José Enrique Centén Martín / Artículo de opinión.- El círculo, símbolo de la eternidad, la pretensión obsesiva hacia los hacia los asalariados, ser eternamente subyugados por el Capital. En la historia se puede distinguir varios modos de producción: el asiático, el antiguo, el feudal y el burgués, cuatro modos de organización social conocidos como estructuras sociales precapitalistas.
La confrontación social entre, hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, señor y vasallo, amo y jornalero, en una palabra entre opresor y oprimido, siempre en oposición mutua constante, que terminaba en una reconciliación de la sociedad o en la común ruina de los beligerantes, porque las diferencia culturales entre ellas, una con expertos en la manipulación para obtener mayores beneficios a costa de la otra, y la otra, sólo la cultura de la vida diaria para lograr la subsistencia y mejoras en su bienestar social presente y futuro, es la historia de la humanidad.
Pero las imposiciones del Capital está logrando la creación del Lumpenproletariat o subproletariado, mezcla de todos los tipos de producción, un ejército industrial de reserva, sumido en la miseria más absoluta, al que los capitalistas recurren sólo cuando la coyuntura económica es favorable y hace falta más mano de obra en sus factorías, ocurrió con la burbuja inmobiliaria, al traer mano de obra barata para sus megaconstrucciones.
En estos momentos, la masa marginal subproletaria vive en condiciones más infrahumanas que el asalariado, no tiene nada que perder, salvo sus cadenas. En esto se distingue del esclavo, el cual es, él mismo, objeto de posesión del dueño. El asalariado es en cierto sentido libre: puede dejar de trabajar, aunque la alternativa a la que le somete sea el paro y el hambre.
El Capital intenta incluso aniquilar el concepto de asalariado con la Reforma Laboral, sus leyes nos están equiparando a los Lumpenproletariat, con bajadas de sueldos, reducción de pagas extras, aumento de la jornada laboral, etcétera. Con todas estas medidas quieren lograr que los dominados, se sientan inferiores, presos del resentimiento. Es el origen de las ideologías igualitarias, que pretenden imponer la mediocridad a los mejores y suprimir la excelencia humana, rebajando a todos a una horma común y vulgar. Estábamos en el cenit del sistema de producción capitalista y en pocos años hemos retrocedido casi al estadio asiático y al esclavo, pretenden cerrar el círculo y que trabajemos por un puñado de monedas y nuestra bola de opio (la publicidad), evitando que pensemos, igual a aquellos que construyeron los ferrocarriles en los EEUU o el Canal de Panamá.
“Si solamente existe la condición de señor y la condición de siervo, existe la esfera del despotismo”, Hegel. La actual quietud indolente de los asalariados, contrasta con la acción de hace más de un siglo cuando los trabajadores empezaron con sus conquistas sociales, haciendo que la herencia de los primeros fuese la herencia de la siguiente, y así sucesivamente. Debemos de despertar para que nosotros mismos y nuestros hijos no seamos esa Lumpenproletariat, debemos de movilizarnos para tornar el círculo en una línea recta ascendente, la misma que desea el Capital para sus beneficios.
José Enrique Centén Martín
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