.- El nacionalismo en España es incompatible con la democracia, aunque este exprese su pacifismo, es incongruente, dado el dogmatismo que encierra realmente, y si nos atenemos al fenómeno histórico descubrimos realmente su raíz, todos surgieron a finales del siglo XVIII, después de la independencia de los EEUU. Partidos políticos de ciertas regiones no quieren formar parte de este Estado, reclaman el suyo propio, cuando nunca ha existido como tal, son en general el prejuicio y la rivalidad particular de ciertas nacionalidades, sus principios están siempre agitados por el interés privado de los hombres de negocios y son los que orientan todos estos asuntos. Son corrientes ideológicas, de reacción neotribal contra el universalismo y el racionalismo, siendo a su vez un sentimiento fanático y destructor de dominio sobre sus propias minorías nacionales, que también poseen dentro de ese territorio nacional al que dicen tener derecho.
España, no tiene ningún rasgo distintivo único, la nación es respetuosa de sus minorías y diversidades integradas en su territorio, es un conjunto de rasgos, que en determinadas regiones destacan unos y en otras otros, es un conjunto de integración de todas las regiones, es un Estado plural que está en contraposición a la forma de Estado paternalista pregonado por la dictadura pasada, con su pretensión de Estado, uno-grande-libre, aboliendo las raíces de todos los demás en la más pura doctrina fascista de su época. Nuestra forma de Estado está articulada de forma tal, que la igualdad de derechos de los ciudadanos es irrenunciable, sean de donde sean, incluyendo las distintas regiones o nacionalidades que viven en territorios delimitados históricamente, estas a su vez están inextricablemente mezcladas con todas las nacionalidades de migraciones españolas que como mano de obra les ha hecho crecer, y si este "matiz" lo soslayamos, podría provocar una auténtica crisis nacional permanente dada la diversidad regional en cada una de ellas.
Un problema a resolver será, el tratamiento de esos miles de inmigrantes españoles, ¿les harán ciudadanos de pleno derecho?, a sus hijos pueden que los admitan como tal, pero seguro que algún nativo reclamará pureza de sangre, para distinguirlos, es cuestión de tiempo, ya de antiguo viene la conversión de apellidos y nombres.
El Estado español es el garante de la igualdad entre sus diversas nacionalidades, y de debe ser ejecutora de la abolición de todo privilegio que pueda ejercer una sobre cualquier otra. El supuesto derecho de ciertas nacionalidades a disponer de sí mismas, se convierte en una fórmula vacía, porque realmente está ocultando los intereses particulares económicos de los dirigentes autonómicos, es un modo de engañar a su supuesta ciudadanía con la peculiaridad y el idioma propio, al no revelar sus verdaderas pretensiones, los intereses económicos particulares, no el de sus ciudadanos, quieren crear su “uninación”, igual al dictador que nos sumió en décadas de oscurantismo y falta de libertades.
José Enrique Centén Martín
http://www.vitrubio03.es
Comentarios