Después de la magnífica experiencia de caminar por las carreteras y los pueblos de la zona Norte, la Marcha por la Dignidad llega al Sur: Santiago del Teide, Guía de Isora, Adeje, Los Cristianos... El panorama cambia mucho, y no sólo el paisajístico sino también el humano. Nos cuesta mucho más que la gente se acerque a ver lo que tenemos que decir, y más aún hablar en público de los problemas que afectan a la zona. Parece que el miedo a los que mandan, a los que pueden decidir si vas a tener o no un empleo en la zona, está aún muy arraigado. Tenemos que bajar hasta Los Cristianos, donde la suerte de los trabajadores ya no está tan ligada a los caprichos de los caciques locales para volver a las concurridas asambleas del Norte, por lo que decidimos continuar la Marcha por la costa y acercarnos a Las Galletas en lugar de volver a subir a Arona y San Miguel como estaba previsto inicialmente. Otra vez volvemos a sentir el apoyo de la gente que nos anima tocando las pitas de los coches a nuestro paso, y otra vez una amplia asamblea en la plaza con muchas intervenciones de los vecinos, y otra asamblea constituida entre los vecinos interesados en fortalecer este movimiento que se ponen de acuerdo con algunos participantes venidos desde los cristianos para organizar juntos la Asamblea de Arona.
Mañana una nueva etapa hasta el Médano, donde permaneceremos un par de días para participar en las actividades que se han organizado y relajarnos un poco y recobrar fuerzas para el resto de la marcha, que aún quedan muchos días de camino por delante.
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LA NATURALEZA COMO MODELO ECONOMICO-SOCIAL
Un plan para asegurar el intercambio de tu esfuerzo.
Y siendo además libre de ingerencia burocrática, usura y explotación.
A los amigos de lo ajeno, a los defensores del parasitismo, les aconsejamos no leer el presente documento, pues sólo se enojarían.
A los demás recomendamos la lectura sin reserva alguna.
En la historia de la humanidad a habido intentos una y otra vez para vencer la indigencia, la miseria, la represión y la explotación. En casi todos los casos, sin embargo, se acabó solamente con los viejos dirigentes pero no con las estructuras represoras.
Estas estructuras represoras han estado fundamentadas de una u otra forma sobre las “rentas” (prerrogativas, réditos sin esfuerzos e intereses) que se han atribuido unos pocos sobre el producto del trabajo ajeno. En cambio, la justicia social es la base fundamental para crear las condiciones que ha de traernos la paz duradera entre las personas y los pueblos. En consecuencia, las rentas e intereses han de “sacrificarse totalmente y sin miramientos” si es que anhelamos gozar de la paz social.
Ahora bien, ¿que estructura o modelo debemos seguir?: Ante esta pregunta, se nos presenta claramente ante nuestros ojos que el único modelo de organización más antiguo que existe, y que además ha superando eficazmente todos los “Cataclismos” que se le han presentado es el modelo de “La Naturaleza”, y según sabemos por las más recientes investigaciones biológicas La Naturaleza en cualquier grado o manifestación que observemos se fundamenta para sobrevivir no como postulaba Darwin en la aptitud del más fuerte, sino en la cooperación de todos sus elementos para el logro del beneficio mutuo, que en definitiva no es más que el goce del “Placer de La Vida”.
Es evidente que las células constitutivas de nuestra propia entidad como seres humanos sigue ese modelo cooperativo, es lógico deducir que socialmente la forma más eficiente de tener cubiertas nuestras necesidades individuales que conceptualmente entendemos como “económico-sociales” es la cooperación consensuada de todas las personas que constituyen una comunidad, así únicamente de ésta forma podemos dedicarnos todos individualmente al supremo mandato del ser humano, que es el “Goce Vital”.
Como podemos conjugar éste comportamiento natural en una sociedad humana: Sabemos que en el origen de la historia del ser humano éste tenía que procurarse todos los elementos para la supervivencia, desde el alimento hasta el cobijo. Evidentemente todo el tiempo lo tenía ocupado en obtener dichos elementos, hasta que se percató que ahorraba en esfuerzo y tiempo si se especializaba en una actividad, produciendo mas bienes de los que consumía para luego intercambiar con sus vecinos el resto de los bienes que el no generaba por si mismo. El gran avance que se logro fue el obtener “tiempo libre”, lo que le permitió poder reflexionar sobre su propia naturaleza esencial, “Quien soy yo”.
La salida lógica del exceso de los productos de la división del trabajo se realiza por medio del trueque, pero es un modelo muy complicado pues se requiere encontrar a uno que pueda adquirir lo que yo produzco, y que, a su vez, pueda entregarme lo que yo necesito. La forma más eficiente de resolver éste problema es por medio de un mercado en la que todos llevaríamos nuestros productos y ofreceríamos nuestros servicios, seríamos proveedores y consumidores (prosumidores), así se trueca naturalmente todo lo de la zona. Más tarde, con el fin de facilitar aún más el intercambio se pueden confeccionar unas “estampillas” que equivaldrían al bien aportado por cada uno al mercado.
En consecuencia, si queremos simplificar nuestra vida debemos hacer un método por el cual “transfiramos” completamente el valor de los bienes y servicios a un objeto (dinero), debiendo además como valor “transferido”, cumplir las mismas condiciones del bien que representa, y para ello debe de “oxidarse”, pues de lo contrario se preferirá a su representación (dinero), en lugar del bien original que representa.
Por ejemplo: Si el mercado entrega un vale (dinero) por una manzana, el poseedor del dinero tiene que tener la misma ventaja (oxidación) respecto al que le ofrece otro bien en el mercado, así la oferta y la demanda están en un mismo plano, ambos tienen urgencia por deshacerse de sus respectivos bienes y elementos representativos.
Con estas premisas, caemos fácilmente en la cuenta que en el sistema económico actual se está jugando con cartas marcadas, pues mientras un jugador (el productor o trabajador) cumple las leyes de la naturaleza (se oxida), el otro jugador con el dinero las incumple (no se oxida). Además el dinero no puede ser simultáneamente un medio de cambio y de ahorro, comportándose a la vez como un látigo y freno.
Y al igual que si prestamos un bien sólo exigimos su devolución sin merma ni deterioro, cuando prestamos a su representante (el dinero) tampoco tenemos que exigir intereses.
Podríamos resumir que:
El dinero libera a las personas, y es el vínculo natural que une a los pueblos para ejercer su autonomía. Y por tanto son los pueblos los que tienen que controlarlo.
Ideas extractadas del primer tomo de Silvio Guesell: “El orden Económico Natural”.
Publicado por: j.alberto | 14/07/2011 en 01:59 p.m.
Ciertamente y tristemente existe mucho miedo ,lo pudimos comprobar en Las Galletas el domingo pasado...
Publicado por: Sergio Cabrera Alayón | 12/07/2011 en 06:09 p.m.