Francisco González Tejera * / Artículo de opinión.- Recorrieron la inmensa estepa huyendo de los tanques alemanes que perseguían cada hálito de luz en forma de personitas. Se alumbraron con viejos trozos de madera en las noches interminables de sospechas y ruidos. Navegaron por los cauces de ríos congelados hasta llegar a ciudades destruidas, inhabitadas donde el viento poseía cada brizna de oxigeno. Nadia y Pissen durmieron muchos años después una noche más en el albergue de los sueños, rememoraron aquellos miedos y susurraron entre caricias y temores la nueva tormenta que se avecina.
Pero esta vez no iban a permitirlo, millones esperan en cada plaza encendida desde el Cairo a Barcelona para evitar la nueva esclavitud, los hornos y el calor importado directamente del infierno. Salieron agazapados bajo abrigos de luz entre la nieve y recorrieron aquel territorio infinito donde el amor los protege de la oscuridad.
Aún queda esperanza.
Francisco González Tejera
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