Salvador López Arnal * / Artículo de opinión.- Para Francisco Castejón, un científico nuclear muy informado de Ecologistas en Acción, la decisión tomada por el CSN es "muy significativa, porque para prolongar la vida de las centrales nucleares es imprescindible la construcción del ATC". Para el concernido físico ecologista, "todo está perfectamente alineado con el programa del PP". ¿Qué decisión? La siguiente:
“El CSN despeja el camino a la prórroga nuclear de Rajoy”, titulada Manuel Ansede en Público [1] el pasado 9 de noviembre de 2011. El subtítulo de su documentado artículo: “El organismo impone un depósito único al limitar el almacenamiento en piscinas”.
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), un organismo público, no un grupo desalmado y sin principios cívicos de presión nuclear, se lo ha puesto fácil a Mariano Rajoy [2] para prorrogar la vida de los reactores atómicos españoles tras el 20-N, señala Ansede. El de Santa María de Garoña, del tipo de los accidentados en Fukushima, no está excluido de los planes de conjunto.
Un pleno del CSN -cinco consejeros: dos del PSOE, dos del PP y un convergente-unionista siempre muy atómico, característica marcada y antigua de la coalición nacionalista conservadora- celebrado… ¡el 13 de octubre!, aunque su decisión no se conoció hasta principios de noviembre [3], ha decidido sin unanimidad (tres votos a favor: PP + CiU; dos en contra: PSOE, incluyendo el de la presidenta del Consejo) aprobar la limitación temporal del almacenamiento en piscinas -ubicadas en las propias centrales- del uranio quemado en los reactores. Los problemas que representa este almacenamiento de residuos en piscinas fue señalado, tras el desastre de Fukushima, incluso por la ministra francesa del ramo. En el plazo de un año, prosigue Ansede, “el Consejo anunciará las fechas en las que habrá que sacar la basura nuclear de las albercas”.
Probable consecuencia del acuerdo no unánime del CSN: imposición definitiva (y puesta en marcha) de la construcción de un almacén único de residuos nucleares, el polémico ATC (almacén temporal centralizado) [4], del que tanto se habló hace unos dos años. Zarra (Valencia) y Ascó son los lugares que más suenan para su emplazamiento. Son los “más aptos para construir este ATC”, según las evaluaciones de uno de los gobiernos de Zapatero. No es probable que el futuro gobierno cambie de opinión -la apuesta de Zarra tal vez pueda ganar algunos puntos- y tampoco es improbable que la decisión no tarde mucho en ser tomada.
En las centrales españolas, propiedad de Iberdrola, Endesa, Unión Fenosa y HC Energía, se cambian aproximadamente un tercio de las barras del combustible de uranio cada determinado tiempo. En algunas centrales, las más antiguas, la carga que se guarda en la piscina sita puede llegar a ser… ¡ocho veces superior a la del reactor!
En una entrevista sobre el ATC con el científico republicano franco-barcelonés Eduard Rodríguez Farré [5], se apuntaron algunos nudos esenciales del asunto. Reproduzco algunas de sus consideraciones:
“El Almacén Temporal Centralizado es un lugar donde se guardarían residuos de alta actividad. Existe desde hace años en España, en Córdoba, en el término municipal de Hornachuelos, un almacén donde se depositan los residuos de baja y media actividad. Se llama El Cabril y es el único cementerio nuclear español hasta la fecha”. Los de baja y media actividad son residuos en cantidades relativamente pequeñas que, en su mayor parte, provienen de la utilización de material radiactivo en medicina e industria para determinadas actividades.
Pero el problema ahora es otro. “El problema del que estamos hablando no es éste sino el de las cantidades inmensas con mucha variedad de elementos radiactivos de alta energía y, además, de larga vida, que se generan en los reactores nucleares. Esto no está resuelto, nunca ha estado resuelto… Hasta ahora los residuos se han mantenido en las mismas centrales nucleares. Tanto en España como en la mayor parte de países. Nadie tiene una solución definitiva para este problema. Hasta ahora ha habido dos aproximaciones al tema de los residuos que es, si me permites la expresión, la arista central, la esencia fáustica del asunto”.
