Manuel Medina[1] / Artículo de opinión.- Los economistas, sociólogos y políticos que hasta hace sólo un lustro ensayaban ufanos en los laboratorios financieros del Sistema innovadoras formulas neoliberales que permitieran continuar incrementando los dividendos de las grandes multinacionales, no acaban de salir de su desconcierto con el imprevisible curso de la Crisis que estalló en el 2008. Les esta resultando difícil digerir todo lo que está ocurriendo. Se encuentran perplejos, desconcertados. Ignoran como interpretar los acontecimientos insólitos que están sacudiendo la economía mundial. Las lecciones que aprendieron en la London School of Economics y que luego ensayaron en la City de Londres o en Wall Street, de Nueva York, no les están sirviendo para nada.
Desesperadamente obnubilados por lo que les está resultando un callejón sin salida, los integrantes de los llamados think tanks del sistema recordaron que, en los primeros cursos de sus brillantes carreras, habían estudiado en la asignatura Historia de la Economía algunas referencias de los textos de un decimonónico anciano de barba encanecida, que pronosticaban la irreversibilidad de las crisis cíclicas del sistema capitalista. Algunos de ellos debieron de hacer correr la voz, y el aviso cundió con tal rapidez que en el año 2008 - fecha clave del inicio turbulento de la crisis - las ventas de El Capital se duplicaron y hubo que acudir a una urgentísima reedición. La popularidad de la obra cumbre de don Carlos Marx creció de tal manera que a finales de ese mismo año el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, tuvo la osadía de dejarse fotografiar leyendo "Das Kapital". Un gesto similar tuvo el ministro de Finanzas de Alemania, Peer Steinbruck, cuando se atrevió a manifestar que algunas reflexiones del filósofo y economista germano en relación con los problemas de hoy "podrían no ser irrelevantes".
Sea como fuere, parece preciso reconocer que el marxismo ha vuelto a ponerse de moda. Lo cual, a nuestro juicio, no tiene que ser necesariamente una buena noticia. Algunos de nuestros socialdemócratas, por ejemplo, empiezan a hablar ahora de recuperar las tesis del viejo barbudo de Treveris. Dicen que, como electoralmente les va tan mal, quizás fuera conveniente exhibir la efigie del insobornable Prometeo revolucionario para poder así continuar engañándonos a todos. Los ex marxistas que en su día crearon ese monstruo político que es Coalición Canaria, también vuelven a pontificar, embadurnando sus discursos con una fraseología pretendidamente "avanzada". No debería extrañarnos si un día de estos reapareciera en el escenario político de nuestras atribuladas Islas aquel tránsfuga indigno apellidado Mauricio, reivindicando su lejano pasado revolucionario.
Pero la cuestión es, sin embargo, que el viejo Carlos Marx no sólo acertó en su genial, riguroso e implacable análisis del capitalismo, sino que, además, supo dar en la diana con sus propuestas prácticas para acabar con él. Aquellos que pretenden hoy redescubrir tardíamente a Marx, después de haber sido cómplices en la ejecución de las políticas neoliberales que han arruinado a los asalariados de este país, no son fiables. Han perdido toda su credibilidad.
Alerta, pues. Marx se ha vuelto a poner de moda.
Manuel Medina
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[1] Colaborador de Canarias-Semanal
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