Francisco González Tejera / Artículo de opinión.- Atónito ante la cara dura del consorte me siento a escribir escuchando un viejo tema de Jethro Tull. Ya casi no queda justicia en este país de las maravillas para los de siempre, los que engordan junto con sus cuentas corrientes en paraísos fiscales y venden agua, humo y lo que sea para enriquecerse siempre a costa de las personas más humildes. Ahora es el petróleo que promueven para que pensemos que será la solución a los gravísimos problemas económicos de estas islas desafortunadas, aplastadas por ladrones y especuladores durante tantos años de explotación turística, sol, playa, pelotazos, rayas de coca y música disco.
La mafia política se pelea por cortar cada uno su trozo más grande del nauseabundo pastel de esta tierra infectada de corrupción. Nos acusan de interferir el progreso a quienes denunciamos este verdadero terrorismo económico. Siempre me han gustado las causas imposibles, lo que no me gusta es la destrucción de mi tierra a manos de seres sin escrúpulos, las mentiras disfrazadas de frases electorales que lo único que buscan es mantener el nivel de vida millonario de cuatro sinvergüenzas.
Nuestra madre está seca este invierno y las excavadoras siguen destripándola en los barrancos del sur, cerquita de Tiritaña y Mogán, donde gran parte de nuestra cultura indígena es sepultada bajo escombros y cemento sanguinario ante la pasividad institucional. Los cardones y tabaibas desraizados por constructoras en manos de miserables semianalfabetos, poceros y otras faunas herederas del terror del franquismo. Testaferros de delincuentes de sangre azul, que amparados en el derecho de pernada y en un pasado de desapariciones y fusilamientos, han generado la mayor destrucción medioambiental de la historia de esta pobre tierra canaria.
Nadie podrá detener la ternura infinita que se avecina, jamás lograrán amordazar la conciencia mágica y ancestral que emana de cada playa destruida, donde todavía queda la esencia de tantas canciones ante las hogueras de cualquier noche de primavera. Desde Guguy a El Medano, el furioso mar y la arena más libertaria nos siguen convocando a rebelarnos y alzar nuestros puños contra tanta degradación.
Francisco González Tejera
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Fuente: http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com/2012/02/la-destruccion-consentida-de-nuestra.html
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