Manuel Medina* / Artículo de opinión.- El pasado martes, sobre las tres de la tarde, murió Santiago Carrillo Solares mientras dormía plácidamente la siesta. Los más destacados representantes del establishment político - y también económico - han descargado todo género de elogios sobre la figura del difunto. El propio monarca tuvo la deferencia de acercarse junto a su esposa hasta el domicilio del político desaparecido para expresar sus condolencias a los familiares. ¿A qué responde la unanimidad en el dolor de los poderosos ante la desaparición de un presunto comunista? Históricamente no son estos los sentimientos que se suelen producir entre quienes detentan el poder cuando un comunista desaparece del mundo de los vivos. Vale la pena, pues, que tratemos de desentrañar la razones que provocan tan generalizada tristeza.
BREVES REFERENCIAS BIOGRÁFICAS DE SANTIAGO CARRILLO
Carrillo nació en el año 1915, por lo que el próximo mes de enero habría cumplido los 98 años de edad. Su trayectoria política se extendió prácticamente a lo largo de todo el siglo XX. Hijo de un conocido dirigente del PSOE, Wenceslao Carrillo, ingresó en las filas de las Juventudes Socialistas a finales de la década de los años 20. En 1930, con tan sólo 15 años, inició su colaboración como periodista en la publicación "El Socialista", órgano de expresión del PSOE, cubriendo la información del Parlamento de la II República. A partir de entonces Santiago Carrillo se convierte en un político profesional hasta el final de sus días.
En 1934 Carrillo es detenido por su participación en la revolución de Asturias. A la salida de prisión, en 1936, es invitado por los representantes de la Internacional Comunista en España a visitar la URSS, donde queda deslumbrado por los triunfos alcanzados por la revolución soviética. Como resultado de estos contactos, las Juventudes Socialistas y Comunistas se unifican en una sola organización, las JSU. Carrillo fue nombrado Secretario General de la recién constituida organización. En octubre de 1936, Santiago Carrillo ingresa en el Partido Comunista de España. En 1939, derrotada la república, Carrillo parte para Francia, permaneciendo en el exilio hasta 1976.
En 1960 es nombrado Secretario General del PCE. En 1976, tras morir Franco, Santiago Carrillo regresa clandestinamente a España donde es detenido y puesto en libertad unas semanas después. En noviembre de 1982, el hasta entonces Secretario General, acosado por la crisis interna del partido, abandona la dirección del PCE, que pone en manos de Gerardo Iglesias, un joven dirigente asturiano en cuya fidelidad había confiado.
Un par de años después abandona el Partido Comunista y crea el PTE (Partido de los Trabajadores de España), organización que tiene una corta vida de tan solo un par de años. A partir de la disolución de esta organización, diseñada ad hoc para estar en condiciones de poder "negociar" su inserción en el PSOE, los militantes del mismo ingresan en aluvión en el partido de Felipe González. Carrillo, en cambio, pretextando su edad se retira de la vida política activa.
CON CARRILLO ESTÁ MURIENDO TAMBIÉN LA INSTITUCIONALIDAD QUE ÉL AYUDÓ A CONSTRUIR
Santiago Carrillo departiendo animadamente con Manuel Fraga. La muerte de Santiago Carrillo viene a coincidir con el cuestionamiento socialmente generalizado del sistema político y económico a cuya construcción él prestó un inestimable servicio. Carrillo no sólo fue el protagonista teórico de la socialdemocratización de una parte del movimiento comunista internacional, sino que su figura fue decisiva a la hora de conformar en el Estado español una institucionalidad monárquica que permitiera a las clases sociales hegemónicas continuar detentando, en régimen de monopolio, el poder del que habían disfrutado durante los casi 40 años de dictadura.
El peso del prestigio que en los años de la llamada "Transición" tenía Carrillo como dirigente incuestionable del PCE fue determinante en la aceptación por parte de la militancia comunista del régimen instaurado por el heredero del Dictador. La imposición de la bandera rojigualda, la liquidación de la histórica reivindicación republicana como alternativa al sistema político franquista y el beneplácito en la implantación de una suerte de amnesia colectiva en relación con la Guerra Civil y la posterior lucha clandestina en la que perdieron la vida miles de combatientes comunistas, contaron con la explícita complicidad del personaje fallecido.
