Manuel Marrero Morales / Artículos de opinión.- El Gobierno del PP, con el encriptado Sr. Rajoy, ya ha comenzado a intentar justificar sus recortes y ataques a la ciudadanía, utilizando, como estaba previsto, el argumento de “la herencia encontrada”. Pero, da la casualidad que una parte importante de esa herencia recibida era del endeudamiento de las Comunidades Autónomas, mayoritariamente gobernadas por el PP, desde hace más de medio año. Por tanto, o llegaron al poder con promesas basadas en ignorancias, lo que no es de recibo, o nos mintieron cínicamente, lo cual sería aún más detestable. Patronal y Sindicatos mayoritarios habían recibido el encargo del Gobierno de pactar una nueva reforma. La patronal, insatisfecha aún con las reformas y pensionazos del Gobierno anterior, porque le parecían insuficientes, sabe que si hubiera algún acuerdo sería sobre las bases que ellos proponen, y, de no haberlo, están seguros de que el Gobierno los impondrá; de ahí las actitudes mantenidas en esta pseudonegociación. Por su parte, los sindicatos mayoritarios, en su afán por continuar apuntalando el sistema para que se les siga considerando útiles por parte del Gobierno y por la patronal, mantienen una actitud sumisa.
¿Qué cabe esperar del gobierno del PP en materia de reformas: fiscal, financiera, laboral, educativa, sanitaria…? No subir impuestos a los que más tienen, seguir desviando dinero público para los especuladores sin exigirles contrapartidas, continuar profundizando aún más en la desregulación y el desamparo laboral favoreciendo los despidos, los contratos indecentes, los minitrabajos…, y de paso, adelgazando los pilares del Estado del Bienestar, deteriorando lo público para justificar así su privatización. Y así va a seguir actuando este gobierno, conforme a lo esperado. El guión está ya escrito.
¿Qué cabe esperar de una patronal insaciable, que en los últimos años se ha quitado la careta para manifestar públicamente sin pudor sus exigencias a los poderes políticos? Que va a seguir marcando la hoja de ruta del Gobierno del PP, como ya lo hizo con el del PSOE: más recortes públicos, más privatizaciones, más desregulación laboral, ataques frontales al sindicalismo en general y, en particular, al que le hace frente desde el sindicalismo alternativo. Y así van a continuar sus exigencias, que suelen ser órdenes para los gobiernos.
¿Qué cabría esperar de los sindicatos mayoritarios, de los dirigentes de CCOO y UGT? Que representaran los intereses de la clase trabajadora y no formalizaran pacto alguno que perjudicara a sus representados. Que no apuntalaran el sistema capitalista y explotador, desde una perspectiva de sindicalismo de clase, de clase trabajadora. En lugar de perder el tiempo y las energías en sentarse con políticos, empresarios y banqueros, llevando con sus mensajes “tranquilizadores y adormecedores” la confusión a las conciencias de los trabajadores y trabajadoras, deberían estar en los centros de trabajo, informando, formando y movilizando para generar un movimiento de resistencia que intente poner freno a estos desmanes. Sin embargo, los hechos son muy tozudos y, aunque el discurso lo intenten enmascarar con tintes de confrontación y de posibilismo, en el fondo están jugando a la corresponsabilidad, al apuntalamiento del sistema, a aceptar que el capitalismo les siga asignando ese papel como forma de domesticación de las exigencias de la clase trabajadora, en definitiva, consolidar el modelo del sindicalismo conseguidor, cuyo lema es “quédense quietos en casa, que nosotros negociamos y ya les presentaremos lo que hemos conseguido, que es lo único posible, en tiempos de crisis”.
En el manual del sindicalismo reivindicativo, siempre ha figurado el binomio presión-negociación, cuando de negociar se trata. No parece siquiera que sea éste el caso, ya que a los sindicatos se les invita a una farsa, como coartada para imponer más sacrificios a los trabajadores y trabajadoras, por si fuera posible sacar una foto de apretones de manos y plácemes, que a todo gobierno le suele venir bien, ya que así no tendría desgaste alguno. Por tanto, a las personas en paro, a las que aún no han conseguido su primer trabajo, al funcionariado, a las que trabajan en la empresa privada, a la afiliación de todos los sindicatos, a los sindicatos alternativos y reivindicativos, a todos nos toca unirnos y autoconvocarnos para movilizarnos frente a estas reiteradas agresiones que van a continuar en aumento. No podemos resignarnos. Tenemos que rebelarnos frente a los tijeretazos, pensionazos, privatizaciones y atentados contra las conquistas de la clase trabajadora. Las calles son nuestras y las tenemos que ocupar para resistir y poner freno a estos desmanes.
Manuel Marrero Morales
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