Elizabeth Batista Camacho(*) / Artículo de opinión.- Soy docente. Me pregunto si he cometido algún delito del que no soy consciente, porque me siento amenazada, perseguida, vilipendiada y un largo etc. Intento transmitir a mi alumnado que toda sociedad democrática, ¿Cómo la nuestra?, debe estar organizada conforme a unas normas y leyes que todos los miembros de la misma debemos respetar. Por supuesto partiendo del principio de que dichas leyes respondan a criterios de justicia social, igualdad y equidad. Pero, desgraciadamente, me estoy quedando sin argumentos. ¿Cómo le explico a mis chicos y chicas que nos están robando nuestro estado del bienestar, nuestros derechos, que tanto nos ha costado conseguir? ¿Cómo les convenzo de que no salgan a la calle a insultar a los que nos gobiernan? Honradamente me siento incapaz de decirles que la indisciplina social no es una salida.
Cuando se está planteando, por poner un ejemplo, que un enfermo de diálisis tenga que pagar el traslado a su centro hospitalario, mientras tenemos que asistir ¿impasibles? ¿sumisos? a la vergonzante e intolerable puesta en escena de nuestros dirigentes, los de dentro y los de fuera; cuando se nos dice que lo conveniente y lógico, para salir de la crisis, es inyectar miles de millones de euros a los principales causantes de la misma, a los vampiros especuladores de la miseria, a los que se lucran a costa de las necesidades de los trabajadores y trabajadoras.
Mientras tanto tenemos que soportar un deterioro progresivo de la sanidad, de la educación, de la justicia... Al fin y al cabo ¿a quién le importan? si los políticos, financieros, jueces, empresarios..., pueden proporcionar enseñanza y sanidad privadas a sus hijos, nietos, madres, etc. Pero no hay problema, este fin de semana se ha celebrado un congreso de Coalición Canaria al que asistieron mil y pico compromisarios/as, con todos los gastos pagados y cuyo objetivo prioritario es luchar, sin duda, por nuestro bienestar y calidad de vida.
(*) Elizabeth Batista Camacho. Docente.
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