José Enrique Centén Martín / Artículo de opinión.- La multitud asalariada se levanta contra el gobernante y los parlamentarios no siempre por sus excesos tiránicos al uso, sino por una causa inconsciente pero totalmente real: la escasez y la penuria, donde les han llevado, con su política económica.
La presión de la indigencia sobre los parados y asalariados, en combinación con su hábito de atribuir sus causas al gobernante como alcázar y guardián del despotismo. Puede ser la causa por la que todo gobierno tienda a su propia destrucción al ponerse una venda en los ojos o mirar en otra dirección, en lugar de representar a la ciudadanía.
Estos gobiernos y muchos de los parlamentarios, se encuentran enteramente a merced del Capital, poder anónimo e inhumano, como fuerza ciega que crea trabajo o lo niega en tiempo de crisis, a merced de él también al poseer indirectamente la vida del trabajador a través del empleo que puede darle o quitarle. Cuando la obligación de los gobernantes y parlamentarios elegidos democráticamente, es ser garantes del bienestar social de toda la nación, no solo de una minoría, entre los que se encuentran ellos.
Por la actitud de estos gobernantes traidores a la confianza depositada en ellos, los parados y asalariados están en su derecho en eliminar esta enajenación a la que están sometidos. Pretenden que los ciudadanos seamos vasallos del patrón con sus propuestas laborales, al igual que los siervos del medievo, ellos estaban atados al terreno en que vivían y debían trabajar varios días a la semana para su señor, de quien recibían una protección a veces hipotética, y al que estaban sometidos en términos absolutos, ya que su propio amo era el que administraba justicia. Actualmente pretenden lo mismo con todo acto o manifestación, donde la ciudadanía muestra su disconformidad reclamando a sus gobernantes que miren en interés general y no en el de las grandes corporaciones.
Pretenden incluso reformar la constitución en su artículo 21, para criminalizar las protestas y manifestaciones pacíficas, cuando los criminales son el gobierno y los parlamentarios que les secundan, al dejar en el paro y en la indigencia a millones de personas, permitiendo a los bancos el desahucio de viviendas y seguir pagando la deuda, por los intereses de usura que aplican, negando la asistencia médica si llevas más de dos años en paro. Criminal es el gobierno y partidos políticos actuales, por dejación, al permitir la expulsión de funcionarios, maestros, médicos, enfermeros, agentes sociales, para engrosar el paro y acabar con el bienestar social. Pero nombran a infinidad de asesores y altos cargos con sueldos que representan más de cinco veces al sueldo de los cada uno de los maestros, funcionarios y los partidos políticos que presuntamente están en contra de estas medidas, callan, no secundan, ni están en estas protestas, o son capaces de banalizar las justas reivindicaciones manifestando que ellos ocupan o acosan el Congreso desde dentro, por esta y otras declaraciones parlamentarias, se desconfía de ellos.
La forma de actuar de nuestros políticos, hace vigente el discurso de Charles Chaplin en el "El gran dictador", la avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca, a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos.
Estos gobiernos juntos a los parlamentarios que actúan a espaldas de sus votantes, es el objetivo de las protestas y manifestaciones. Exigimos una nueva representación real de la ciudadanía, un Estado participativo, donde tengamos voz además de voto.
José Enrique Centén Martín
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