Javier Doreste(*) / Artículos de opinión.- Corren tiempos curiosos para cualquier observador de la realidad, esté atento o no. La pandilla de facinerosos que nos gobierna no deja de sorprendernos. Los ministros de la cosa económica fueron representantes en su momento de gloriosos bancos y sociedades de inversión gloriosamente quebrados (Lehman Brothers, por ejemplo), el de Defensa ha sido consejero delegado de una empresa que se dedicaba a la fabricación de minas anti personas (empresa que ha denunciado al gobierno español por lucro cesante al no poder vender esas minas al ejercito patrio), la de Trabajo no ha trabajado en su vida (ni en bajada)… Ninguno de ellos tiene el menor desperdicio. Ese Gallardón que parece un monaguillo pillado bebiéndose el vino de misa, esa ministra de Sanidad recomendando remedios naturales como el ajo para combatir el resfriado (ni que fuera homeópata, con todos mis respetos para los homeópatas)… La Santamaría con la pinta de niña buena de colegio de monjas, el tonto del culo de Industria (no lo digo yo, que lo dice un correligionario suyo), la Secretaria de Universidades protestando de que haya gente que quiera investigar en este país (habrá leído lo de ¡que inventen ellos! De Unamuno)… por no hablar del que supuestamente los preside…
Pero entre todos ellos brilla y da esplendor el ministro Wert de Educación. Un individuo que desprecia argumentos como el de la familias sin recursos (según él los tienen y no los saben administrar), que renueva aumentando los acuerdos con los colegios religiosos y demás privados, que se carga asignaturas como la Educación para la Ciudadanía (debe ser porque no quieren ciudadanos sino súbditos). Ese pedazo de ministro que, sin darse cuenta, ha dignificado con un simple decreto al cerdo frente al alumno de la escuela pública.
Pues desde el año 2002 el Real Decreto 1135 de 31 de octubre dispone que en las granjas de cochinos el espacio asignado a cada marrano sea de un mínimo de 2,25 metros cuadrados.
Es decir, que si usted tiene 10 gorrinos tiene que ponerlos en un goro o pocilga o jaula de unos 22,5 metros cuadrados.
Pero desde este año 2012 el Real Decreto 14 dispone que los alumnos de primaria puedan estabularse hasta 30 por aula, los de secundaria entre 33 y 36 y los de bachillerato entre 39 y 40. Teniendo en cuenta las dimensiones medias de las aulas en la escuela pública eso da unos 1,5 metros cuadrados por alumno. Un metro cuadrado menos de espacio para los alumnos si los comparamos con los cerdos. Gobierno humanitario este, preocupado más por los cerdos que por los alumnos.
No quisiera que se modificara la normativa y volviera a ponerse a los cerdos en espacios reducidos, lo que aumentaría su estrés, el índice de enfermedades, contagios y gorrinadas, con la consiguiente pérdida de calidad en la carne marrana.
Todo lo contrario. Lo que quisiera es que se evitara el estrés de profesores y alumnos en clases reducidas espacialmente para que la calidad de la enseñanza de nuestros hijos aumentara.
Pero con los que nos gobiernan difícil lo veo. Habrá que echarlos. Ni siquiera un gobierno de concentración como algunos bobos andan reclamando será suficiente. No olvidemos que los primeros recortes vinieron de gobiernos anteriores del PSOE. Estos de ahora sólo son la continuación de las órdenes que emanan de los especuladores financieros y sus representantes en Europa. Cuando digo que habrá que echarlos me refiero a una fuerte movilización popular que obligue a la convocatoria de elecciones anticipadas en las que pueda presentarse una iniciativa de unidad de la izquierda anticapitalista de este país. Si queremos que nuestros hijos no vivan peor que los cerdos no tenemos otro camino.
(*) Javier Doreste. Miembro de Canarias por la Izquierda - Sí se puede
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