Pedro J. Brissón(*) / Artículo de opinión.- Hace ya unas semanas que llegué de Colombia…de vuelta a mi patria sometida y colonizada por el estado español, estas mal llamadas islas afortunadas que son las islas Canarias. Por cierto, estas pobres islas están cada vez más deterioradas y corrompidas, es curioso la imagen que desde las televisiones españolas y europeas se da de los países latinoamericanos, sobre todo cuando nos presentan lo más violento o los barrios más marginales y pobres, poco que ver con la realidad de tantos pueblos que mantienen sus casas con las puertas abiertas.
Lo que me encontré de nuevo en mi tierra es un aumento del paro, también una empresa sin escrúpulos llamada Repsol, más cínica y creída, esperando expoliar a Canarias con la ayuda de políticos traidores que comen del colonialismo. Y de nuevo, la imposibilidad de que el pueblo pueda acceder a emplearse, ya que los recortes y subidas de impuestos consiguen añadir más dificultad a la consecución de este fin.
Pero hoy necesito escribir sobre otra cosa, he recuperado con nostalgia la imagen de un barrio de Buenaventura en Colombia, concretamente el de San Luís, a casi mediodía de un martes de abril, donde el sol cascaba rajando duro y el calor era sofocante, las casitas de madera ganaban terreno a las de material, faltaba poco para que subiera la marea, decenas de chiquillos jugaban en las calles con pelotas gastadas, algunos descalzos y acostumbrados a ello, pero todos expectantes a que sus madres dieran un grito que los hiciera regresar a sus hogares, probablemente a comer arroz con algo y partir al colegio con horario de tarde; entonces llegaría el momento de la chiquillería que había estado en la aulas mañaneras, volviéndose a llenar las calles sin asfaltar y llenas de chambas que sus compatriotas infantiles habían dejado antes.
La música golpeaba en todas direcciones, las columnas de los equipos de música no se encuentran dentro de las casas sino fuera de las puertas de entrada y dirigidas hacia la calle, las muchachas alegres pasean y bailan a destiempo, sin pudor, al ritmo de las melodías bailables que marcan prácticamente casi todas las viviendas, sus peinados con bolas y ganchitos irremediablemente hipnotizan por sus vivos y variados colores.
En una de tantas esquinas llenas de puestos de frutas, empanadas, papas rellenas, repingachos, cucas, pasabocas, etc., encontré a unos jóvenes que bajo mi punto de vista rapeaban improvisando letras duras contra las injusticias sociales, esto hizo que con mucho descaro por mi parte y sin invitación alguna me detuviera a observarlos. Destacaba sobremanera un muchacho de pelo rebelde y muy rizado, crespo lo llaman por allí, que lo hacía con una facilidad espectacular, parecía que usaba letras ya memorizadas, pero no, observaba este nutrido grupo que me sonreía bajo un paraguas de colores mientras me deleitaba con sus ritmos, pararon su alocución por un momento y este chico de pelo rebelde, se me acercó y preguntó que de dónde era y cuál era mi nombre, respondí estrechándole la mano y pregunté por el suyo: Javi Martínez.
De nuevo se acercó a su grupo y mirándome divertido, comenzó con mucho talento a rapear y completar rimas elocuentes con la información que le había dado, increíble, fabuloso y por desgracia sin una grabadora que hubiese registrado tanto talento innato y natural.
Desde ese día nos seguimos viendo de vez en cuando, intercambiando información e historia de nuestras respectivas patrias (se sobreentiende que historia de Colombia y Canarias) y haciéndonos continuamente críticas constructivas sobre lo que hacíamos en nuestros respectivos estilos musicales,… ya quisiera yo tener la voz habilidosa y explosiva de Javi Martínez, con ese sello tan personal que le imprime a sus temas propios. Me quedé petrificado, asombrado y envuelto en una atmósfera diferente cuando escuché varios de sus temas grabados en estudio, un cantante y bailarín callejero que con prácticamente pocos medios sobresale de este barrio humilde pero alegre. Javi es un personaje con gran magnetismo, resuelto, amable, lúcido y muy querido en el barrio por sus constantes luchas por el bienestar social y comunitario. Un cantante increíble, un pedazo de artista y un buen amigo; Javi Martínez.
* Pedro J. Brissón - Presidente de la asociación sociocultural Faita
5 de junio de 2012
Comentarios