J.M. Álvarez * / Artículo de opinión.- La segunda jornada de la Marcha Obrera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en la provincia de Cádiz, se desarrolló entre la localidad de Puerto Real y la capital gaditana con la asistencia de unas cinco mil personas.
La larga y principal arteria de la capital de la provincia, estuvo tomada por la Policía Nacional que vigiló y cercó, a pie y en furgonetas, a los manifestantes exigiéndoles que mostraran el interior de bolsas y mochilas. Quizás el ministro Cuentacuentos (Interior) piensa que los que reciben al SAT llevan escondidas minas anti-bancos. La mayoría de los establecimientos comerciales y financieros han estado abiertos, custodiados por las fuerzas de choque de la burguesía.
Se puede estar de acuerdo o no con el dirigente del SAT y diputado autonómico andaluz, Juan Manuel Sánchez Gordillo. Más allá de algunas de sus apelaciones actuales (cuando cambie la correlación de fuerzas será otro cantar), forma parte de nuestra clase social, es uno de los nuestros. Estamos ante un personaje honesto, humilde y muy listo que sabe utilizar las circunstancias actuales, usando un discurso, a la vez sencillo e incendiario que llega, de inmediato, al pueblo llano. Sánchez Gordillo apela a la unidad de toda la izquierda para alcanzar los objetivos, confrontando así ese otro discurso de cierta “intelectualidad” que rezuma pesimismo y culpa a la gente de apatía. Hora es ya de que se enteren, de que la gente no es culpable de nada, sino víctima de la situación. Desterrar ese mensaje forma parte del que comienza a ser, un éxito estratégico del SAT. Por eso el régimen le teme.
Lo que empezara siendo una de tantas marchas de protestas campesinas con la única compañía de su gente, ha ido sumando progresivamente, más y más voluntades a la empresa iniciada por el SAT en Jaén. Organizaciones políticas, sindicales (excepto los siervos de siempre) y gente a nivel individual, recibieron en Cádiz de manera entusiasta al SAT y lo acompañaron hasta la Subdelegación de Gobierno recorriendo de punta a punta la ciudad, jaleados en ocasiones, por las bocinas de los coches afectados por la marcha y los aplausos de viandantes y curiosos.
El SAT de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero colapsó el tráfico rodado en Cádiz, pero también el sentimiento derrotista del “no hay nada que hacer”.
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