Pedro Fernández Arcila(*) / Artículo de opinión.- Este fin de semana conocimos la grata noticia de la concesión del Premio Canarias, en la modalidad de literatura, al escritor Luis Alemany, autor de “Los puercos de Circe” y sobre la que muchos críticos literarios han calificado como la mejor novela de la generación de los años 70.
En la mitología griega Circe era una diosa - hechicera que vivía en la isla de Eea y que, con sus pociones y encantamientos, era capaz de convertir a los seres humanos en puercos, con la particularidad que sus víctimas conservaban la razón, y sabían lo que les había ocurrido.
A partir de esta alegoría sobre nuestra civilización, Luis Alemany, con indudable maestría, narra la vida de unos jóvenes tinerfeños de los años setenta pertenecientes a una pudiente clase media, describiendo, como telón de fondo, una sociedad zambullida en esa pócima hechicera. Los protagonistas de esta novela dilapidan la vida de la forma más anodina que uno pueda imaginarse: reuniones en clubs privados, etiquetas sociales, engaños, apellidos, whiskies y locales de alterne, todo ello en un ambiente lleno de convencionalismos vacuos y superficiales.
Aquellas personas que hemos tenido la oportunidad de leer este libro deberíamos aprovechar el impulso de este premio para, como si fuera una labor apostolar, recomendar su lectura, sobre todo entre la gente más joven de nuestra ciudad, porque esta novela te ayuda a entender una parte de nuestra sociedad que todavía nos gobierna pero, sobre todo, te enseña a ser precavido de los encantamientos isleños que, creyendo que conservas el raciocinio, te encarrilan hacia la piara.
Por azar, la concesión de este justo premio coincide, en mi caso, con la lectura de unos documentos judiciales sobre unos de los asuntos más turbios que ha vivido nuestra ciudad por obra de quien durante años fue el alcalde de nuestro municipio. Los informes policiales, las transcripciones de las grabaciones telefónicas y los más diversos documentos que contienen ese voluminoso sumario, vuelven a describir, eso sí de manera menos literaria, aquella sociedad que hace cuarenta años reflejó nuestro laureado escritor y nos dejan sin aliento saber que, a pesar del tiempo transcurrido, lo novelado sigue teniendo una enorme presencia en todos los ámbitos de nuestra sociedad, sobre todo en la política donde esa cofradía de amigos que se organiza en torno a estos desfalcos se asemeja mucho a aquella piara homérica que Luis Alemany adaptó de manera genial.
Es el momento de felicitar al escritor por este merecido premio y difundir su novela como la mejor manera de agradecer su obra, pero, sobre todo, es tiempo de romper con el maleficio de Circe, y, aunque sea una odisea, debemos asumirlo como una obligación moral todas aquellas generaciones que hemos padecido y sufrido los efectos de esta hechicera sobre nuestra isla.
(*) Pedro Fernández Arcila. Concejal de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
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