José Enrique Centén Martín / Artículo de opinión.- El Estado tiene la obligación de adquirir el papel fundamental en cuanto que debe ejercer una influencia sobre lo educativo, consagrando y sosteniendo las ideas y sentimientoscomunes, necesarios para que exista sociedad, el encargado directo de cumplir con esta función es el maestro, el “educador laico”. La función social de la educación es preparar al individuo para el buen desempeño de la tarea que más tarde le tocará realizar en la sociedad, es decir, moldear el carácter de manera tal que se aproxime al carácter social, para que sus deseoscoincidan con las necesidades propias de su función. Sócrates decía que el saber es, “la forma de hacernos mejores”, y como maestro del diálogo lo definía como el arma de combatir con la palabra, siendo el diálogo un pulso, no es buscar soluciones entre los participantes, es una negociación al no existir lo común, solo lo individual.
Para algunos gobiernos el binomio educación-cultura siempre ha sido un tanto subversivo. La ciencia y la tecnología ha sido en España una realidad marginal en su organización y contexto social. Utilizan la cultura al igual que los sofistas griegos, un medio, no como saber, fueron maestros que enseñaban a los jóvenes las artes necesarias para alcanzar el poder político en la sociedad ateniense, el conocimiento era un medio a utilizar, y utilizar las instituciones democráticas para medrar, al margen de otras consideraciones. Fueron los primeros pedagogos, enseñaban a hablar en público mediante la retórica (el arte de convencer, persuadir, el poder manipulador), enriqueciéndose por sus enseñanzas, pues la palabra era el acceso al poder. Manifestaban que “se puede convencer a cualquiera de cualquier cosa, porque no hay nada verdadero ni falso”, todo es cuestión de técnica, no hay límites para ello, todo es relativo al hombre, Retórica no es Dialéctica (resolver problemas en común).
Para los actuales “retroliberales” solo existe la retórica, y si no consiguen su fin con ella, imponen sus postulados a través de cualquier medio, incluso por la fuerza, una de ellas es la privatización de la educación, abandonando la pública a su más mínima expresión, defensores a ultranza del ejercicio del poder Oligárquico, definido por Platón, como el “dominio de unos pocos (los ricos), estos generan riqueza pero a su vez desigualdad, donde el éxito y la riqueza prima sobre todo”, queriendo que la educación sólo sea para la elite, para ellos. Frente a la otra forma de gobierno explicada por Platón, el gobierno de la Aristocracia, gobierno de los “aristori” o de “los mejores” y “más sabios”, se comprende como sabios a aquellos con una excelencia ética y moral, siendo Ética, la forma de entender la vida en la medida de que “debemos llegar a ser quienes somos en realidad, yendo de la apariencia a la realidad”. La Ética en la gobernanza de la nación reside en las necesidades de los ciudadanos y se ejerce a través de un Estado participativo, no es ejercerla solo con el voto cada cierto tiempo, también con voz propia en los debates del Congreso para que triunfe la Ética y, acabe con la manipulación de la cultura, que llegue al alcance de todos, para que sobresalgan los mejores, que son el futuro de la Nación, los que podrán sacarnos de la mediocridad donde nos quieren llevar, para ser sustento y siervos de esa casta oligárquica, pero al fin los de siempre, los estudiantes, se movilizan, al igual que en 1956, 1968 y sobre todo en los 70, ejemplos a seguir.
Pueden y junto a ellos podemos cambiar el rumbo de los acontecimientos.
José Enrique Centén Martín
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