Matones pendencieros / Canarias-Semanal.- Por M. Relti - Redación Canarias Semanal. Los jóvenes activistas recordaban pacíficamente al candidato los traicionados compromisos históricos del PSOE con la causa del país ocupado por Marruecos.
El pasado viernes, durante el mitin de precampaña en el que Rubalcaba pretendía foguetear a sus huestes, una nutrida cuadrilla de matones pendencieros encabezada por el el estrábico teniente alcalde de La Laguna, Javier Abreu, la emprendió a mamporrazos con un pequeño grupo de jóvenes pro saharauis.
Dicen que las auténticas virtudes y defectos de los seres humanos se ponen a prueba realmente en las circunstancias gravemente adversas. En el fragor de las tensiones y los peligros nuestros sentimientos más íntimos afloran como un torrente incontenible, dando paso a las más bajas pasiones o a los sentimientos más sublimes y solidarios. Algo de eso le ocurrió en Madrid el pasado mes de julio a Casimiro Curbelo, inefable personaje al que media España conoce ya como el "senador putero". Con unas copas de más, posiblemente turbado por los efluvios eróticos del entorno y probables ingestiones etílicas, este senador multimillonario no pudo resistir que un par de “mindundis” adscritos a la Policía Nacional no respetaran su condición institucional de representante senatorial de la ínsula de La Gomera y le trataran como a cualquier hijo de vecino.
Casimiro no pudo embridar en aquella ocasión al bruto que lleva dentro y le espetó a los maderos "Soy senador y ustedes más que policías son unos terroristas, unos borrachos. No saben con quién están tratando, soy del Senado, voy a acabar con sus carreras". Para desventura de este cromañoide surgido de los frondosos bosques gomeros, la cosa traspasó las puertas de aquella destartalada Comisaría y fue parar a las redacciones de los periódicos.
El PSOE está nervioso. Más que tensos podría decirse que los socialdemócratas celtibéricos se encuentran ya en una fase convulsa, espasmódica, rayana en el delirio psicótico. No solo se saben perdedores de las próximas jornadas del 20 de noviembre, sino que empieza a rondar por sus cabezas la posibilidad de que -salvando las distancias- se pueda reproducir un fenómeno electoral similar al que le ocurrió a la UCD en las elecciones del 82. En aquella ocasión, el partido en el que encontraron refugio las hordas del franquismo militante pasó de ser mayoría en el Congreso a prácticamente desaparecer del espacio físico del hemiciclo. Y aunque al lector le cueste imaginárselo eso sería un acontecimiento hecatómbico para nuestros socialdemócratas neoliberales. Se verían obligados a retornar a sus antiquísimos puestos de trabajo, después de haber perdido sus habilidades laborales -si alguna vez las tuvieron- tras tantos años de dorada ausencia. Perderían los suculentos emolumentos salariales, los coches oficiales, la atención privilegiada de los medios de comunicación, el glamour que proporcionan las moquetas palaciegas... ¡Retornarían a su condición de simples, corrientes y molientes mindundis! Y eso es mucho para quien durante tantos años no ha dado un palo al agua. Que a uno lo obliguen a abandonar en la cuneta toda una biografía dedicada a las "nobles causas sociales" da mucha rabia y descompone el pomo de cualquiera.
Por eso, cuando el pasado viernes en el mitin de precampaña en el que Rubalcaba pretendía foguetear a sus huestes, un grupo de jóvenes activistas prosaharauis quisieron rememorar al PSOE sus compromisos históricos con la causa saharaui, una alud de energúmenos cayeron en avalancha sobre ellos expulsándolos al piñazo y a la patada limpia del recinto donde escenificaron sus justos recordatorios. Los nervios de los socialliberales se rompieron como si de una pieza de porcelana se tratara. Y el monstruo que algunos de ellos llevan dentro emergió prepotente con la brutalidad de quienes han convertido su vida en una pura fachada de principios falsificados. Encabezando la nutrida cuadrilla de matones pendencieros se encontraba el estrábico teniente alcalde de La Laguna, Javier Abreu. Con la fortaleza propia de quien se sabe avalado por el respaldo de varios centenares de afines, el edil camorrista la emprendió a mamporros contra uno de los jóvenes protestones que había caído al suelo a resultas de los empeñones que el numeroso grupo de sociatas le había propinado.
Que no dude este chulo perdonavidas, que ejerce de teniente alcalde comparsa de la derecha reaccionaria lagunera, que a partir de ahora gozará de la especial atención de este cronista.
Una atenta visualización del vídeo que aquí les ofrecemos permitirá a aquellos lectores que lo deseen corroborar nuestras iniciales reflexiones sobre los instintos primarios y la catadura de quienes no saben contenerlos.
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