Francisco González Tejera * / Artículo de opinión.- De una cosa estoy muy seguro y es que nunca jamás seré premiado por la Guardia Civil o cualquier otra fuerza policial. Esto sinceramente me satisface y la verdad que siento un gran orgullo por seguir el camino correcto en defensa de nuestra tierra y por los derechos de las personas más desfavorecidas. En cambio otros son distinguidos “por su vinculación especial con dicho cuerpo”, recibiendo la Cruz con Distintivo Blanco de la Orden del Merito en los actos del Día de la Hispanidad (Fiesta de la Raza en la dictadura franquista). Este año entregado con todos los honores patrios al presidente de la constructora y cadena hotelera LOPESAN, Eustasio López. El año pasado se lo dieron al dueño de Seguridad Integral Canaria y presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, procesado y condenado a tres años y un día de cárcel por un delito contra la ordenación del territorio, al contravenir la Ley de Espacios Naturales de Canarias y arrasar por parte de un bosque termófilo en La Milagrosa, Gran Canaria. Además está imputado por una supuesta estafa y apropiación indebida en un juzgado del sur de Tenerife ¿Perfecto perfil para un premio que entrega la benemérita?
La constructora LOPESAN que preside el otro galardonado es una empresa de triste recuerdo para muchos tamaraceiteros, sobre todo por la ejecución del Plan Parcial Ciudad del Campo en el espacio natural protegido de la Montaña de San Gregorio, muy cerca curiosamente del otro destrozo en La Milagrosa. Dicho plan parcial fue aprobado sin el preceptivo estudio de impacto ambiental que exige la ley. Allí nos encadenamos la gente del Colectivo Ecologista Atamarazayt a principios de los 90 iniciando una lucha titánica de movilizaciones y acciones administrativas y jurídicas de enorme eco en los medios de comunicación, para comprobar como la administración pública (Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo y Gobierno de Canarias), permitieron uno de los mayores atentados contra el medio natural de la historia de Gran Canaria. Donde se produjo el desraizamiento y enterramiento por las excavadoras y tractores de cientos de miles de cardones, acebuches, guaidiles, tabaibas y otras especies vegetales endémicas y protegidas en Canarias. Dichos actos fueron denunciados por Atamarazayt en repetidas ocasiones y LOPESAN tuvo que pagar varias multas por destrozos medioambientales. Al final lograron su objetivo que fue construir en un espacio de incalculable valor ecológico y cultural, arrasando por un patrimonio natural parte de la identidad del antiguo municipio de San Lorenzo, de miles de vecinos que contemplan tristes como donde antes había bosques y tranquilidad ahora solo existe hormigón y especulación.
Precisamente la Guardia Civil cuenta entre sus unidades con el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA), que son los responsables directos de velar para que no se produzcan atentados ecológicos por parte de especuladores y delincuentes urbanísticos. Esta policía medioambiental realiza en muchos casos una buena labor en las islas con muy pocos efectivos, caracterizándose por intervenir en temas de maltrato animal, construcciones ilegales, vertidos al medio natural, etc. Un trabajo aparentemente serio a pesar de los pocos recursos, que puede verse empañado por los premios que dan sus mandos a personas concretas, que en algunos casos han sido denunciadas por el propio SEPRONA, entregando medallas al merito a personajes que quizá no lo merezcan y que por ciertas actuaciones no deben ser un ejemplo a seguir por la mayoría de los ciudadanos.
De todas formas no es de extrañar en este país de las maravillas para unos pocos y en unas islas que todavía no han salido del franquismo, el caciquismo y el “¿como va lo mío?” que caracteriza la forma de funcionar de ciertas instituciones. Las famosas llamaditas telefónicas de otro constructor a un presidente autonómico, definen a las claras cual es el procedimiento a seguir de muchos cargos públicos en materia urbanística y medioambiental. Los maletines y bolsas de dinero del “caso faycán” en Telde, las prebendas a constructores a cambio de financiar elecciones y todo un largo etcétera de irregularidades, que conforman la filosofía de una perfecta república bananera, donde mientras algunos se enriquecen con sus presuntos pelotazos miles de familias canarias malviven bajo el umbral de la pobreza.
Francisco González Tejera
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