Ramón Afonso / Artículo de opinión.- No puede ser que Olarte, Lorenzo Olarte, malviva con un mísera pensión de 960 euros. Me quedé de piedra leyendo la entrevista que le hizo Carmelo Rivero en el Diario de Avisos. Pero qué entereza de ánimo, se nota que es un hombre bragado que no se queja ni reclama nada para sí, no vaya a ser que dada su edad -”dentro de los ochenta, como decimos los canarios”- el que se beneficie de lo cotizado con tanto sudor sea el próximo marido de su mujer, la presidenta de su casa, a la que al parecer, según sus propias palabras, no le faltan pretendientes. Eso es dignidad.
Este avezado político, “sin ser franquista” por supuesto, compartió con Franco importantes momentos históricos, aunque era el único que no levantaba el brazo en los actos públicos, ni siquiera en aquellos a los que acudía como presidente del Cabildo franquista de Gran Canaria... Quizás haga bien en no reclamar las cotizaciones no contempladas por la Seguridad Social, por lo menos de ese periodo pues a lo mejor se había descubierto que usted era un demócrata irredento, un infiltrado en el régimen, y se lo hicieron pagar. Su loable labor de zapa durante el franquismo ha tenido como dramática consecuencia el exagerado encogimiento de la pensión. Es lo que se paga por ser un demócrata de toda la vida.
Los mal pensados, que siempre los hay, don Lorenzo, andan diciendo que muy manirroto ha tenido que ser usted para que no le quede nada de lo embolsado cuando fue presidente de la compañía Aviaco o de la Caja de Canarias en tiempos de la UCD de su amigo Suárez, ni cuando fue presidente del Gobierno de Canarias. Y dicen, encima, que ha ganado dinero a espuertas no sólo asesorando a la sanguinaria monarquía marroquí, a los “empresarios” chinos y a todo aquel que pagara sus onerosos servicios, sino llevando a cabo turbios negocios durante algunas etapas de su vida. Así valoran algunos sus desvelos por Canarias.
Hasta llegan a dudar , fíjese usted, de su probidad y bonhomía recordando que fue su propio voto el que impidió en el Parlamento de Canarias la aprobación del dictamen que le inculpaba en el Caso Puerto Marena que finalmente acabó archivado en los tribunales tras algunas recusaciones y ardides legales. No se olvidan de que fue usted quien le dio 1.100 millones de pesetas a los Bittini, sus amigos propietarios de la Cantera Cabo Verde, para que Chillida pudiera destrozar la montaña de Tindaya y, al mismo tiempo, llenar algunos bolsillos y ganar otras tantas voluntades. También la fiscalía anticorrupción le ha acusado a finales del año pasado de utilizar sus influencias para lograr adjudicaciones de contratos públicos en once instituciones de Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura y Lanzarote. Dice la Justicia que usted abría puertas inimaginables en el emponzoñado entramado político-empresarial isleño, sobre todo las del ahora Ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, la del consejero socialista de Presidencia y Justicia, Francisco Fernández Spínola, o las del consejero de Ordenación del Territorio de CC, Domingo Berriel. Qué mal pensada es la gente.
De lo que no nos queda ninguna duda es de que más pronto que tarde su compañero, presidente y “propietario” del partido fundado por usted, Ignacio González, en un paréntesis de su agitada actividad pública -criminalizar a los movimientos sociales, politiquear con Soria y el PP o declarar en los juzgados como acusado en la trama de financiación ilegal de su partido (CCN) o la ilícita compraventa de Las Teresitas- le acabará haciendo una visita. Comerá con usted y su señora en, me imagino, su humilde comedor. Y dada la enfermiza afición que tiene don Ignacio -Nacho para los amigos- a fotografiarse con los afectados en sus visitas a hospicios y albergues para personas en precario, seguro que seremos testigos en los medios de comunicación de ese encuentro solidario compartiendo lo poco que usted haya podido llevar a la mesa.
Además, el presidente de Canarias que casi nos trae a Juan Pablo II, el papa viajero y milagrero, tampoco puede ser olvidado por la Iglesia, así que no desfallezca, saque esa valentía torera de la que tanto presume y mantenga la esperanza, seguro que al conocer la noticia de su precaria situación, Cáritas Diocesana acabará por llevarle su comprita todos los meses. Dios aprieta pero no ahoga. Y no se preocupe por su patrimonio, ya verá como no será necesario que venda la casita de Madrid.
Puestas las cosas en esa divina dimensión, a lo mejor hasta se podría remedar aquella operación de ayuda organizada para sacar de apuros a aquella tonadillera cañi y amante de los toros como usted, la famosa Lola Flores. Se podría poner en marcha la campaña “Todos somos Olarte” con la que recaudar fondos y destinarlos a su rescate, como si fuera usted un banco, y así reparar tamaña injusticia. Pero como no habrá seguridad de que la cuestación libre tenga asegurado el éxito y como ya no se podrá detraer ni un euro más de los recortes en sanidad, educación y servicios sociales, empeñados ya en los avariciosos mercados, los probables organizadores de tan caritativa campaña -CEOE, FEPECO, Las Cámara de Comercio, el Círculo de Empresarios de Las Palmas, los partidos con representación parlamentaria (CC, PP, PSOE, CCN) y las Diócesis Nivariense y Canariense-, en un gesto que les hace justicia y les define, exigirían al Ministerio de Hacienda y a la Consejería correspondiente del Gobierno de Canarias que done un euro de todas las ayudas a los parados de larga duración, de las ayudas a la dependencia, de las pensiones mínimas, así como de los sueldos de los funcionarios y empleados públicos, y que este donativo sea ingresado en la cuenta de Bankia abierta a tal efecto. Vaya gracia, pensará más de uno.
Pero la realidad es otra muy distinta, porque a la sospecha de que esta repentina exposición pública y un tanto pornográfica de su mísera pero “digna” existencia seguramente tiene una relación directa con su últimas cuitas con la Justicia y posibles aviesas intenciones de esconder su patrimonio -no sería el primero ni el último en hacerlo- por lo que pueda suceder, se une la de su vieja reputación de maestro de maestros en el arte de combinar el contubernio político, componendas de dudosa legalidad y la pasta rápida. Se ha convertido en el arquetipo del político neoliberal y su fama le precede, a pesar de estas laudatorias entrevistas.
Sin embargo, no ponemos la mano en la fuego por la Justicia, lo mismo hasta le exculpa, pero sí le aseguramos que no olvidaremos jamás su impresionante contribución para que este mundo sea más injusto, insolidario, miserable y cruel.
Ramón Afonso
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