Francisco González Tejera / Artículo de opinión.- Un lugar oscuro y triste para los animales marinos se planifica en el sur de la isla de Gran Canaria. El Cabildo acelera los pasos para impulsar la construcción de un nuevo parque acuático, el mayor de Europa según afirma su presidente, José Miguel Bravo de Laguna. Este nuevo proyecto promovido por los dueños del Loro Parque y el parque de atracciones Siam Park de Tenerife, se trató en una reunión del presidente insular en la feria turística de Berlín, donde se vio con el propietario del zoológico tinerfeño y promotor de esta iniciativa, Wolfgang Kiessling. Dicho encuentro tuvo como objetivo resolver las posibles trabas urbanísticas de un proyecto que ronda los 60 millones de euros. Mientras tanto la empresa ya negocia la compra de los terrenos catalogados como suelo rustico en la Playa de El Veril en el municipio de San Bartolomé de Tirajana.
La excusa de la potenciación del turismo y la supuesta creación de 200 empleos basta para que las instituciones canarias le den todo hecho a este promotor, creando otro espacio donde seres libres vivirán cautivos en estanques de cemento, agua clorada y adiestramientos estrictos, para que hagan “las gracias” a un público inconsciente del verdadero drama que supone para estos animales perder su libertad, ser apartados de sus seres queridos y vivir explotados de por vida.
Estos tipos vinculados al negocio de los delfinarios y orcarios van diciendo que estos negocios son educativos, mostrando a millones de personas que abusar de la naturaleza está justificado. Incluso llegan a decir que están mejor en una reducida piscina de cuatro paredes y con el agua envenenada de cloro que en su estado natural. Este vergonzoso argumento cala en una clase política analfabeta funcional, que solo piensa en el dinero fácil, en los próximos pelotazos, en este caso a costa de unos seres inteligentes que progresivamente desaparecen de todos los océanos del planeta.
Los pobres delfines y orcas tienen que actuar con una música disco a tope en las tanquetas y ante un público gritón y altamente inculto, caminando sobre sus colas, jugando basket o llevando a sus adiestradores sobre sus espaldas. Un comportamiento “muy natural”, que nada tiene que ver con la vida salvaje de estos mamíferos marinos, que viven en comunidad con sus familias, hasta que son capturados por traficantes de animales y vendidos a los zoológicos acuáticos.
Los espectadores de este tipo de negocios no aprenden nada acerca de la verdadera naturaleza de estos animales, ya que son entrenados en comportamientos antinaturales, trucos circenses y otras ridiculeces, que hacen que unos seres que antes fueron salvajes y buscaban su comida en los océanos, actúen por la recompensa de pescado muerto y presionados por unos adiestramientos basados en la presión, la restricción de comida y en muchos casos el maltrato físico.
¿De que forma pueden asimilar las personas que asisten a estos espectáculos la importancia de la preservación de los delfines y orcas en la naturaleza, cuando los que ven en estos zoológicos han sido robados de su hogar en el mar o nacidos en cautividad sin haber visto nunca el océano?
Muchos delfines y orcas que han vivido toda su vida en una pequeña piscina jamás han experimentado los elementos simples de la naturaleza: los ritmos del mar, la lluvia, el sol. Incapaces de poder nadar en línea recta todo lo que quisieran, mutilados de su instinto de cazadores, condenados a no poder desarrollar sus sentidos y toda su inteligencia, convertidos en tristes payasos de circo para enriquecimiento de empresarios sin escrúpulos, que solo buscan lograr el máximo beneficio económico en el menor tiempo posible.
En estos templos de la explotación animal jamás se habla de cómo se capturaron los delfines y orcas, de la separación de sus madres, hermanos, hijos, parejas, tampoco describen su naturaleza social, su estructura de grupo organizado, sus sentidos convertidos en inútiles en un estanque de cemento, sus sentimientos como seres inteligentes. Todo se calla con el ritmo estridente de la música y los gritos del glamuroso presentador, que trasmite una idea falsa de la vida de estos animales, tergiversando y dando una imagen que nada tiene que ver con el verdadero drama de estos tristes mamíferos.
Desde el año 1938, cuando se abrió el primer espectáculo de delfines en St. Augustine, Florida, se han capturado por la mafias del tráfico de animales salvajes cientos de miles de delfines y orcas de su estado natural, entrenándolos para realizar estúpidas piruetas y satisfacer la ignorancia supina de un público que paga para ver sufrir a un hermano de planeta. Son delfines y orcas de usar y tirar que cuando mueren son sustituidos por otros por la siniestra industria del cautiverio, el caso es seguir ganando mucho dinero y contribuir al sufrimiento extremo de estos seres indefensos.
Este esclavista y brutal negocio se mantiene gracias a las personas que pagan sus entradas para disfrutar de un horrendo espectáculo, basado en la ridiculización de estos desgraciados animales, precisamente se sigue potenciando en este caso por políticos canarios, en unos momentos donde existen todo tipo de documentales para verlos en libertad, además de empresas que organizan excursiones en barco para avistarlos libres y felices.
Mientras la humanidad no tome conciencia del sufrimiento animal seguirán existiendo estos acuarios del dolor y la tristeza, donde si nuestros hermanos marinos pudiesen hablar nos contarían verdaderas atrocidades que suceden entre las bambalinas de cloro y agua salada. De esto no son conscientes las personas que acuden con sus hijos a este tipo de negocios, sin saber que cuando se marchan felices del disfrute y de las piruetas para sus casas, estos animales se quedan allí para siempre, con la imagen en sus llorosas retinas de niños sonrientes que desconocen la terrible realidad de su vida de esclavos.
Francisco González Tejera
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Fuente: http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/2012/03/un-nuevo-proyecto-para-explotar.html
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