El problema de estos materiales es su alta energía y su posible diseminación, por eso hay que contenerlos. “Pero en una central nuclear no es ese el único problema. Los productos de fisión que se producen son altamente radiactivos, millones y millones, billones de becquerelios, sesenta o setenta elementos como mínimo se generan allí. Algunos de ellos son de vida media corta, pero muchos son de vida muy larga. Los principales problemas los constituyen el plutonio, por una parte, que se genera con el bombardeo de partículas que recibe el uranio-238, que se transformará en neptunio y plutonio, y después están los productos en fisión. Son los elementos que van a durar miles de años. La usual gestión que se practica es depositarlos en piscinas de refrigeración que están ubicadas en el interior de las centrales nucleares”.
Estos elementos se guardan en piscinas para refrigerarlos, “porque en toda emisión de radiactividad la energía se disipa en forma de calor. Al fin y al cabo eso es lo que hace un reactor nuclear, la radiactividad que allí se genera lo que hace es calentar agua. Cada tres o cuatro meses se cambian alrededor de un tercio de las barras de combustible irradiado de los reactores -que pesan varias toneladas- por otras nuevas. De entrada, como decía, se ponen en las piscinas de las centrales para que se vaya disipando el calor. Hoy por hoy las piscinas se siguen manteniendo activas y es cierto, no tengo ninguna duda sobre ello, el Ministerio de Industria no exagera en este caso, que en muchas centrales españolas están saturadas, muy saturadas”.
El almacén TC no es un simple almacén. “Exige, entre otras cosas, sistemas semienterrados muy estancos y también de control continuo. Es necesario un control permanente de estos residuos de alta radiactividad, lo cual implica que tiene que haber blindajes, que todo el personal que trabaje allí debe estar muy protegido, y ha de estar formado y preparado para eventualidades, y, por otra parte, hay que intentar disminuir los volúmenes de los materiales depositados. Básicamente son estas las tareas que se realizarán en el almacén”.
Temporal significa en este caso que después de muchos años, “un siglo pongamos por caso, cuando el almacén esté lleno, habrá que construir otro, seguramente mayor. El uso de temporal remite al concepto “mientras esperamos conseguir la solución definitiva”, el digamos “almacén final”. Pero esta solución no la tiene nadie y yo, personalmente, sigo sin ver cómo se podría obtener. No existe actualmente ninguna tecnología que pueda eliminar los residuos de manera definitiva, residuos que seguirán siendo radiactivos durante miles de años. Que exista un contenedor, que algo se pueda contener miles de años dentro de un sistema, sea el que sea, cuesta verlo. Hoy en día no tenemos ni el concepto para pensar sobre ello ni, desde luego, la tecnología para realizarlo”.
En cuanto al riesgo de la propia instalación, no hay experiencia sobre esto. En todo caso, no se puede afirmar, como se ha sostenido desde instancias oficiales o muy próximas, que no existe ningún riesgo real. “No hay nada que no tenga riesgos, nada. ¡Claro que existen riesgos! Hay riesgo de que fallen las estructuras por ejemplo. A mí particularmente, lo que más me preocupa es saber cómo piensan refrigerar estas masas importantes de elementos altamente radiactivos. Va a haber plutonio, va a haber uranio, se tendrán productos de desintegración de fisión muy radiactivos que generan mucho calor. El calor que se genera en una central nuclear hay que refrigerarlo. No he visto el diseño de cómo se va a hacer todo esto. Habría que tener información de la estructura de ingeniería pero algo tienen que hacer, cualquier contención implica siempre un riesgo de fugas. Al fin y al cabo, en un reactor nuclear, los riesgos más usuales de fugas están en los sistemas de refrigeración y en lo que va a la atmósfera y al agua de lo que se desprende. En el futuro almacén también tendrá que haber un sistema así. Una de las cosas de las que apenas se habla es del tritio y el helio que se vierten al aire y que van al agua y a las capas freáticas”.
