Francisco González Tejera / Artículo de opinión.- (…) Me vienen a convidar a arrepentirme, me vienen a convidar a que no pierda, me vienen a convidar a indefinirme, me vienen a convidar a tanta mierda...
Silvio Rodríguez – El necio
La brisa de un pueblo en aquella mañana cuando conocí lo que había más allá del mágico paraíso de mi hogar. Mis padres me dieron por primera vez aquella pequeñita libertad de salir y cruzar solo aquella barrera natural de coches y humo que era la Carretera General. Estanques de barro y mucha vegetación en las numerosas fincas de plataneras y frutales que emergían de una tierra prospera y viva.
Aquel prematuro contacto con el mundo real no fue lo que esperaba, venía repleto de un amor inyectado diariamente por mi familia, de perros fieles amigos, árboles y muchas flores en ese pedacito de hogar donde habitaba mis primeros años de vida. En mis andanzas encontré mucha maldad y abusos de otros niños mayores. Nunca entendí esa crueldad que sufrimos los que eramos considerados distintos por algún extraño motivo. Vivimos escenas muy duras de agresiones, burlas y contemplamos abusos sexuales continuados durante varios años a dos hermanos menores bajo aquella enredadera y en la caseta junto al campo de fútbol. Los hacían los mismos que nos acosaban y ridiculizaban, unos personajes que se creían superiores por algún oscuro motivo y no concebían que pudiéramos existir niños felices y sanos.
Fue un duro despertar de la inocencia, pasar de creer en los Reyes Magos a sufrir las brutales agresiones, ver a niños más grandes, los abusadores, teniendo relaciones sexuales con otros niños menores. Son los retazos de una infancia perdida en los últimos coletazos del sanguinario franquismo, una dictadura que se cebó con mi familia asesinando a uno de mis abuelos y encarcelando al otro. Daba la impresión de que ese terror infantil venía impregnado de aquel régimen dictatorial, que aquellos acosadores no eran más que espectros de los restos del naufragio de un sistema político criminal.
Muchos años después miro hacia atrás y contemplo con horror tantos hechos nefastos de mi infancia en Tamaraceite. Los veo ahora y algunos me saludan o simplemente me miran de lejos con cara extraña. Siguen viéndome distinto por tener ideas de izquierdas o quizá por no haber sido nunca como ellos, por tener valores y principios, los que seguramente ellos nunca han tenido ni tendrán, aunque ahora estén muy cercanos a la derecha oscura que actualmente representa el PP.
He vivido en las últimas semanas en mi trabajo un problema de claro acoso laboral por mis ideas políticas, con un traslado forzoso a otro departamento a desarrollar funciones que nunca he realizado. Ayer mi querida prima Pino González, me comentó que alguien había metido comentarios de forma anónima en un blog de esta zona de Gran Canaria, que se metían conmigo, que incluso llegaban a decir que me preocupara de mi familia en vez de estar escribiendo cosas en mi blog, en los numerosos medios digitales donde escribo desde hace muchos años para contribuir a la construcción de un mundo mejor.
Tomándonos unos vinos y una papitas con cebollas bajo la higuera centenaria de la humilde casa de mis ancestros, hablé con mi prima y su marido y gran amigo Andrés de todo esto. Nos reímos bastante recordando a personajes del tardofranquismo de este pueblo, a tristes meapilas que ejercen en la actualidad de lugartenientes de la derecha más casposa y suburbial. Al final ya más serios llegamos a la conclusión de que esos anónimos representaban la misma violencia de nuestra infancia, el mismo perfil sociológico de personajes que viven para humillar, ocultándose desde su inmensa cobardía tras la mascara del siniestro y cobarde anonimato.
Nosotros damos la cara y por eso firmamos con nuestro nombre todo lo que escribimos, hasta ponemos alguna foto con nuestro sincero careto. Esto pensamos casi llegando a la medianoche primaveral. No tenemos miedo a pesar de las represalias y persecuciones y por eso no perdemos nunca la sonrisa, trasmitiendo este legado a nuestras hijas para que cuando ya no estemos en la Madre Tierra nos recuerden, no como atorrantes y temerosos padres, sino como valientes que entregaron su vida en la lucha por la libertad y el amor revolucionario.
Francisco González Tejera
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Fuente: http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/2012/06/tamaraceite-blues.html
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