J.M. Álvarez * / Artículo de opinión.- Esta semana pudimos comprobar cómo en un colegio religioso, por supuesto concertado, la Policía Nacional realizaba una demostración “lúdica” para niños de edades comprendidas entre 10 y 11 años aproximadamente.
Hasta ahí, poco que objetar. Las mentes infantiles desbordan imaginación que procuran los clásicos juegos de policías y ladrones; sin embargo llamó nuestra atención que, además de un coche patrulla normal, también estuviera presente una furgoneta antidisturbios (las conocidas lecheras)
Y así, entre sonidos de sirenas y despliegue de luces, vimos algo que nos llamó la atención de manera desagradable. En un momento dado, unos agentes mostraron material antidisturbios, concretamente escudos y escopetas que escupen balas de gomas. Y no sólo las enseñaron, sino que las dejaron un rato en manos de los pequeños que se pusieron a jugar con ellas. En la escena, sólo faltaban chalecos antibalas y las víctimas de la represión.
Víctimas, sí. Esas escopetas y su munición, pueden provocar daños físicos graves o irreversibles, incluso la muerte como fue el caso reciente de Íñigo Cabacas Licerazu, fallecido el 9 de abril tras recibir el impacto de una bala de goma lanzada por la policía durante unos incidentes acaecidos, tras el partido de fútbol entre el Bilbao y el equipo alemán Schalke.
Bajo nuestro punto de vista estos espectáculos pretenden asociar la mente de los niños con la barbarie para que aquellos la vean como algo natural, y eso tiene un nombre: hacer escuela represiva; por tanto, no nos extrañaría que los irresponsables responsables de la escuela preparen la consigna “Colegiales por el capitalismo, seremos represores como usted" para que los chicos se la griten, a modo de saludo, a la policía en su próxima visita.
Por nuestra parte, preferimos la de los pioneros cubanos del “seremos como el Ché”: Éste mataba canallas con su cañón de futuro.
J.M. Álvarez
http://jmalvarezblog.blogspot.com
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