José Enrique Centén Martín / Artículo de opinión.- El español, idioma materno de 350 millones de personas en el mundo. Además de España, es el idioma oficial de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guinea Ecuatorial, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Segundo idioma en Brasil. Se habla ampliamente en otras naciones incluyendo Canadá, Marruecos, Filipinas y los Estados Unidos. Con creciente auge en China y Japón
En España, a muchos les molesta decir que habla español, por supuesta connotación derechista, pero mucho más ridículo es decir que es el castellano, para establecer una separación ideológica, yo también lo hice, craso error que intentaré explicar.
Desde que la península más occidental de Europa se llamaba, Span o Spania, por fenicios y cartagineses (significaba país escondido y remoto) extremo de la cultura mediterránea de entonces. También llamada Shphanimo por los fenicios, (cuyo significado era tierra de conejos, por su abundancia). O Iberia por los griegos. Hispania por los romanos.
En algún momento a finales del siglo VI a.n.e., los primeros habitantes de la región, los ibéricos, comenzaron a mezclarse con los celtas, pueblos nómadas de Europa central. Los dos grupos formaron un pueblo denominado Celtibéricos, hablantes de una forma de celta. Ya entonces hubo aportación de palabras de las diferentes tribus, el celtíbero (camino o cerveza), el ligur (sufijos como “asco” para nombres propios como “viascon”, y ”usco” para “orusco” ), el lusitano ( abolengo y realengo), el ibero ( arroyo, bacalao y boina) y el tartesio (garabato).
Bajo el gobierno del imperio romano, en el año 19, la región se hizo conocida como Hispania, y sus habitantes aprendieron el primer idioma como tal, el latín, de comerciantes, colonizadores, administradores y soldados romanos. Cuando el latín clásico de las clases educadas de Roma se mezcló con las lenguas pre-romanas de los ibéricos, celtas y cartagineses, apareció una lengua llamada latín vulgar. Siguió los modelos básicos del latín pero tomó y añadió palabras de otras lenguas. Es el origen de los dialectos y de la evolución lingüística del latín vulgar. Los dialectos surgieron en la península ibérica (Hispania) durante la edad media. El castellano es una de las lenguas romance en la subfamilia itálica de la familia de idiomas indoeuropeos.
Penetraron por el norte los Vándalos en el 409, procedente de centroeuropa asentándose en lo que es ahora el País Vasco, y ante el empuje Visigodo pasaron a África en el 430, los Visigodos lo hicieron por el acoso de las tribus germánicas de Europa oriental y de lo Hunnos. Al asentarse los Visigodos en la Hispania romana en el siglo V, el latín continuó siendo el idioma oficial del gobierno y la cultura, hasta aproximadamente el año 719. Las aportaciones germánicas al idioma fueron: guerra, tregua, yelmo, estribo, espuela, brida, guarnir, robar, marca “terreno fronterizo” (por ej. la Marca Hispánica), rapar, guardar, guisa, triscar, ropa, rico, arpa, bando, barón, blanco, blandir, dardo, esgrimir, esmalte, esquila cencerro, falda, fieltro, flecha (que sustituyó al autóctono, derivado de SAGITTA, saeta), gerifalte, guante, orgullo, agasajar, arenga, espía, espiar, broza, estaca, guadaña, hato, moho, rapar, rueca, sacar...
Cuando grupos islámicos del norte de África, llamados por los reinos godos en su ayuda en el año 711, penetraron y finalmente completaron su conquista de toda Hispania. Introdujeron el árabe y un dialecto afín llamado Mozárabe, ambos se hablaron ampliamente en la España islámica, excepto en unos cuantos reinos cristianos lejanos que se encontraban en el norte, como Asturias, en donde el latín vulgar sobrevivió. En las invasiones árabes también vinieron los bereberes, tribus que en su idioma contienen más de 3.000 fonemas parecidos al euskera, posiblemente por la influencia de los Vándalos, empujados por los Visigodos hacia el norte de África hasta Túnez a partir del año 430, ocupando la costa norteafricana.
Durante la ocupación árabe, el intercambio cultural fue muy fructífero y enriquecedor en todos los sentidos. Fue una época de convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos, lo que dio esplendor a la cultura peninsular. La lengua incorporó una gran cantidad de arabismos que seguimos usando hasta la actualidad. Unos cuantos ejemplos son: azul, alfombra, atalaya, aceite, aceituna, acequia, albañil, alcalde, alcantarilla, alcoba, alcohol, alfalfa, algodón, alhelí, almohada, alquimia, azahar, azogue, azotea, azúcar, taza, azucena, azufre, azulejo, cifra, edil, hazaña, álgebra, jarabe, jinete, laúd, jarra, limón, naranja, sandía, tabique, tambor, zanahoria, albahaca, berenjena y muchas más
El catalán y el castellano son lenguas hermanas: las dos han salido de la misma madre, el latín, y se han criado en la misma casa, la Península Ibérica. Han crecido juntas, y como buenas hermanas que son, se han prestado muchas cosas a lo largo de los años. Por eso en español encontramos hoy un número nada desdeñable de léxicos de minorías lingüísticas.