Gracias a su gestión política en el PCE, e indirectamente en el sindicato CC.OO., el movimiento obrero del estado emprendió la vía de la denominada "política de concertación", convirtiendo sus estructuras burocráticas en instituciones al servicio del poder. Los movimientos sociales creados durante la dictadura desaparecieron, o se convirtieron en apéndices partidarios sin apenas participación social. La dirección del PCE, con Carrillo a la cabeza, optó sin fisuras por la institucionalidad del sistema. A cambio, éste ofreció la garantía de blindar su existencia y la de los funcionarios de partidos y sindicatos, con subvenciones y canonjías diversas. De esa forma, progresivamente, las organizaciones que teóricamente tenían como función cuestionar al sistema político y económico dominante terminaron convirtiéndose en parte de su misma esencia y, consecuentemente, perdiendo toda representatividad social.
EL ESTABLISHMENT SE CONDUELE
Que el papel político del recién fallecido fue determinante para hacer posible el diseño de las actuales instituciones, lo comprendió claramente el Parlamento español en la tarde del pasado martes, cuando el pleno en peso, puesto en pie, homenajeó con un aplauso su memoria. Para Esteban González Pons, diputado del ultraconservador Partido Popular, Santiago Carrillo no sólo fue "uno de los protagonistas de la Transición", sino que afirmó tener la seguridad de que "la Historia recordará su contribución a la reconciliación de los españoles". El propio Mariano Rajoy calificó al finado como "un referente para la política española". Para el presidente de la Junta de Andalucía, el socialdemócrata José Antonio Griñán, "la reconciliación y el consenso hicieron posible la transición democrática: Carrillo fue su principal artífice". La diputada derechista, Rosa Díez, aseguró que “había que recordar su trabajo y esfuerzo por la concordia". Garrigues Walker, poderoso multimillonario, miembro de la Trilateral y representante de los intereses norteamericanos en España, dijo al ser entrevistado por la cadena televisiva "24 Horas" que "habría que seguir el ejemplo de las ideas de Santiago Carrillo, tanto en el terreno de la política como de la economía".
LA IZQUIERDA INSTITUCIONAL LLORA LA DESAPARICIÓN DE SU MANTRA SECRETO
Pero si los representantes institucionales de la derecha y de la socialdemocracia se deshicieron en apologías al recordar la memoria del ex comunista, los dirigentes del PCE e Izquierda Unida no se quedaron a la zaga. Gaspar Llamazares, por ejemplo, no tuvo empacho en decir que "se nos ha ido un pedacito de lo mejor de nuestra historia". Alberto Garzón, el joven diputado que la dirección de IU trata de convertir en su estrella mediática, destacó de la ideología de Santiago Carrillo -con una ignorancia digna de mejor causa- "su espíritu por superar el capitalismo". El secretario general del PCE, José Luis Centella, se atrevió a decir algo que estremecería en sus tumbas a los viejos militantes de ese Partido: que su fallecido antecesor "entregó su vida a la lucha y a la defensa del comunismo". Pero quien jugó fuerte para qué se materializara la coalición PSOE-IU en la Junta de Andalucía, fue aún más lejos cuando se aventuró a trasladar su pésame "a todos los comunistas y las comunistas de España".
Lo sorprendente de las dolidas honras fúnebres de estos destacados miembros de las actuales direcciones de IU y del PCE es que, hace tan solo un año y medio, el diario socialdemócrata "Público" destacaba en grandes titulares unas declaraciones de Carrillo en las que éste aseguraba que "El PCE está en vías de desaparición total". Y es posible que no le faltara razón en su negro augurio al viejo camaleón desaparecido, a tenor del empeño de sus actuales dirigentes en recorrer los mismos trillados senderos que hace 35 años marcara el finado tahúr del eurocomunismo. ¿O quizá hoy continúa siendo ese el objetivo subyacente?
* Manuel Medina es colaborador habitual de Canarias-Semanal
Fuente: http://canarias-semanal.com
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