Francisco González Tejera / Artículo de opinión.- Barranco de Tamaraceite arriba entre destrozos de flora protegida y grandes zanjas de una obra financiada con dinero público se ven las águilas, que sobrevuelan los riscos de Los Dragos, cerquita del mayor bosque repleto de vida natural, que resiste heroicamente el terrible embate de la especulación en esta zona de la isla de Gran Canaria. Un aprovechado constructor va comprando terrenos a precio de suelo rustico, por supuesto esperando recalificaciones, prebendas del político de turno y del técnico sin escrúpulos para delinquir. Todos ellos se hacen ricos en tiempos de miseria y enormes necesidades de la mayoría de nuestro pueblo.
El modus operandi es sencillo, se trata de tener buenos compinches en las oficinas urbanísticas, dinero negro para blanquear y comprar todo lo que suene a territorio urbanizable, desde antiguos terrenos agrícolas a casas viejas, sobre todo de personas mayores que se dejen engañar por cuatro céntimos. Más adelante gracias a las buenas influencias surgen los cambios en los planes generales, donde decía suelo de alto valor agrícola o de interés medioambiental, de repente aparece un tachón corregido por suelo donde ya se puede construir. ¡Pelotazo realizado! El dinero fácil vuelve a llenar cuentas en paraísos fiscales del sucio pocero y de sus amigos de las instituciones.
Da verdadera pena contemplar en mi paseo tarajales desraizados, palmeras, tabaibas y tajinastes talados, tuneras arrancadas antes refugio de lagartos, conejos y aves, cuyos restos, pencas y raíces son desaparecidos en los camiones para no dejar rastro del expolio. Agujeros que parecen trincheras de una guerra diseñada por listillos de guante blanco ¡A chupar que son dos días! A costa de un cauce público donde se realiza una obra que solo parece beneficiar a ciertos personajes. Tipos sacados del postfranquismo, de la “Escopeta Nacional” del genio Berlanga ¡Pelotazo y tentetieso! Donde el trapicheo forma parte de su modo de vida habitual, su práctica tradicional con la complicidad vergonzosa de quienes mueven los hilos de la política, aprobando proyectos millonarios y jugando con el dinero de nuestros impuestos.
El daño realizado a este barranco patrimonio de los vecinos y vecinas de este pueblo parece ser irreparable, los camiones han abierto nuevas vías, transitan entre las motos de trial y remueven una tierra milenaria, la toba basáltica, los restos del inmenso volcán de La Montañeta donde nuestros ancestros pastoreaban, buscaban el almagre para su cerámica y vivían en armonía con la madre naturaleza. La complacencia parece ser la tónica general de la mayoría de nuestra gente ante un panorama desolador y triste. Mientras las aves desaparecen ante el ruido infernal, el polvo y la tala indiscriminada de la floresta donde nidificaban los capirotes, gorriones, pintos, mirlos y linaceros. El saqueo es generalizado y la gran pregunta ronda la cabeza de la gente honrada: ¿Hasta cuando seguirá la brutal destrucción de un patrimonio histórico y natural heredado de nuestros hijos?
Los tractores y excavadoras siguen trabajando a esta hora de la tarde entre la calima del siroco, algunos oscuros personajes se frotan las manos, saben que van a seguir ganando mucho dinero pescando en el río revuelto de la crisis.
El expolio recorre el antiguo Valle de Atamarazait desde San Gregorio al sagrado barranco del noble Adeuna, donde mi padre me contaba que hasta hace menos de 40 años se pescaban anguilas en los charcos de su cauce. Los testaferros del robo de nuestra dignidad campan a sus anchas con cochazos de alta gama, planifican un nuevo desproposito en forma de plan parcial urbanístico en una tierra desecada, alambrada y repleta de carteles de prohibido el paso a toda persona ajena a la obra.
Se hace necesario recuperar la conciencia y enfrentar este ataque directo a nuestra identidad como pueblo, si lo permitimos y no hacemos nada habremos perdido una parte fundamental de nuestro pasado, de nuestra historia, dejando una herencia de destrucción y codicia para las generaciones futuras.
Francisco González Tejera
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Fuente: http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com/2012/03/la-destruccion-del-barranco-de.html
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