Wolfang Alcántara Romero (*) / Artículos de opinión.- En realidad nunca se ha ido; siempre ha estado ahí y aunque no es el único ni mucho menos, es, con diferencia y sin ninguna duda, el peor de todos ellos. El peor porque es el más cercano, tanto que reside en nosotros mismos y casi nunca es reconocido como algo siniestro, infausto, fatídico.
Tiene muchas caras, algunas muy familiares y cercanas, otras más ocultas, recónditas, furtivas.
El miedo; siempre presente y parte indisoluble de nosotros mismos. Está ahí para salvaguardarnos de todo peligro; sistema biológico de protección, factor de supervivencia y por ello ciego e irracional. Requiere del control consciente para que sea realmente eficaz. Muchas veces es capaz de matarnos pues al huir desatinadamente de un peligro inmediato, podemos sumergirnos de lleno en otro, menos evidente aunque igualmente mortal. A veces paraliza perdiendo toda utilidad.
La desidia; también conocida como desgana, dejadez, desinterés, pereza…; muchas veces sabemos a ciencia cierta lo que debemos hacer ante una situación comprometida, no siempre hacemos lo que debemos víctimas de este enemigo latente que termina por abocarnos a la apatía, a la indolencia y entregarnos a la simple inercia de las cosas.
La mezquindad; avaricia, egoísmo que impide, obtusa y despreciablemente, ver más allá de nuestros intereses inmediatos y personales y por no perder o ahorrarnos un pequeño gasto o esfuerzo inmediato nos podemos ver ante una pérdida, normalmente, muy superior.
La frivolidad; ligereza, futilidad; nos impide centrarnos en lo profundo e importante concentrándonos en lo banal e intrascendente, en lo trivial no aportando ningún conocimiento novedoso fomentando la insolidaridad.
Todas estas son algunas de las caras que presenta este oculto enemigo que actúa inagotablemente contra nosotros y es el primero que hay que batir. Una lucha dura y difícil en la que hay que poner en juego lo mejor de nosotros. La valentía; es una virtud de los seres humanos para llevar adelante cualquier iniciativa a pesar de las dificultades e impedimentos, que generan miedos que son superados con tesón y coraje. Nos permite controlar nuestros miedos más profundos e irracionales y enfrentarnos a los más grandes desafíos.
El compromiso; es la obligación moral autoimpuesta de no faltar a nuestras obligaciones con respecto a cualquier situación que se nos presente. Nos protege de la desidia y la dejadez irresponsable.
La solidaridad; es la unión de responsabilidades e intereses comunes entre un grupo de personas y la obligación tácita y aceptada entre unas y otras. Todos vamos, todos volvemos. Tremendamente poderosa y temida por los codiciosos dueños del sistema y sus secuaces.
Casi nadie duda que el camino más correcto, ese que muchas veces se nos presenta sorpresivamente delante y nos obliga a tomar una decisión sea, normalmente, el más dificultoso y empinado, lleno de obstáculos y desafíos, pone a prueba la solidez de nuestros principios y nos enfrenta a nuestros miedos y prejuicios.
Realmente la vida no es más que una sucesión continua de este dilema; entre lo que debemos hacer y lo que resulta más cómodo y/o conveniente. Y son las decisiones que vamos adoptando las que van marcando la senda de nuestras vidas y las que van definiendo quienes somos realmente.
Pocas veces resultan coincidentes el deber con la conveniencia, aunque en la mente de muchas personas se tiende a justificar la una con lo otro y requiere una buena dosis de honestidad e integridad para separar con claridad ambos caminos.
Pues, ahora, en este momento concreto, es cuando con más claridad puede percibirse la total y nítida coincidencia entre la senda de la dignidad y el sentido pragmático de la conveniencia, pues no hay camino alguno en medio, al menos ninguno que nos convenga como clase trabajadora y popular.
Es ahora cuando debemos enfrentarnos a nuestros enemigos interiores y dotarnos del valor, el compromiso y la solidaridad necesaria para hacer justamente lo que más nos conviene; luchar y ganar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Decir alto y claro que nos negamos a plegarnos a los miserables intereses de los canallas mercaderes de esclavos. Que nos rebelamos contra las imposiciones que nos niegan el pan y la sal y que, ahora somos insurrectos. Correcto y conveniente.
(*) Wolfang Alcantara Romero. Currante, Conductor Perceptor Nº 103 y tyambién es Consejero del Consejo de Administración de Guaguas Municipales S.A.
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