J.M. Álvarez / Artículo de opinión.- La Liga árabe, creada en 1945 por los imperialistas para que gobiernos títeres y afines mantuvieran sus intereses en la zona, ha decidido congelar las relaciones con Siria y recomienda a sus socios, adoptar medidas económicas contra Damasco.
Ese engendro anti popular, mangoneado por lo más florido de la reacción árabe como los regímenes feudales de Arabia Saudita, Qatar y similares, no hizo nada para evitar el ataque de la OTAN contra Libia siguiendo órdenes de Occidente, una postura que contrastó con la más digna de la OUA que fue marginada pese a poseer, sobre el papel, un rango superior.
Es imperativo que esa banda, subrogada al terrorismo de la OTAN, sea destruida o arrinconada cuando la resistencia anticolonial se reorganice y fortalezca. Su semejanza, en cuanto a actitudes, es parecida, salvando las lógicas diferencias, con esa OEA de América Latina que era, y es, cosa de risa, y cuya última “hazaña” fue no adoptar medidas para expulsar a los golpistas de Honduras, porque así lo impuso Estado Unidos.
Por suerte, la OEA, adonde Cuba se negó a regresar (conoce el paño) pese a las invitaciones recientes, está en trance de desaparición por inútil, al surgir nuevas organizaciones como el ALBA o UNASUR, donde tratan de eliminar las influencias de Washington. Esa es la suerte que debe correr, más temprano que tarde, la Liga Árabe-estadounidense para que los pueblos árabes sean verdaderamente libres.
J.M. Álvarez
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