Podcast / Planeta Musical Sur.- El Nepal, está reconocido por todo el mundo debido a la conservación del más antiguo patrimonio cultural. Aun cuando el país es muy pequeño, tiene una gran diversidad étnica, cultural y geográfica, y cada grupo étnico tiene y mantiene la cultura, las costumbres, la tradición, la música y sus danzas. El país es una amalgama que funde e impregna de folklore, las danzas populares de música tradicional y de música clásica.
Duración aproximada: 58:37
Formato: MP3
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Producción: Radio Calf-Universidad FM 103.7
Durante siglos, los habitantes de Nepal han vivido en estado de esclavitud. Sometidos a una monarquía cruel que los enviaba como mercenarios para combatir y morir por otras naciones, el rey se quedaba con las ganancias por el suministro de gurkhas. “Aquí no hay caminos, nosotros estamos acostumbrados a cargar todo en nuestras espaldas, y aunque no somos sherpas, nos parecemos a ellos”, dijo un poblador, y agregó: “Los viajes pueden tardar semanas y hasta meses. Aunque ya poco se comercia a lo largo de esta antigua ‘Ruta de la Sal’, el flujo de personas y mercancías continúa por estos angostos senderos”. El viento helado azotaba en la diminuta aldea de Muktinath, casi a cuatro mil metros de altura, en el lejano reino prohibido de Mustang, un reino aislado con monarca propio, que hoy es un distrito autónomo de Nepal. Alrededor, se veía un arco centellante de nieves y banderas sagradas agitadas velozmente, entre nubes del último monzón. Todo el horizonte estaba ocupado por montañas, entre las que descollaban algunos “ochomil”, las cimas más elevadas del planeta, que dan la impresión que acababan de emerger de la raíces más profundas de la Tierra, rodeadas por precipicios abismales de miles de metros. En algunos lugares, los pobladores sólo recientemente han comenzado a saber lo que es la electricidad y han escuchado música. Y hablando de música, la casta de los músicos de Nepal, considerados intocables, suele estar relegada a los márgenes de la sociedad. Pero durante el Diwali, la fiesta de las luces hindú, los gandarbhas son el centro de atención.
Los gandarbhas son una pequeña casta prácticamente desconocida más allá de las fronteras de la nación himalaya. Deambulan de ciudad en ciudad, tocando sus sarangis (una versión rudimentaria del violín) para ir ganando dinero. Un censo de 2001 detectó que en Nepal hay casi unos 6.000 gandarbhas, apenas un 0,03 por ciento de la población del país, de casi 23 millones de habitantes. No obstante, muchos miembros de la casta dicen que son más de 10.000. Pese a ser pocos en número, los gandarbhas ocupan una lugar único en la sociedad nepalí, según Stephanie Spray, una estudiante de doctorado de Harvard que les investiga desde 2001. Durante siglos los gandarbhas han sido los historiadores orales y los transmisores de información a lo largo del accidentado territorio nepalí. Ya hace 240 años el rey Prithivi Narayan Shah les mandó difundir la noticia de la unificación del país, y su sarangi es un elemento icónico de la cultura nepalí. Hasta hace 20 años era habitual ver a gandarbhas yendo de ciudad en ciudad para ganarse la vida. Hoy en día, su deambular no sólo es una manera de subsistir, sino también un modo de asegurar la supervivencia de las tradiciones de su casta, como lo expresa Purna Bahadur Ghandari, de 52 años, al decir: Tenemos que salvar nuestra propia cultura. Tocar el sarangi es una bendición para nuestra cultura”. Pese a su rica historia, la cultura gandarbha ha sido sacudida por el influjo de los medios modernos, según Jacob Penchansky, director de la Mountain Music Project, una organización dedicada a conservar la música y la cultura tradicional. En los últimos años surgieron grupos como Nepathya, a quien estamos escuchando, que modernizan las canciones gandarva y las adaptan al mercado musical asiático, rescatando de alguna forma una tradición que estaba a punto de extinguirse, y donde los sarangis son remplazados por guitarras eléctricas y sintetizadores, con lo que la música adquiere un ritmo y un sonido más occidental. ”Nos gusta hacer esto porque refleja a nuestra sociedad, a nuestro pueblo y sus miserias”, explicó el vocalista de Nepathya, Amrit Gurung. El grupo nació hace 14 años en el occidental valle de Pokhara, y ya ha editado seis discos.
Los jóvenes músicos son populares en todo el país y en el noreste de India, donde hay una importante colonia nepalí. Uno de sus discos ”Bhedako Uun Jasto” (”Como piel de oveja”), lleva el título de una canción típica de las comunidades tamang y sherpa, de las montañas del noroeste de Katmandú. Otra banda pop que también mezcla la música tradicional nepalí con la occidental es 1974 AD, un grupo que ha llegado a competir con Nepathya en popularidad. Pero esa competencia no impidió que la banda realizara un concierto conjunto con Nepathya que llenó el Estadio Dasharath de Katmandú con decenas de miles de fanáticos. Luego inició una gira por Estados Unidos y Gran Bretaña, con recitales en ciudades como Nueva York, Londres, San Francisco y Washington. En uno de sus últimos trabajos, el grupo lanzó su sexto disco ”’Pinjadako Suga” (”El loro de la jaula”), con canciones escritas por las principales figuras de la literatura nepalí. Cabe destacar que 1974 AD saltó a la fama luego de que dedicara su canción ”’Sambodhan timilai” (”Te llamo humildemente”) al rey Birendra, cuando en la masacre del 1 de junio de 2001, el rey junto a toda su familia, fueron asesinados por el príncipe Dipendra, quien luego se suicidó. Y en Muktinath, esa diminuta aldea ubicada al norte de Nepal en el lejano reino de Mustang, que sólo se abrió a los extranjeros en 1991, alrededor de su templo, lugar de peregrinación sagrado para budistas e hindúes, un grupo de hombres vestidos con harapos giraban las ruedas de oración. Muy cerca de allí, un lama revolvía las piedras desparramadas por doquier, y luego de examinarlas, levantaba algunas y las colocaba en sus bolsillos. –¿Qué está buscando?, preguntó curioso un visitante a uno de los peregrinos –Busca amonites, contestó. Para nuestro pueblo, estos fósiles marinos representan la “Rueda de la Vida” y son sagrados. Desde incontables generaciones venimos aquí y siempre hay gente haciéndolo. Mi padre lo hizo y mis hijos seguirán estos pasos. Abajo (en Katmandú) suceden cosas, pero, como dice Lao-Tsé caminar en silencio significa volver al propio destino. Volver al propio destino significa reconocer lo eterno. Comentarios basados en artículos de Pablo Sigismondi, para el periodico La Voz, de Srendra Phuyal para La Agencia de Noticias Inter Press Service (IPS), y de John Bishop de GlobalPost para lainformacion.com En cuanto a la música varios de los temas tradicionales corresponden al disco Folk Music Of Nepal, publicado por King Rec.World Music Library, además de otros grupos nepalíes como Sur Sudha, Nepathya y 1974 AD.
Es una realización de Jorge Laraia.
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