Por Lázaro Fariñas (*). No vivía metido en una cueva en las montañas paquistanís como los expertos decían. Vivía como un potentado en una residencia valorada en más de un millón de dólares y a solo 35 kms. de la capital de Pakistán. No estaba aislado, como otros afirmaban, sino con su familia, viviendo tranquilamente. El hombre más buscado por la inteligencia del mundo occidental, vivía cómodamente a solo unas cuadras de un base militar.
Osama Bin Laden, el terrorista de origen saudita que se responsabilizó de haber sido el autor de los criminales actos del 11 septiembre de 2001, el guerrillero que fue entrenado por la CIA para que luchara contra las tropas soviéticas en Afganistán, vivía holgadamente en los suburbios de una pequeña ciudad de Pakistán, sin que nadie lo molestara, sin que los servicios de inteligencia locales se dieran cuenta que residía, no en las cuevas de las montañas, sino con aire acondicionado, ducha caliente y televisión en colores. ¿Alguien se puede creer que este terrorista viviera en ese lugar, con esas cómodas condiciones y que no hubiese llamado la atención de las autoridades pakistanís? ¿Alguien se puede imaginar la torpeza de la comunidad de inteligencia occidental para que se haya demorado casi una década en dar con el paradero de este infame personaje?
Estamos en la época de los satélites, de las bombas inteligentes, de los aviones no tripulados, de los bombardeos dirigidos por computadoras, de una tecnología de primera, época en que mandamos un artefacto a un lugar específico de Marte. ¿Cómo es posible que este terrorista viviera en ese lugar sin haber sido identificado durante tantos años? No era buscar una aguja en un pajar, era buscar a un ser humano plenamente identificado en una zona concreta del globo terráqueo.
Osama Bin Laden era un terrorista confeso que asesinó a infelices civiles, no solamente en New York, sino también en Madrid y en muchísimas ciudades más. Osama está bien muerto y aplaudo que lo hayan matado. La guerra contra el terrorismo debe ser a muerte, no hay argumentación suficiente, ni causa alguna que pueda justificar el asesinato de personas infelices, pero la guerra contra el terrorismo debe ser total, guerra contra todo tipo de terrorismo. No se puede ser selectivo, no hay terrorismo bueno o terrorismo malo, no hay terroristas aliados o terroristas enemigos. Tan criminal es el terrorismo de estado, como lo es el terrorismo de pandilla o de grupos.
El mismo día en el que hay que felicitar al gobierno norteamericano por haber eliminado a un terrible enemigo, hay que condenarlo junto a sus aliados europeos por haber asesinado a hijos y nietos de un presidente de un país independiente, reconocido por la Naciones Unidas, recibido en los palacios presidenciales de las capitales europeas por las más altas autoridades de esos países y aclamado por una parte sustancial de su pueblo.
La muerte de Bin Laden por un comando de la marina norteamericana, siguiendo la pista indicada por las agencias de inteligencia de este país, especialmente la CIA, es lo que pensaba había que hacer y lo comenté en varios artículos publicados en Juventud Rebelde de La Habana, donde afirmaba que, para capturar a los terroristas, no había que bombardear ciudades ni desplegar decenas de miles de soldados en países extranjeros, sino, que lo único que había que hacer era utilizar los servicios de inteligencia para descubrir su guarida y un comando bien entrenado y armado para capturar y matarlos. Bueno, eso es lo que al fin ha pasado con la localización y muerte de este famoso terrorista.
No había que invadir Afganistán y envolverse en una guerra que ya lleva más de ocho años, ni derrocar a Sadam en Irak con todos los daños colaterales que ese derrocamiento ha causado, con miles y miles de civiles asesinados por las bombas, nada de eso, solo una comunidad de inteligencia eficiente y un comando de acción bien entrenado. Cuántas vidas inocentes se hubieran salvado. Lo que escribí para Juventud Rebelde hace varios años atrás sigue aún vigente.
(*) Periodista cubano residente en Miami.
(Foto © Virgilio PONCE)
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Fuente: http://auto-hermes.ning.com/profiles/blogs/la-muerte-de-un-terrorista-por
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