Eloy Cuadra Pedrini / Artículo de opinión.- John Swinton era redactor jefe del New York Times allá por el año 1980, cuando, en una cena de gala del gremio periodístico, quisieron darle un premio. Entonces, el bueno de John tomó el micrófono y dijo lo siguiente, ante la sorpresa del general de los presentes: “No existe lo que se llama prensa independiente, a menos que se trate de un periódico de una pequeña villa rural. Vosotros lo sabéis y yo lo sé. No hay ni uno solo entre vosotros que ose expresar por escrito su honrada opinión, pero, si lo hiciera, sabéis perfectamente que vuestro escrito no sería nunca publicado. Me pagan 150 dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años. Muchos, entre vosotros, reciben salarios parecidos por un trabajo similar, si uno cualquiera de vosotros estuviera lo suficientemente chiflado para escribir su honrada opinión se encontraría en medio de la calle buscando un empleo cualquiera, exceptuando el de periodista. El trabajo de periodista de Nueva York consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano. Vosotros lo sabéis, y yo lo sé; así pues ¿a qué viene esa locura de brindar a la salud de una prensa independiente? Somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos unos polichinelas; ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas, son propiedad de otros hombres. Nosotros, somos unos prostitutos intelectuales”.
John Swinton, gran discurso, que bien podría haber pronunciado en cualquier evento similar acontecido en la Canarias del año 2012 y nadie se habría extrañado lo más mínimo, pues eso mismo que cuenta sucede hoy en nuestras islas multiplicado por algunas cifras. Aunque, después de esta entrada, con el título que le he puesto al artículo, es de prever que muy pocos periódicos digitales o en papel quieran publicarlo, ofendidos tal vez por mis comentarios. Condenado al ostracismo más absoluto me arriesgo a estar en adelante, pero a veces hay que tomar riesgos, bastará con que al menos lo lean ustedes señores y señoras periodistas y lo mediten un poco cuando estén solos, minutos antes de conciliar el sueño. “El cuarto poder”, ¿les suena? Hoy, más que nunca, ustedes los periodistas son depositarios de un gran poder que no utilizan, no al menos para ponerse del lado del interés general de los ciudadanos que sufren, que no son pocos. Imaginemos por un momento que Supermán existiera, con su capa y sus calzoncillos por fuera, y también con sus superpoderes, y que estuviera contratado en exclusiva como escolta del señor Bermúdez. ¿Qué diríamos de él? Menudo traidor, sería lo mínimo.
Ustedes, no digo todos pero sí la mayoría, están dejando de contar muchas verdades que atañen a los que mandan que ayudarían al pueblo a quitarse la venda y despertar del engaño en el que muchos ciudadanos todavía viven. Es posible que algún ofendido plumilla argumente en este punto que así es en todos lados cuando de periodismo se habla, y no llevará parte de razón, el miedo es libre y el dinero goloso, pero es que en Canarias somos campeones de Europa en servilismo mediático, ya podrían ponderarse un poco, o disimular de vez en cuando. Como hacen, por ejemplo en el Reino Unido, donde no dejan títere con cabeza cuando se trata de sacar trapos sucios de los de arriba, y no se salva ni la Casa Real. Allí, hay periodismo de investigación con profesionales más hábiles que la propia policía secreta a la hora de llegar a la verdad. ¿Han oído aquello de “la información es poder”?, pues hagan la afirmación inversa y aplíquenlo a Canarias. Y así estamos, teniendo que leer panfletos y boletines de propaganda institucional siempre con las mismas caras falsas y sonrientes, siempre con los mismos trajes embutidos, mientras el pueblo se desangra a golpe de atropello.
Perdonen, se me olvidaba: es que ustedes también se juegan un sueldo, y tienen familia, y letras que pagar. Pues no me vale ese argumento. No vale mantenerse al margen cuando tu profesión afecta a seres humanos, porque lo que muchos de ustedes callan trae sufrimiento a otras muchas personas. Entiéndanlo, no trabajan con tomates o con alpargatas, trabajan con información que afecta a personas, tal como les sucede a los médicos, a los policías, a los profesores, a los jueces y también a los políticos, aunque de éstos últimos nada podemos esperar ya. Existe algo a lo que llaman ética –no sé si en las facultades de Periodismo donde estudiaron les comentaron algo de esto-, y la ética implica responsabilidad, y compromiso, y ponerse en lugar del otro, y no venderse al mejor postor, y ser valientes, y ser honestos, y bueno… quizá son demasiadas cosas para una profesión como la vuestra.
No sé, hay quienes creemos que es el amor lo que mueve al mundo, otros, en cambio afirman que es el miedo, y, sinceramente, a veces llego hasta dudar de estar en lo cierto.
Eloy Cuadra Pedrini
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