Manuel Marrero Morales / Artículos de opinión.- Vivimos en un país embargado y sin soberanía política ni económica. Una sociedad inerme que observa estupefacta cómo los representantes públicos, postrados de rodillas, nos entregan con armas y bagaje al comando de los especuladores internacionales. Patética imagen la de un Ministro de Economía y un Presidente del Gobierno, farfullando respuestas mentirosas para negar el penúltimo capítulo de la intervención.
La troika que domina este país, el BCE, el FMI y la Comisión de la UE, adalides de las doctrinas neoliberales, impusieron las reformas que inició el Gobierno del PSOE en sus dos últimos años. Los mismos que impusieron la reforma de la Constitución en pleno verano, sin referéndum alguno. Son los mismos que han impuesto presidentes en Grecia o en Italia. Los que han dictado las órdenes al Gobierno del PP para que se reformen las pensiones, la fiscalidad, el sistema bancario, la reforma laboral, los recortes en sanidad, educación y servicios sociales, los despidos de miles de funcionarios, antes en Grecia y Portugal, ahora en el Estado Español. Los mismos que están revisando las cuentas de los bancos españoles son los que defienden el libre mercado, que sean las leyes de la oferta y la demanda las que regulen la economía, la no intervención de los Estados en los asuntos económicos y financieros, y sin embargo luego son los que revisan, controlan, supervisan, vetan y toman decisiones dentro de cada Estado soberano al que han decidido intervenir para preservar sus intereses de clase dominante. Jamás los sistemas democráticos habían llegado a tal situación de cautividad.
Recortar, reformar y rescatar son los tres verbos más conjugados en los últimos meses. Y forman parte del dogma neoliberal que nuestros gobernantes cumplen a pie juntillas, y, además nos quieren hacer creer a la población que debemos confiar en ellos porque “el Gobierno sabe lo que hace”, y cínicamente añaden que todo lo hecho y por hacer se hace por nuestro bien y tiene un carácter irremediable. Esperan de nosotros la aceptación resignada de todas las agresiones. Y en algunos sectores lo están consiguiendo. De momento nos van ganando la partida. Los mismos que han hecho crecer la deuda pública por la subida de intereses, fundamentalmente dirigidos a financiar la mayoritaria deuda privada, son los que deciden “rescatarnos”, es decir crear una garantía financiera de que van a cobrar el dinero que se les debe, a costa de imponer condiciones al conjunto de la sociedad a través de nuestros obedientes gobernantes, quienes además pretenden engañarnos diciéndonos que estas medidas sólo van a afectar a los bancos. Nos afectan al conjunto de la ciudadanía y repercuten directamente en la pérdida de derechos y libertades conquistados.
Aún está sin aprobarse definitivamente la Reforma Laboral, que con toda seguridad será nuevamente enmendada en los próximos días para facilitar y endurecer aún más si cabe las condiciones del despido y abaratar las prestaciones por desempleo. Esta es una de las condiciones puestas por los especuladores, que defienden sus intereses de clase dominante a costa de la pérdida de derechos y libertades del conjunto de la clase trabajadora.
Pero no están contentos con esto solamente. Veremos en las próximas fechas cómo se anticipa del 2023 a los próximos meses la prolongación de la edad de jubilación a los 67 años (o más). Y cómo recortarán las pensiones de las personas jubiladas de forma directa o indirecta, como ya lo han hecho en el presente ejercicio.
Asistiremos en próximas fechas, cualquiera de estos viernes funestos, al anuncio de nuevas subidas de impuestos, que van a contribuir a reducir aún más el poder adquisitivo del conjunto de la población, a la que hay que seguir empobreciendo, para que unos pocos sigan acumulando riquezas. Y a esos no se les va a tocar, como tampoco se va a perseguir el fraude fiscal, antes al contrario se conceden amnistías fiscales para los defraudadores. Las pequeñas y medianas empresas que aún sobreviven, junto con el sector de restaurantes y hostelería en general, aún en temporada alta, probablemente serán fuentes de destrucción de empleo, si la prevista subida de IVA/IGIC ocurriera. Y esto no es un juego adivinatorio. Es la consecuencia de darle cumplimiento a las exigencias de quienes de verdad mandan en nuestras sociedades.
Se calculan en decenas de miles los despidos en los próximos meses en la función pública. Lo único que han hecho recientemente en el Senado es ordenar a quién despiden primero o después dentro de interinos y personal laboral. Los despidos en Sanidad y Educación, así como también en el resto de las administraciones públicas, tienen un objetivo: deteriorar el sistema público para favorecer el paso posterior a manos privadas, que también forma parte de las exigencias de los especuladores. Y de esta amenaza ya no se salva ni el funcionariado de carrera, como ha ocurrido en Irlanda, Grecia y Portugal. Todo lo público está siendo objeto de mercantilización.
Pero las medidas que nos va desgranando el Gobierno del PP también avanzan en otras concreciones: la subida de tasas universitarias que junto a la caída de becas impedirá a muchos jóvenes comenzar o continuar sus carreras universitarias, los repagos en la sanidad y en otros servicios públicos que conducirán a que las clases privilegiadas tengan acceso a los mejores servicios y el conjunto de la población sea reducido a la atención asistencial propia de hace más de medio siglo, o el aumento de peajes que siguen profundizando en la privatización de nuestras vías de comunicación y transporte, o las crecientes privatizaciones de todo lo público que sea rentable…
Soy optimista en que vamos a seguir resistiéndonos, movilizándonos, oponiéndonos a que el miedo y la resignación se adueñen de todos nosotros. No vamos a claudicar. Tenemos una responsabilidad generacional: no podemos permitir que nuestros descendientes vivan en peores condiciones que sus progenitores. De nosotros depende que eso no sea así.
Manuel Marrero Morales
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