Cristina Calandre Hoenigsfeld / Artículo de opinión.- Intervención de Cristina Calandre Hoenigsfeld, en la presentación del libro Ciencia y compromiso, Luis Calandre. Universidad de Murcia, 2 de febrero del 2012.
Muchas gracias a Editum y la Universidad de Murcia, por haberme invitado a esta presentación.
El libro del Dr. José Manuel Sebastián nos acerca a la vida y obra de mi abuelo el Dr. Calandre Ibáñez, discípulo predilecto de Cajal, Achúcarro y Madinaveitia.
Tras su lectura nos quedan claros su gran categoría científica en la Medicina y la Cardiología, de primer orden a nivel español, europeo e internacional, y su compromiso con la sociedad y, sobre todo, con la II República.
Además el libro saca a la luz temas novedosos, como la existencia de una grave epidemia de malaria desatada en los frentes de defensa de Madrid, la existencia de un refugio antiaéreo, situado debajo de la Residencia de Estudiantes, que fue convertido en Hospital de Carabineros en la guerra de España y que (añado yo ahora) desgraciadamente está medio destruido a causa de una rehabilitación plagada de delitos urbanísticos, a pesar de que dichos edificios tienen protección máxima como B.I.C., y con el agravante de haberle sido otorgado a dicha Residencia el galardón Sello Patrimonio Europeo, versión intergubernamental, en el año 2007.
Autodefinido por él mismo como “republicano de antes de la República”, este libro demuestra su compromiso republicano hasta el final, como buen institucionalista.
Su nombramiento por el gobierno legítimo de la República, en octubre de 1938, como subdelegado de la Junta para Ampliación de Estudios -la gran institución científica a la que había estado unido casi toda su vida y a la que tanto debía- es la prueba contundente de que ningún decreto franquista, como pretendió el dictado en Burgos y firmado por Franco, de 19 de mayo de 1938, pudo disolver dicha institución republicana, que siguió funcionando hasta el final de la guerra de España entre Madrid, Valencia y Barcelona, ciudades en territorio leal a la República (ver página 192 del libro).
Luis Calandre Ibáñez estuvo siempre al servicio de la República y así lo manifestó con toda claridad en una carta dirigida al presidente del Comité Central de la Cruz Roja, en la que podemos leer textualmente:
“…. Mi querido amigo, me llega la noticia de que ha sido presentada una dimisión colectiva de los médicos del Hospital de la Cruz Roja, en la que se me incluye… Me apresuro a manifestarle que a nadie he autorizado para presentarla en mi nombre… No he dimitido ni pienso dimitir… Fácilmente se alcanza la evidente necesidad de que las fuerzas del Frente Popular se apoderen de los mandos y control de la Cruz Roja, como de las demás organizaciones del Estado, para asegurar su eficacia en impedir en absoluto todo retorno a la benevolencia no agradecida de los pasados años de la República… Republicano de antes de la República, desempeñando cargos de confianza del este gobierno… bien se comprende que no me es posible permitir, sin protestar, que pueda figurar mi nombre en lista común con compañeros que correspondieron deslealmente a la posibilidad de convivencia que les brindó la República…” (2 de agosto de 1936)
Esta carta fue luego utilizada contra él, para acusarle de auxilio a la rebelión por los tribunales franquistas que le condenaron a la cárcel y a pagar multa.
También el Colegio de Médicos de Madrid (tras la propuesta del juez instructor, Dr. José Luis Rodríguez Candela, miembro del Opus Dei y uno de los primeros funcionarios del franquista Instituto Cajal del CSIC) le condenó a no ejercer la Medicina por 5 años y a no tener cargos públicos de confianza “por haber curado demasiado rápido a los enfermos del Hospital de Carabineros”, lo cual es un grave delito pues contraviene el Juramento médico de Maimónides.
Solo quiero añadir que he solicitado al tribunal supremo la anulación de su sentencia condenatoria, tema que comencé hace 4 años, (estaban perdidos sus expedientes en los archivos militares) y que aunque tiene informe negativo del fiscal general del estado, el tribunal supremo todavía no se ha pronunciado. No obstante como para mí es prioritario limpiar el nombre de mi abuelo, si hay que seguir el proceso en instancias superiores, lo haré.
Con este valiente libro editado por la Universidad de Murcia, no solo sacamos a la luz al olvidado Dr. Calandre, sino que tenemos un instrumento para luchar contra la impunidad franquista desgraciadamente actualmente todavía vigente, y estoy segura de que a mi abuelo esto le hubiera gustado mucho., como” republicano de antes de la republica”, duramente represaliado por el franquismo.
Y para los que quieran completar información sobre el Dr. Calandre Ibáñez le sugiero visiten la Web luiscalandre.com que he creado hace unos meses, para homenajear a mi abuelo en el 50 aniversario de su muerte y que hace poco presente en el casino de Cartagena, con motivo de colgar un retrato suyo en su salón de actos junto a otras personalidades. Y aunque estoy muy agradecida por ello, y por este libro también a la Universidad de Murcia, pienso que fue una ocasión desaprovechada que no se consiguiera poner el nombre de mi abuelo (como hemos podido constatar científico de talla internacional) al hospital comarcal de Cartagena, y ahora tenga en cambio el nombre de una santa.
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