El tema es importante. El senado de Vermont, en Estados Unidos, “ha obligado a cerrar una central antigua de tipo Garoña porque se ha podido demostrar que la capa freática está contaminada con tritio, el hidrógeno radiactivo. De esto, normalmente, cuando se habla de las centrales, tampoco se dice nada. Pero, de hecho, sé muy bien de lo que hablo, se vierten cantidades inmensas de tritio en una central, en cualquier central”.
El gobierno español puso tanto énfasis en el tema del almacén nuclear porque las centrales españolas están saturadas desde hace varios años y les urge encontrar una solución. “Si te sitúas en el punto de vista de los tecnólogos o de las personas que gestionan las nucleares, tiene su lógica, tienen sus razones. No hay ninguna duda. Tenerlo todo centralizado es mejor que tenerlo disperso. Existe, como ya hemos comentado, el riesgo del trasporte pero como tengas muchas instalaciones en juego la situación se te complica. Es mucho más difícil de gestionar una situación así que si todo lo tienes en una instalación única”.
Por lo demás, desde un punto de vista militar-estratégico, este nudo del mapa nuclear representa una vulnerabilidad muy alta. “Precisamente una de las cosas que a mí siempre me asombra es que nunca se piensa en los riesgos militares de estas instalaciones. En Estados Unidos, sí que se ha hablado de ello. Puestos a tener residuos mejor tenerlos muy soterrados, precisamente por el peligro militar que representan. Pero allí, como todos sabemos, siempre están muy obsesionados por la cuestión militar y la seguridad. No sé los rusos como lo tienen organizado pero deben tener una cantidad enorme de residuos nucleares. No sé que solución han adoptado”.
Estas informaciones, sabido es, circulan de manera muy restringida.
Notas:
[1] http://www.publico.es/ciencias/405853/el-csn-despeja-el-camino-a-la-prorroga-nuclear-de-rajoy
[2] En su “programa electoral” se habla de llevar a cabo la "prolongación de su operación", de la operatividad de las centrales.
[3] Según Ansede, fue entonces, en la segunda semana de noviembre, cuando el Consejo colgó el acta en un rincón de su página web. Así, pues, el CSN (insisto: un organismo público, no un grupo de presión atómico-nuclear) no ha comunicado todavía oficialmente a los ciudadanos la decisión tomada en octubre de 2011. ¿Por qué?
[4] Las centrales de Zorita, en proceso de desmantelamiento, y Trillo disponen de almacenes individuales. En Ascó, por lo que parece, se está construyendo uno.
[5] Con mayor detalle, ahora en Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Ciencia en el ágora, Mataró (Barcelona) Los libros de El Viejo Topo (en prensa).
Salvador López Arnal es autor de Entre clásicos. Manuel Sacristán y la obra político-filosófica de György Lukács (Madrid, La Oveja roja (en prensa)).
Salvador López Arnal
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Salvador López Arnal es colaborador de rebelión y El Viejo Topo y discípulo de Francisco Fernández Buey, es coautor, junto a Eduard Rodríguez Farré, de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente. Los libros de El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2008.
* Profesor-tutor de Matemáticas en la UNED y enseñante de informática de ciclos formativos en el IES Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). Colabora normalmente en la revista "El Viejo Topo" y es coguionista y coeditor, junto con Joan Benach y Xavier Juncosa, de "Integral Sacristán" (El Viejo Topo, Barcelona, en prensa).
Salvador López Arnal es autor de Entre clásicos (La Oveja Roja, Madrid, en prensa).
Canarias Insurgente ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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