Cristina Calandre Hoenigsfeld / Artículo de opinión.- El pasado 2 de febrero se presentó en la Universidad de Murcia el libro Ciencia y compromiso. Luis Calandre Ibáñez, vida y obra, del que es autor José Manuel Sebastián Raz. Con este trabajo se rescata la memoria de quien fuera una de las personalidades científicas más prestigiosas antes de y durante la Segunda República, represaliado luego con la instauración de la dictadura franquista. El doctor Calandre, discípulo de Ramón y Cajal, fue fundador en 1914 del Laboratorio de Anatomía Microscópica de la Residencia de Estudiantes, director después del Hospital de Carabineros -ubicado en la misma residencia en el transcurso de la Guerra de España-, y subdelegado en 1938 de la Junta para la Ampliación de Estudios, de la que dependían tanto la Residencia de Estudiantes como el Instituto Escuela, fundaciones ambas de carácter estatal y que Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública de la República, consideró como la simiente de aquel régimen, así como de la reactivación cultural y científico experimentada por el país.
Habría sobrados motivos para detenerse a glosar la actividad profesional que como investigador y médico cardiólogo llevó a cabo Luis Calandre Ibáñez antes de la victoria del ejército golpista. También, para no pasar por alto la inhabilitación que para el ejercicio de su profesión comportó el triunfo de aquella rebelión militar, con el consiguiente perjuicio para la sanidad española en los duros tiempos de la posguerra. El libro aludido ha investigado al detalle ambos aspectos bajo un título que certifica el entendimiento que su protagonista tuvo de la ciencia y la medicina, entendimiento al que Calandre también se atuvo a la hora de mantener su compromiso profesional y ético al servicio del Gobierno de la República y que dictadura no le perdonó.
En atención a ese compromiso me parece oportuno hablar del doctor Calandre como director del llamado Hospital de Carabineros de Madrid durante el conflicto armado, pues muchas eran entonces las necesidades sanitarias de la capital de España, que sufrió un estrecho e implacable acoso por parte de las tropas sublevadas. Apenas es conocido el hecho de que Luis Calandre Ibáñez, al frente de su centro, fue capaz de abortar una incipiente epidemia de malaria declarada entre los soldados republicanos que combatían en el cercano frente de guerra. De esa ardua y exitosa labor queda como testimonio un folleto, conservado por Cristina Calandre, autora a su vez de un libro sobre su abuelo, anterior al ya mencionado.
Precisamente porque este libro data del año 2008 y porque los promotores de una exposición sobre la malaria, celebrada en la Biblioteca Nacional al año siguiente, tuvieron constancia de ese folleto -enviado por la propia Cristina a uno de los comisarios del evento-, es difícil de entender que la excelente tarea médica desarrollada por el doctor Calandre contra esa enfermedad en el Hospital de Carabineros no tuviera la más mínima referencia en la aludida exposición. De nada valió que su nieta reclamara una explicación para tan flagrante olvido o elusión, porque lo único que obtuvo de la directora del centro fue una respuesta retórica y convencional.
Pero hay otra iniciativa, puesta en marcha por Luis Calandre en el citado hospital, que quizá denote de modo más flagrante la omisión, el desprecio y/o la indiferencia con los que se ha tratado su figura y su obra, tan significadas por su compromiso cívico y humanitario con la causa republicana. En febrero de 2007, Cristina Calandre, que desde dos años antes se había dedicado a investigar en el archivo de su abuelo, descubrió que bajo la Residencia de Estudiantes se encontraba el refugio antiaéreo construido durante la guerra para proteger al hospital de los bombardeos nazi-fascistas de la Legión Cóndor. Ese refugio, ubicado bajo lo que hoy es sala de conferencias, se encuentra medio o enteramente derruido actualmente -tras haberse saltado la administración la catalogación de edificio protegido que tiene el mismo-, según la nieta del doctor.
Para más INRI, hay otra información que Cristina Calandre ha suministrado en un último artículo sobre la obra de su abuelo a raíz de la celebración hace unas fechas, en la Residencia de Estudiantes, del Día Oficial de la Memoria del Holocausto. En el Boletín Oficial del Estado del pasado 19 de noviembre se publicó una orden de Presidencia del Gobierno referente a la preservación y recuperación del patrimonio de la Residencia de Estudiantes, donde se afirma que el decreto [ilegal] franquista del 19 de mayo de 1938 disolvió la Junta por la Ampliación de Estudios. Teniendo en cuenta que hasta marzo de 1939 fue subdelegado de la JAE el doctor Calandre y que una parte de España seguía bajo la legalidad constitucional y democrática de la II República, tal parece que el BOE de nuestro vigente régimen monárquico/constitucional legitima un decreto emanado del ejército golpista a la hora de publicar una orden oficial.
Resulta cuando menos paradójico que en ese centro se haya celebrado recientemente, con motivo del Día Oficial de la Memoria del Holocausto, un seminario destinado a docentes y organizado por casa Sefarad/Israel bajo el elocuente epígrafe Resistencias a las políticas nazis: resistencias armadas y espirituales durante el Holocausto. Los ponentes habrán ignorado que debajo de sus argumentos estuvo alojado un lugar más de la memoria histórica de este país, destruido y secuestrado a la recordación pública: el refugio antiaéreo promovido a instancias del doctor Calandre Ibáñez, testimonio de la barbarie de la aviación nazi-fascista sobre los hospitales de Madrid.
Cristina Calandre Hoenigsfeld
Fuente: loqueSomos
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