Paco Déniz* / Artículo de opinión.- En una de sus películas Woody Allen estaba con una prostituta en la cama y en vez de enrollarse con ella decidió entablar una conversación trascendental de las suyas. Va y le pregunta; Oye, ¿por qué eres prostituta?, y la tía le responde: no querrás que sea camarera. Moraleja: prostituta antes que camarera. Así de feas son las cosas del mundo laboral. En Errentería me sucedió que unos trabajadores industriales de las fábricas de enlatado de pescado se enteraron de que había unos comunistas independentistas canarios por allí, y preguntaron: ¿cómo que en Canarias hay comunistas, si sólo hay camareros? No les cabía en su manual de estilo proletario que una actividad como el turismo pudiera engendrar una explotación tal que generara algún atisbo de conciencia de clase. Por lo visto, según su criterio, los camareros estaban inhabilitados estructuralmente para llevar a cabo acciones reivindicativas de izquierdas. En fin, que la hostelería es una profesión muy jodida, tanto que ni siquiera se les presupone la posibilidad de rebelarse colectivamente. Así podemos entender más cosas sobre nuestra mísera realidad, porque en estas islas no es que hayamos pasado del cercado de papas a la construcción y de ahí a la hostelería, es que, en muchos casos, hemos actuado en los tres escenarios simultáneamente. Por eso, los estudios que dicen que somos los que más trabajamos, los que menos cobramos y los que menos filiación sindical tenemos, son ciertos y tienen ahí una parte de la explicación. De igual manera que tiene su explicación el hecho de que en el Archipiélago las élites dominantes sólo hablen de las excelencias del turismo, y de que los gobernantes sólo se hayan dedicado a hacerles promoción a sus bolsillos. Jamás se han preocupado de un convenio de hostelería decente.
El Gobierno de Canarias y sus Cabildos y Ayuntamientos turísticos siempre han colocado en un lugar preferente de sus agendas dar una imagen ridícula para atraer a ridículos turistas, y por eso han diseñado ridículas campañas promocionales, pero nunca se han preocupado de los trabajadores que hacen posible la generación de ese beneficio empresarial y de su salario. Muchas limpiadoras de hoteles mueren de cáncer de laringe, muchos camareros acaban desquiciados y con las piernas y el cuerpo absolutamente descuajeringados, pero eso no le importa a quienes sólo ven en la promoción turística de Canarias una oportunidad para sacar tajada, nunca para garantizar un puesto de trabajo digno. Muchos camareros han sido ahumados, humillados diariamente, sostén de borracheras chungas y chachis, peleas, actitudes despóticas e intoxicaciones ideológicas de todo tipo de tipejos y pelaje. Y no tienen un convenio donde se garantice un plus por este extenuante agotamiento diario. Muchos se refugian en el alcohol y las tragaperras cuando finalizan su turno. En nuestro país, jamás se ha repartido el beneficio que deja el turismo, que tampoco ha sido para tanto. Lo que se reparte a espuertas es explotación y ruedas de prensa de los representantes no canarios de la patronal canaria de hostelería quejándose de todo, y recordándonos que les debemos la vida. Si hemos nacido para servir ¿Qué canario no ha sido camarero alguna vez?
El almendrero de Nicolás.
* Paco Déniz es miembro de Alternativa Sí se puede por Tenerife y profesor de Sociología de la ULL.
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