Fabián Hernández Romero(*) / Artículo de opinión.- Desde el año 2007, tras la muerte de un futbolista de primera división española en un terreno de juego, en algunas ciudades de nuestro país se comenzó a dotar los complejos deportivos de equipos de desfibriladores semiautomáticos externos. La Sociedad Española de Cardiología no duda en ver las innegables ventajas que supone la existencia de desfibriladores semiautomáticos externos en los recintos públicos, puesto que pueden salvar vidas.
Los desfibriladores semiautomáticos externos son aparatos de fácil manejo y que con unas simples instrucciones pueden ser utilizados por la ciudadanía. En muchas ciudades europeas, por no irnos más lejos, se pueden observar estos aparatos en recintos y lugares públicos, incluso en plena calle. Como se reseñó anteriormente, en los últimos años en nuestro país también está presente esta tendencia, tanto en el ámbito privado como en el ámbito público. Un ejemplo de esto es que hace unos años en un gran número de restaurantes de Madrid se comenzó a instalar desfibriladores portátiles para actuar ante casos de muerte súbita. Otro ejemplo es el caso de promociones de pisos que comenzaron a ser equipadas con desfibriladores semiautomáticos, susceptibles de ser utilizados por las comunidades de propietarios. En el ámbito público estas medidas también se han ido llevando a cabo, y en algunos casos han dado sus frutos. En Madrid, en el mismo año 2007, a poco de instalar desfibriladores en los polideportivos municipales de la región, se pudo salvar la vida de una persona.
Recientemente la opinión pública ha vuelto a conmocionarse por otros casos de muerte súbita en deportistas europeos, algunos futbolistas y un nadador olímpico noruego. La muerte súbita secundaria a arritmias cardiacas potencialmente desfibrilables, es decir, potencialmente revertidas mediante un desfibrilador, es más frecuente de lo que se pudiera pensar, no tratándose ni mucho menos de un problema exclusivo de deportistas de élite.
En los complejos deportivos y piscinas municipales de los municipios de La Laguna y de Santa Cruz de Tenerife estos dispositivos brillan por su ausencia. La misma tónica predomina en el resto de municipios de la isla. Sería recomendable dotar los complejos deportivos, y resto de recintos dedicados a la práctica del deporte cuya afluencia de personas sea importante, de equipos de desfibriladores semiautomáticos externos. En el caso de las piscinas municipales estaría especialmente recomendada esta instalación. Primero, porque durante prácticamente todos los días de la semana estos recintos se encuentran abarrotados de usuarios, y en un número no desdeñable de la tercera edad; y segundo, porque en las mismas existe la figura del socorrista, personal al que se le podría instruir en el sencillo manejo de estos aparatos.
Por último, no sería descabellado instalar desfibriladores semiautomáticos externos en la vía pública en determinados puntos de nuestra geografía, como en las inmediaciones de la plaza y basílica de la Villa Mariana de Candelaria o en algún punto estratégico del casco histórico de la Ciudad de La Laguna, lugares visitados por miles de fieles y de turistas anualmente. Salvar una vida no tiene precio…
(*) Fabián Hernández Romero. Médico y militante de Sí se puede.
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