Jesús Giráldez Macía / Artículo de opinión.- Hace unas semanas el Parlamento de Canarias aprobó el recorte del recorte del recorte. Compungidos y afectados, los portavoces políticos nos explicaron que son medidas difíciles y dolorosas, que ojalá que no las hubiesen tenido que tomar, pero que, claro, a fin de cuentas, son medidas necesarias, vamos, que no queda otro remedio. Las medidas se resumen en dos: bajar por segunda vez el sueldo de los empleados públicos y subir el IGIC, el impuesto sobre el consumo que afecta a todo el mundo de la misma manera. Estas medidas, tan difíciles y dolorosas, se toman porque no hay otras partidas donde rascar.
Antes de este recorte del recorte de los recortes, el Gobierno de Canarias ya había reducido el presupuesto de los servicios que afectan a las personas empobrecidas. Recordemos que en Canarias, según el Instituto Nacional de Estadística, el 35'5% de sus habitantes resisten en condiciones de precariedad, es decir, una de cada tres personas no percibe los ingresos ni tiene las condiciones mínimas para asegurarse una vida digna. En el presupuesto de 2012 los Servicios Sociales de Canarias sufrieron un recorte de al menos 55 millones de euros, afectando de manera importante a las prestaciones básicas que se les debiera dispensar a esas personas a las que el sistema margina y excluye. Se supone que, en una situación como la actual, donde la exclusión, la marginalidad y la precariedad aumentan, lo lógico sería aumentar el «presupuesto social» para intentar paliar estas desigualdades, justo lo contrario de lo que hace el Gobierno de Canarias.
Estas medidas, tan dolorosas y difíciles, son tomadas al mismo tiempo que los presupuestos mantienen partidas millonarias, injustificadas socialmente. Aunque parezca surrealista, en los presupuestos de este año el Gobierno destina 608 mil euros para el proyecto de agujerear Tindaya. Con ese dinero, por ejemplo, cien personas de Canarias podrían recibir durante un año un salario de 500 euros mensuales. Se mantiene una partida de 4'5 millones de euros para la policía pretoriana del presidente Paulino, la denominada guanchancha. Con ese dinero, gastado innecesariamente, 750 personas podrían percibir 500 euros mensuales durante un año. Y la Radio Televisión Canaria cuenta con un presupuesto de 37 millones de euros. Haciendo la misma operación, con ese dinero 6.166 personas podrían percibir un salario mensual de 500 euros.
Nos hemos detenido en estas tres partidas porque explicitan la contradicción: el Gobierno de Canarias se sigue gastando el dinero en asuntos superfluos, sin ningún beneficio social, mientras se bajan las ayudas y se suprimen los proyectos destinados a evitar la exclusión. Con el dinero que se ahorraría de esas tres partidas 7.000 personas podrían empezar a respirar. Pero aún quedarían miles de ellas en las estadísticas de la miseria. No hay dinero.
¿No hay dinero? En esta tierra, con los indicadores sociales y de calidad de vida más bajos de todo el Estado, la gente más adinerada está exonerada de pagar impuestos. La clase empresarial, a través de la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC) puede librarse de pagar hasta el 90% de sus impuestos. Y ese dinero -que no ingresa la hacienda pública- se acumula para que el propio empresariado lo pueda volver a invertir en nuevos negocios. La RIC es una caja sin fondo y descontrolada, de tal manera que ni el propio empresariado ni el Gobierno de Canarias sabe a ciencia cierta cuánto dinero hay acumulado en estos momentos. Bajo este mecanismo de fraude fiscal legalizado se estima que, entre los años 1994 y 2002, Canarias dejó de ingresar más de 11.000 millones de euros. Algunos economistas consideran que calcular la actual dotación de la RIC en unos 4.000 millones de euros no es una estimación desmesurada. Con ese dinero -que tendría que haberse ingresado en las arcas públicas- más de 330.000 personas podrían recibir 1.000 euros mensuales durante un año. Y no nos vengan con tonterías de que la ley no lo permite, que aquí han modificado hasta la Constitución para someternos a la dictadura del déficit público.
No sé a ustedes, pero a mí, cuando oigo a los portavoces de este u otro gobierno lamentar los recortes porque son medidas difíciles y dolorosas, se me despierta cierto sentido primario, algo así como las ganas de soltarles un tollo en el totizo; aunque reconozco que mejor sería incorporarlos directamente a las estadísticas de la exclusión para que sientan en carne propia lo que es vivir en una situación difícil, llena de dolor.
Jesús Giráldez Macía
http://lapejiguera.blogspot.com.es/
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