Lorenzo Angiolillo Fernández / Artículo de opinión.- Permítaseme decir, del modo más tajante, soy un ser auténtico, rechazado por los diversos oportunismos que pululan, en todos los procesos de cambio o de transformaciones revolucionarias, mi escuela fue en el campo de la política, la solidaridad social y la hermandad entre los pueblos, donde aprendí lo mejor que pude a querer mi país, sólo por ese motivo tuve mis primeros enemigos, y mis primeras frustraciones, detesto la injusticia en todas sus formas, extraño al amigo verdadero, al amor sincero, me destruye un ataque contra mi integridad moral para alimentar la envidia de algunos, o el disfrute de las emociones más bajas del hombre, considero que se debe actuar con transparencia y honestidad, decir la verdad, no marear a la gente con demagogia. Yo no tengo esa piel de cocodrilo de la que algunos se orgullecen, y se dice que hay que echar a través del tiempo en la política, me motiva un sueño, una utopía, una razón, un dolor, cuantas veces tome el camino de mis propias angustias, y en medio de ese camino quizás hoy, no se cuando, reconozco que yo, ya no soy el mismo, no me atrevo a ser el mismo de ayer, me da miedo a confiar como un niño... a esperar más de lo demás, a sentir el dolor eterno del poeta, a no reconocerme en mis sueños... a no ser auténtico, a que un ataque de rabia me aleje físicamente de ustedes para siempre, y no poder disfrutar juntos los pequeños detalles de la vida. Me duele estar en el ostracismo inmisericorde, creado por los cobardes, por los farsantes, me duele que las cosas cojan el camino equivocado, me duele siempre la falta de humanidad, tengo miedo a sufrir por culpa de la malicia, pero me arrecha un hombre de rodillas, no tolero la cobardía de los cobardes, por ello me lleno de fuerzas, pongo fin a una gran pesadilla, aunque sea a dentelladas quiero sentirme humano, “Como es arriba… es abajo”…
El cielo y las estrellas no son un adorno… son una realidad. A veces como hombre, con cabeza de garza, en el Egipto el Bennu se había creado a sí mismo del fuego con que ardía un árbol sagrado, así mismo ardera dentro de mi pecho el fuego sagrado , el de las tres primeras raíces y unas nuevas, que junto al macabeo de las Américas llenaran mi espíritu, para poder iluminar nuevamente mis ojos, es así como el Kybalion, la dialéctica pura de los pueblos, será nuevamente mi introducción al marxismo, mi alegría por la vida, por la lucha, por los designios de la providencia, así auténtico bolivariano y hermano me mantengo para “Él que se convirtió en ser por si mismo”, “El que asciende” y “Señor del júbilo.” Pueda algún día descansar en paz, con las corrientes de los grandes ríos encontrados, en dos sentidos, será que la historia se muerde la cola, adelante camaradas, que la lucha continua, la moral en alto, la patria no sucumbirá entre palomas y águilas, el temple de la espada bendice los momentos mágicos, palante con el comandante.
Un café con Angiolillo
Ex- Embajador: Lorenzo Angiolillo Fernández
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