Francisco González Tejera * / Artículo de opinión.- Esos momentos mágicos de lucha pacífica y flores en la Plaza de Catalunya, en la Puerta del Sol, en el Parque de San Telmo y en tantos espacios inundados de fraternidad y esperanza simbolizan que hasta aquí hemos llegado, que no podemos permitir que esta clase política financiada por la banca y el poder más oscuro y siniestro se siga enriqueciendo a costa de la clase trabajadora.
Esta revolución no se va a parar, su semilla está bien plantada, porque parte de la dignidad de millones de personas indignadas y hartas de tantos trapicheos y privilegios de esta panda de sinvergüenzas, exentos en muchos casos del pago de impuestos, con pensiones vitalicias a cuerpo de rey y salarios desproporcionados mientras muchas familias sufren para llegar a fin de mes.
Por todo esto y por mucho más debemos seguir exigiendo una Democracia Real Ya, verdaderamente participativa y no en manos de esta bicefalia bipartidista que no hace sino repartirse el pastel cada cuatro años, ofertando al electorado programas que difieren muy poco en su política económica, cuyo objetivo final es que la clase obrera pague el pato de este montaje, de una falsa orquestada por los poderosos para que nos creamos que existe la crisis, una crisis que solo beneficia a una casta de especuladores sin escrúpulos.
Esta lucha de las personas indignadas va más allá del discurso vacío y caduco de unos sindicatos entregados al capital y a las subvenciones para mantener el estatus quo del funcionariado sindical, de hecho no han estado presentes en ninguna acampada, prefieren los cocteles de la patronal y las recepciones con el monarca y el presidente ZP en fastuosas cenas a costa del dinero del pueblo.
Se hace necesario terminar con las prebendas de la clase política, la lucha contra el desempleo, el reparto del trabajo, la jubilación a los 65 años, la imposibilidad de despidos colectivos, el derecho a la vivienda, alquileres protegidos, dación de las viviendas para cancelar las hipotecas, servicios públicos de calidad, supresión de gastos inútiles, reducción del coste de la educación universitaria, transportes públicos de calidad, la no privatización de la sanidad y los servicios sociales, control exhaustivo de las entidades bancarias, prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección, aumentar el tipo impositivo a las grandes fortunas y entidades bancarias, control real y efectivo del fraude fiscal y de la fuga del capital a paraísos fiscales, libertades ciudadanas y democracia participativa, reducción del gasto militar.
Estas y otras reivindicaciones igual de justas están inundando las plazas del estado español repartiendo flores a los que han aporreado y pisoteado la libertad de personas pacíficas en Barcelona. Mucha gente está recibiendo este mensaje esperanzador que nos dice claramente que no nos quedemos en nuestras casas, que en países como Islandia se ha logrado gracias al poder ciudadano, haciendo dimitir a un gobierno al completo, nacionalizando los principales bancos, decidiendo no pagar la deuda que esta mafia política había creado con Gran Bretaña y Holanda. Un país que ha creado una asamblea popular para reescribir su constitución, todo ello a golpe de cacerola, de forma pacífica y movilizando toda la indignación de un pueblo contra los explotadores.
Los políticos del estado español, de Canarias solo piensan en ganar mucho dinero y enriquecerse en cuatro años de coches oficiales, cocteles y trajes caros. Debemos alzarnos, levantarnos y salir de casa sumándonos a todas estas movilizaciones. Este pueblo ya no admite las actuaciones de toda está cohorte de jerarcas. No permitamos que sigan repartiéndose su asqueroso botín a costa de nuestro esfuerzo, de nuestro dinero, de nuestro trabajo. No queda otra salida si no lo hacemos estamos perdidos.
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Francisco González Tejera
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