La aportación léxica del catalán:
Desde el nombre de nuestra moneda hasta la llegada del euro la PESETA. La primera pieza que se acuñó con la inscripción pesetas fue una pieza acuñada en Barcelona de 2 1/2 pesetas, en 1808, durante la dominación napoleónica.
La palabra peseta procede de la catalana peceta "piececita", diminutivo de peça "pieza'", nombre con que se conocía desde el siglo XV a algunas monedas de plata y que más tarde designó al real de a dos. Aportó al castellano: paella, alioli, dátil, turrón, ensaimada, perol, butifarra, paella, seo, nao, anguila, anís, armatoste, bandolero, barraca, cartel, clavel, cortapisa, cuartel, entremés, faena, forastero, grúa, ferretería, vinagre, peseta, cordel, cantimplora, capicúa, faena, granel, papel, retal, esquirol, bajel, guante, pólvora, pincel, sastre, orate, charnego, forastero, barraca, retrete, picaporte clavel, trébol, añoranza, salvaje, y otras muchas sin sospechar que en su día fueron préstamos.
La aportación léxica del euskera:
Ciertos rasgos del vasco están en los cimientos del castellano, este contiene cinco vocales, y son precisamente las mismas con las que cuenta el euskera. La pérdida de la F inicial latina, producida en los dos idiomas, en las mismas épocas. La indistinción entre B y V, así como la aparición de A ante un complemento directo.
Por supuesto, el español incorporó también vocablos del vasco, tales como izquierda, pizarra, ascua, boina, aquelarre, angula, chabola, aquelarre, chabola, mús, chistera, chabola, chirimbolo, chirimiri, chatarra, por su parecido fonético, por ejemplo: Bizarro: bizar, barba, cencerro: zinzerri, chaparro: txapar, charro: txar, malo, chistera: txistera, gabarra: kabarra, gamarra: gamar, ganzúa: ganzu, ódago: hor dago (ahí está), socarrar: sugartu, zamarra: zamar, zurrón: zorro, izquierda: ezquerra, sin olvidar que los bereberes también introdujeron algo del vasco, ya que existen alrededor 3000 fonemas iguales.
La aportación léxica del gallego:
Ledo, alguien, morriña, macho, sarao, chubasco, chopo, achantarse, vigía, arisco, payo y, cómo no, Galicia.
La aportación léxica de América:
Traído por los conquistadores, pertenecientes a lenguas vernáculas (taino, náhuatl, quechua):
maíz, maní, papaya, tabaco, tomate, chocolate, mandioca, coco, cóndor, pimiento, tiburón, mapache, guanaco, puma, tucán, chinchilla, canoa, piragua, carpa, cayo, huracán, cigarro, ají, chile, porotos, verdes, ejotes, choclo, elote, palta , aguacate, cacahuete…
Todos ellos se han influenciado entre sí, y aquel primitivo castellano lo han convertido en el español actual. Los mestizajes de los pueblos desde la antigüedad ha sido parte de la variedad lingüística, algunos intentan amoldar vocablos al suyo como si fuesen propios. Ninguna de las lenguas del pueblo español es pura, todas están influenciadas por todas, y cuando llaman algunos de ellos al idioma de la nación, español de forma peyorativa, insulta al suyo propio, su lengua está íntimamente ligada a él. Desde Span, Spania, Iberia, Hispania, Al-Ándalus, Sefarad, el crisol de lenguas aportadas por todos los pueblos fuesen invasores o peninsulares, como fueron los iberos, tartesos, occitanos, celtas, ligures, lusitanos, romanos, germanos, árabes, castellanos, gallegos, euskaldunes, catalanes, valencianos, el artículo balear, el bable astur…, o los importados como el taino, náhuatl, quechua, todos ellos han conformado el idioma español. Actualmente incluso la influencia del anglicanismo también se está contemplando, en nuestro diccionario.
Por ese motivo no me avergüenzo al decir que hablo, español.
Todos los países tienen una lengua oficial, muchos de ellos con minorías lingüísticas, a veces ignoradas, aun siendo importante para los distintos pueblos el conservar su lengua y no perder sus raíces. No es nuestro caso, como tampoco debe ser el imponer la lengua propia como lengua para su comunidad, en detrimento de la oficial del Estado. La cooficialidad significa segunda lengua, tras la del Estado. Pero determinados dirigentes, de una comunidad en concreto de España, se expresan siempre ante los medios nacionales en su lengua vernácula, exasperando por la falta de respeto al resto del Estado y de las comunidades autónomas, esa actitud los convierte en lo mismo a aquellos a quienes critican por condenar toda diversidad lingüística.
José Enrique Centén Martín
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