Francisco González Tejera * / Artículo de opinión.- Una secuencia y un cumulo estrellado de casualidades han marcado mi vida, cosas casuales que pasan sin querer en medio de la maraña inmensa de la vida. Encontramos miradas que se cruzan en la encrucijada de cualquier esquina, viejas caras que perdimos hace tiempo en la nebulosa del tiempo y que de repente aparecen como espectros. Lo casual pasa a ser parte de la maravilla de haber nacido a pesar de los malos momentos, la suerte de confluir y beber el néctar dulce de la conciencia, de los recuerdos acumulados desde aquellas tardes del “sereno”, de la guagua oliendo a colonia hacia El Puerto en busca de arena y sueños.
Sigue siendo casual la vida y por eso nacemos para nacer como dijo Neruda entre banderas y mortajas y hoy para mi ha sido casi mágico. Me vi rodeado de cuentos infantiles, de solidaridad y ansias de cambiar el mundo. La tarde se hizo especial y entre casualidades terminé por encontrarme en la vía oculta del tiempo, en la energía pura que brota de corazones infantiles recordando viejas canciones de Silvio, saltando en cualquier plaza vacía del pueblo entre la estridencia de Deep Purple y la armonía casi caótica de Zappa.
Acabé volviendo esta tarde a esa parte de mi vida de infancia y monedas entre chocolate y leche caliente. Los cuentos solidarios acabaron por mostrarme la claridad de una luna clandestina y los ojos luminosos de los niños, de las niñas recibiendo regalos y esperanza de momentos dulces en este largo recorrido por la vida.
Salud y gracias a todos, a todas por la luz y las sonrisas.
Francisco González Tejera
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