Pedro Fernández Arcila(*) / Artículo de opinión.- El tándem Bermúdez y Pérez parece abandonar su idea inicial de obtener rédito político por la gestión del PGO y, tras constatar que sus dotes embaucadoras con las plataformas vecinales no han dado fruto alguno, han decidido darle un sonoro carpetazo al PGO de Santa Cruz para evitar que se vuelva a resentir su pacto, sabiendo que esto último supondría mayor descrédito entre la ciudadanía y un mayor goce entre los enemigos que tienen dentro de sus partidos, que, por lo que se ve, andan revueltos.
El deseo de ese tándem por liquidar el debate sobre el Plan General se vislumbró con bastante claridad en el último pleno, donde decidieron desaprovechar una magnífica ocasión para rescatar a la política municipal el debate necesario sobre la ciudad que queremos. El reconocimiento de la caducidad del plan, además de, según mi modesta opinión, resultar poco discutible desde el punto de vista jurídico, hubiera sido una magnífica ocasión para que la nueva corporación pudiera revisar las propuestas urbanas y territoriales de ese documento y plasmar en los debates plenarios y comisiones técnicas las ideas que cada grupo municipal tuviera sobre Santa Cruz.
Existen abundantes argumentos para expresar la necesidad de rehabilitar el debate municipal sobre el PGO. En primer lugar, de los veintisiete concejales que en la actualidad formamos parte de la corporación sólo cuatro participaron en la fase más importante de elaboración de este documento de planeamiento ( 2007-2011), es decir casi el 90% de los representantes municipales elegidos democráticamente no hemos podido introducir en el documento más importante de nuestra ciudad ni una sola coma. En segundo lugar, uno de los partidos que ahora está en el gobierno mantuvo una beligerante oposición al contenido de ese documento, con lo que se daría la discordancia ,escasamente edificante desde el punto de vista democrático, de que, quien hizo bandera por revisar los postulados del PGO, apruebe ahora el documento de la etapa de Zerolo. En tercer lugar, resulta indispensable aliviar las tensiones con las plataformas ciudadanas, como las de Suroeste o la del fuera de ordenación, que, lejos de amilanar el debate, lo enriquecen porque en el fondo están planteando modelos de crecimiento que ellos demandan revisar de manera participativa.
Pero, sobre todo, no debemos sustraernos a la reflexión de que la crisis económica que padecemos tiene mucho que ver con la incultura de desarrollismo urbanístico que se asentó hace décadas en nuestras islas y del que es un fiel exponente el PGO de Santa Cruz que Bermúdez y Pérez están dispuesto a aprobar. Justamente las recetas para salir de esta crisis ocasionada por esa burbuja inmobiliaria afecta de lleno a la financiación pública que durante unos años podemos dar prácticamente por desaparecida. No es preciso extenderme demasiado si digo que este documento sin apoyo público con destino a la recuperación de los entornos urbanos más degradados u obtención de suelo para espacios verdes o dotaciones será otra cosa pero nunca será plan general. Desde mi punto de vista es un error garrafal aprobar un PGO que pertenece a otra política, otra cultura y otra economía. Por ello considero que darnos un tiempo para situar nuestra ciudad en estos cambios estructurales pautados es lo más prudente desde el punto de vista estratégico, es decir, de la política a largo plazo.
(*) Pedro Fernández Arcila. Concejal de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
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