Salvador López Arnal(*) / Artículo de opinión.- Italia y Alemania -no son los dos únicos casos- han sido, en estos dos últimos años, éxitos importantes del movimiento antinuclear: un país ha dicho no a lo nuclear de forma masiva en referéndum y otro –la cuarta potencia económica del mundo- abandona la era atómica. España podría sumarse a estos éxitos.
Manuel Adelantando, un ciudadano barcelonés, ha publicado recientemente una carta en el diario-global-imperial, un regalo a todas luces inmerecido para El País pronuclear, en la que señalaba algunos datos y reflexiones tan interesantes como los siguientes:
-Según la RED Eléctrica de España llevamos un decenio con excedencia en la producción eléctrica.
-Nuestra capacidad de generación sobredimensionada que va más allá, mucho más allá, de la aportación de los ocho reactores nucleares en funcionamiento en España actualmente: 8 GW frente a los 55 GW excedentarios.
-Si jubiláramos estas ocho centrales, se seguiría siendo excedentario. Con margen, con mucho margen.
-La jubilación (no anticipada, hace largo tiempo exigida) permitiría un desarrollo de las tecnologías renovables generando mucho más empleo del que generan las nucleares en su funcionamiento usual.
- Ni que decir tiene que el efecto colateral, los puestos de trabajo que pudieran suprimirse provisionalmente -aunque seguiría habiendo trabajo durante años con el desmantelamiento de los reactores y con el cuidado y tratamiento de los residuos generados-, serían, deben ser, un eje central de preocupación y alternativas en todo el proceso.
Los efectos de la apuesta por el cierre nuclear definitivo son conocidos por todos: punto final a la acumulación de residuos, fin de la generación de toneladas de estos productos de elevado riesgo y de larga duración, y eliminación del riesgo de nuevos Fukushimas.
Un dato complementario relacionado con las renovables, la apuesta energética de futuro según la mismísima Agencia Internacional de la Energía, la administración norteamericana o la china, para completar el círculo:
En España, aparte del nudo de la diversificación que representan, aparte de los puestos de trabajo que han generado, las renovables (sol, viento) suponen –o suponían habría que decir tal vez- disminución de importaciones de combustibles fósiles (asunto nada marginal en estos momentos), disminución de emisiones de CO2 (un nudo importante y real de lucha contra el cambio climático) y la creación de un tejido tecnológico-científico con valor de futuro. “Frente al zafio escenario usadependiente de Eurovegas, la apuesta autónoma e innovadora por las renovables”, ese podía ser el lema.
En 2010, hace apenas un par de años, España fue el primer productor de energía eólica en la UE, por delante incluso de Alemania. Se contribuyó con un 30% del total. Nada parecido en casi ningún otro sector.
La energía de origen eólico llegó a cubrir el 16 de Abril de 2010 nada menos que el 60,46 % de la demanda eléctrica peninsular: ¡más del 60%! Lo nunca visto.
Por si faltara algo, para ver claramente que no hablamos de sueños y quimeras (aunque también), hay proyectos que ya son realidades.
En diciembre de 2010, se creó en España la cooperativa “Som Energia” [SE] Radicada en Girona y de ámbito español, reúne en estos momentos a más de 2.800 socios (¿No se han apuntado? ¿Y a qué esperan?). Som Energia tiene una cubierta industrial en Lérida equipada con paneles fotovoltaicos en funcionamiento [2] y trabaja en varios proyectos con fotovoltaica y biogás.
Uno de sus objetivos centrales es comercializar electricidad de fuentes renovables. Esta iniciativa, señala Joaquim Sempere, toma pie en otras existentes en otros países cuya financiación –vértice de importancia- no pasa por las vías convencionales de la banca privada: Ecopower, en Bélgica (40.000 miembros); Enercoop, en Francia (10.000 miembros); EWS y Greenpeace Energy (en Alemania), con 110.000 y 100.000 miembros respectivamente. Además de vender energía, estas organizaciones impulsan instalaciones fotovoltaicas, eólicas, de biomasa u otras.
¿ Hay o no hay motivos para pensar que lo nuclear es una apuesta prescindible que responde a intereses minoritarios, irresponsables, que hipotecan además nuestro futuro? ¿Es o no es posible una España no nuclear?
¡Nucleares, EuroVegas: no, gracias!
Nota:
[1] L a energía eólica generó ese día (de fuertes vientos) 12.757 megavatios (MW) de los 21.098 MW que se consumieron, según datos facilitados por Red Eléctrica, el operador del sistema eléctrico español.
[2] Datos tomados de Joaquim Sempere, “Cooperativismo” http://www.mientrastanto.org/boletin-104/notas/cooperativismo
Salvador López Arnal
Salvador López Arnal es colaborador de rebelión y El Viejo Topo y discípulo de Francisco Fernández Buey, es coautor, junto a Eduard Rodríguez Farré, de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente. Los libros de El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2008.
* Profesor-tutor de Matemáticas en la UNED y enseñante de informática de ciclos formativos en el IES Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). Colabora normalmente en la revista "El Viejo Topo" y es coguionista y coeditor, junto con Joan Benach y Xavier Juncosa, de "Integral Sacristán" (El Viejo Topo, Barcelona, en prensa).
Salvador López Arnal es autor de Entre clásicos (La Oveja Roja, Madrid, en prensa).
Canarias Insurgente ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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