José Enrique Centén Martín / Artículo de opinión.- Esta forma sutil de ejercer el poder es la que está ejerciendo los especuladores en la actualidad, ese gran ojo que vigila y castiga, el que todo lo ve, el mismo que con sus indicaciones a determinados países occidentales les hacen ejercer una autodisciplina para no ser castigados con rebajarle una letra en su valoración, esa valoración dada por el gran ojo ”mucho tiempo ha” de forma aleatoria a un puñado de los 198 países del mundo, solo para alimentar su orgullo y vanidad para diferenciarlos como líderes y a su vez provocar la envidia de los otros que intentan alcanzar esa valoración, hábil estrategia lanzada por determinados tahúres de las finanzas, la peligrosa envidia, el deseo de obtener algo que posee otro y que uno carece, es por lo tanto, el pesar, la tristeza o el malestar por el bien ajeno.
Están dentro de esa espiral un puñado de vanidosos, esos que se creen los amos del mundo, cuando son solo meros ejecutores, los capataces de la hacienda, la sociedad donde vivimos, esa que ha sido convertida en un sueño o ideal de sociedad, despojada de huella humana y de la libertad del individuo, porque a esta la disfrazan con la individualidad, para que cada uno mire su ombligo, alejándonos cada vez más como grupo y con un mismo fin, subsistir, nos quieren hacer partícipe de su envidia y así poder obtener algo a costa de privar a otra persona de dicha posesión, cuando en realidad lo que perdemos es nuestra integridad.
Esos capataces y nosotros estamos sometidos por los especuladores, los capataces nunca se han rebelado, nos toca a nosotros los oprimidos, es la única opción.
José Enrique Centén Martín
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