Francisco González Tejera / Artículo de opinión.- Son semillitas de futuro y los tremendos olvidados por gobiernos inhumanos, que permiten que vaguen por las calles de la inmensa Bogotá, en las esquinas tristes de Sao Paulo o México DF, soñando lunas entre pegamento y persecuciones. Victimas de los escuadrones de la muerte financiados por comerciantes que cazan niñ@s en las noches de terror y estrellas negras.
200 millones de menores en todo el mundo, viven o trabajan en las calles, en Latinoamérica, al menos 40 millones sobreviven sin hogar; en Asia 25 millones; y en toda Europa aproximadamente otros 25 millones duermen bajo el techo del infinito. Se calcula que en el año 2020 habrá 800 millones de niñ@s en las calles sin que Naciones Unidas mueva un dedo, quedando todo esfuerzo en una declaración de buenas intenciones y una vergonzosa política de escaparate.
No tienen nada y vagan buscándose la vida, distribuyen periódicos, limpian taxis, aparcan coches, venden caramelos, llevan el equipaje, recogen chatarra, mendigan y en muchos casos son víctimas de abusos sexuales, explotados como chulos, camellos, carteristas o trabajan en condiciones de semiesclavitud en las haciendas agrícolas y ganaderas de terratenientes sin escrúpulos.
La situación económica mundial, la migración del campo a las ciudades, el desempleo, las catástrofes sociales y políticas como las guerras, conflictos étnicos, civiles, la corrupción del sistema y la mala gestión junto al injusto reparto de la riqueza, conduce a una de las mayores lacras sociales que existe en el mundo, que solo en honrosas y muy escasas excepciones son paliadas por estados humanistas y comprometidos, cuya prioridad son esas personitas inocentes y al margen de la locura desmedida de los mayores.
Los he visto en las puertas de las tiendas, en un banco de la plaza, en las sucias escaleras de una estación de tren acurrucados y pegaditos buscando el calorcito y la protección de sus cuerpos. Los cartones forman sus camas tapados con periódicos y los zapatos, si los tienen, hacen de almohada. Recuerdo aquel niño limpiabotas, chiquito de apenas 6 años que en la madrugada salteña y helada me pidió una moneda. No he podido olvidar esos ojos profundos y negros, mestizos, inundados de sufrimiento y desolación. La indignación ante los gobiernos neoliberales como el de aquellos años de principios de 2.000 en Argentina, que permitió esta terrible injusticia, que generó solo en la ciudad de Tucumán muchas muertes infantiles por hambre, precisamente en uno de los países más ricos en recursos del continente americano.
En los sueños de estos niños y niñas no hay lugar para juguetes y cuentos de hadas, solo existe la pura supervivencia y la búsqueda de dinero para comer y drogarse con pintura o pegamento barato. Sus fantasías viajan en otra dimensión alejada de la santa inocencia, de la bondad en un mundo deshumanizado y en manos de seres malignos.
Francisco González Tejera
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Fuente: http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com/2012/02/semillas-del-corazon.html
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